Crónica del Workshop Grupoanalítico*
Estas notas son para el Staff directivo del seminario celebrado en Bilbao entre los días viernes 8 y domingo 10 de octubre de 1982. Éste fue convocado conjuntamente por el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Workshop y el Institute of Group Analysis de Londres. Fui invitado a participar allí como “reporter”, es decir, como persona que desde “la frontera” podría observar esta experiencia en casi todas sus actividades para luego informar al Staff mis observaciones alrededor del mismo. Este evento representaba para mí una primera oportunidad de conocer al equipo grupo analítico desde su trabajo concreto en la difusión del pensamiento de S. H. Foulkes y al que fui invitado por el Staff del Institute of Group Analysis y del Departamento de Psiquiatría de la universidad vasca a través de las gestiones de Hanne y Juan Campos, amigos, colegas, con los que estamos -entre otros- desarrollando en España la tarea de un intento de construcción de cierto espacio (que desde Copenhagen lo hemos denominado “Convergencia”) para poder discutir diferentes teorías acerca de lo que significa el psicoanálisis hoy en día; las relaciones entre el análisis grupal y el individual; la inscripción social del psicoanálisis y las metodologías de trabajo en este campo.
Era una buena oportunidad para mí para confrontar coincidencias y disidencias, ratificaciones y rectificaciones del esquema de observación que yo traía desde mi experiencia con los grupos operativos de la escuela de Pichón Rivière, de la que soy director actualmente en España y forma parte también de un proyecto de intercambio de trabajos entre las gentes que trabajamos en Convergencia, para poder vernos trabajar en nuestras distintas teorías y técnicas “en vivo y en directo”. Voy a desarrollar, con respecto a este workshop, una observación “sentida y pensada en escenas”. El pensar en escenas, lo hemos venido desarrollando con Tato Pavlovsky y Luis Frydlewsky durante muchos años (“Las escenas temidas del coordinador de grupos”).
Allá van:
1ª Escena: Me está esperando Hanne Campos en el aeropuerto. La presencia de Hanne me tranquiliza. No conozco que es lo que se espera de mi rol de reporter y me pregunto qué es lo que significa esto para un reporter ¿es mejor?, ¿es peor? Tengo inquietud. Cada vez que comienzo una experiencia grupal, aún en esta que estoy como “reporter”, me siento alegre y nervioso al mismo tiempo.
2ª Escena: Llegamos al campus universitario de Lejona. ¡Horror! Me atemorizan estos edificios de la Facultad de Medicina (¿será la vuelta de lo reprimido?, ya que esa fue mi última actividad -catedrático de Psicología Médica- en la Argentina hace ya nueve años). Hanne y yo no sabemos dónde queda psicología médica y psiquiatría que es donde se va a hacer el workshop. Después supimos que este Departamento está dentro del Departamento de Estomatología (con todo lo que eso simboliza) en la Facultad de Medicina.
Por suerte, llegan en ese momento dos niñas “locales” en su coche. Eso indica que deben saber dónde queda. “Sintonizan” en seguida. Somos del mismo gremio.
Entramos juntos: sí, vamos a subir, vamos a la misma experiencia, ellas saben. Empezamos a caminar por los solitarios y bien cuidados corredores. Hacemos bromas. ¡Ya comenzamos a ser un grupo!, le comento a Hanne. Hanne sonríe y me responde en voz baja: en realidad “una pastilla de grupo”, buena para tomársela con whisky. Nos reímos.
3ª Escena: Llegamos y nos recibe la secretaria de la cátedra. Nos pregunta si estamos inscriptos. Hanne le aclara –con voz humilde- que somos parte del Staff. La secretaria resuelve entonces que las niñas bajen y que nosotros pasemos al despacho donde llegará el despacho donde llegará el resto del Staff, que está justo al lado de la secretaría.
¡Adiós, primeras compañeritas de grupo! Éramos del mismo gremio pero evidentemente de distinto sindicato o a lo mejor pertenecemos a la patronal. Hay que aceptar las diferencias de la pirámide del poder institucional. Duró poco. Pero confío que volveremos a vernos seguramente en el large group (y así fue). Me identifico con ellas. Es como si con Hanne, hubiéramos hecho cola con otros en clase turista y al subir al avión nos pusieran en primera. Charlando con Juan y con Hanne en el aeropuerto -leyéndoles esta crónica- hicimos una broma acerca de una serie de televisión que se llama “Upstairs, downstairs” (“los de arriba y los de abajo”) una serie de televisión inglesa que se pasa por televisión española y que habla acerca de la relación entre una familia aristocrática y sus sirvientes. Lo que es evidente es que la distribución espacial es un lenguaje: los coordinadores son “los de arriba” y los coordinados son “los de abajo”. Me siento con una pierna en cada nivel. Quizás sea bueno para el rol de observador esta doble identificación que empiezo a sentir. Deduciría a través de mi relación con otros integrantes que quizás parte del juego del rol del reporter sea lo que podríamos llamar “el aprender a ejercitarse en las identificaciones múltiples”. Muy típicas del rol del observador analítico de un grupo analítico.
4ª Escena: Volvemos a quedarnos solos con Hanne en el gran despacho, entonces le hago preguntas acerca de mi rol: ¿yo entro en los grupos pequeños?, ¿hablo o no hablo?, ¿cómo se combinan los grupos del curso regular que hacen los alumnos de la cátedra con el workshop periódico?
Hanne lamenta comunicarme que no tiene ni idea. Desilusión por parte mía. En una palabra, no tengo depositario “para el supuesto saber”. Ya comienza el problema de los límites “es decir de los boundaries”. Más tarde -frente a esta pregunta discutida en el Staff- Juan diría solucionando:¡muy sencillo! Se convierte el tema de los “boundaires” en objeto de estudio y ya está.
Con respeto a mi rol creo que jugaré –como se dice en fútbol- de “líbero” (libre): es decir, puedo vagabundear por todo el terreno y por donde mi olfato me lo indique sin encargarme de ser responsable del marcaje ni de un hombre ni de un sector o área.
5ª Escena: Llegan los V.I.P.S. (Very Important Persons): primero José Mari. Buscamos -para empezar la charla- un amigo en común (Pacho O’ Donnell) como punto de referencia o puente. Así recuerdo que el campus de medicina está atravesado por algunos puentes o pasarelas que como supe más tarde permiten que los alumnos recorran grandes extensiones o distancias dentro de la facultad sin mojarse porque el workshop es un lugar muy húmedo donde llueve mucho. José Mari es el organizador pero con una actitud muy humilde, muy sencilla, diría que con una actitud más de huésped, más de invitado que de invitador (¿será porque él está también a su vez en “la frontera” pero desde adentro, desde el rol de coordinador?). Está en el comité organizador, pero no es miembro del “Staff”. Le preguntamos cómo va la organización, nos tranquiliza. Dice que no hay problema. Evidentemente este muchacho sabe tratar con locos. Luego, supe que dirigía un servicio en el Neuropsiquiátrico y que le importa bastante poco el dinero y la burocracia. Es muy amable al igual que la secretaria (¡qué importante que es eso para tipos desorganizados como algunos de nosotros!).
6ª Escena: Entra José Guimón. ¡Éste sí tiene planta de jefe!. Es alto, grandote, viste bien pero no exageradamente y tiene pinta de profesor distraído.
Charlamos, recordamos el verano último que nos vimos en Gerona. Siempre un recuerdo compartido con la gente nueva para tranquilizarnos, como puente. Esto tiene que ser similar al mecanismo de los pequeños grupos al comienzo.
Luego entran Fernando y Ana. Fernando Arroyabe es “arrollador”. Evidentemente, es otro jefe. Es cálido, corporalmente expansivo, sociable, amable (¿cuándo llegará su hostilidad?) y me pregunto si lo paranoide que tengo con respecto a cuándo llegará la hostilidad de los otros, no es solamente la proyección de mi hostilidad sino también si no representa otro estadío del inicio grupal en los integrantes de los pequeños grupos.
También llega Ana María Patalán de Marrone. Es argentina como yo. No tiene pinta de jefa. Me recordaba de algún lugar de la Argentina y luego supe que habíamos nacido en la misma provincia (Santa Fe). Teníamos algo en común. Esto también me recuerda el tema contextual. Estamos en un país como el workshop, un país polvorín a punto del golpe militar o de las elecciones con los problemas de regionalismo y se me ocurrió que en una de mis escenas temidas era que los integrantes locales iban a hablar en idioma vasco, en euskera, ya que en parte se hablaba inglés yo pensé: ellos van a hablar en euskera, en idioma vasco. Pero no. Muchos de ellos no sabían hablar en idioma vasco.
Malcom lo sintió -lo del idioma-, después lo expresó en su dificultad de contacto cuando dio la clase teórica. Creo que este momento socio-cultural en este lugar tenga quizás algo que ver con el centralismo de poder de Madrid y también con el tema de quién detenta el poder y el saber en esta experiencia (vuelvo a pensar en los coordinados como si fueran “los de abajo”). Sigo charlando con Ana María, me dijo que me conocía de antes. Inmediatamente, pensé: ¿a qué corriente pertenecerá?, ¿a los que me aprecian, a los que me desprecian o peor todavía, a los que no les significo nada de nada?. Pensé: esto también debe ser algo “secreto” entre los conocidos de abajo y de arriba. Aquí hay simpatías, antipatías, conocimientos previos y desconocimientos también.
Luego, Ana María me dice que le recuerdo a su tío. Sigo sin saber a qué corriente pertenece. La primera herida narcisística es que soy un señor mayor para ella, y efectivamente, luego más tarde me diría que en su recuerdo yo era para ella un “senior”. Pienso en esos momentos grupales donde a la presentación de datos de identidad, qué edad tiene, cómo se llama, si es soltero o casado, en qué trabaja, siguen otros datos y otros datos y otros datos: lo que llamamos en lenguaje de Pichon “la pretarea” del tanteo.
De todas maneras, se van diluyendo mis ansiedad paranoides, Ana es acogedora y el resto también. Con Mario, su marido, nos conocimos –poco- en Copenhagen y sé que está interesado en psicodrama analítico. Sigamos.
Llega Juan, Juan Campos es una especie de hermano mío complementario, somos desde hace algunos años, junto con Hanne, una especie de trío (cuarteto en ocasiones cuando nos vemos son Susy, mi esposa), que va completando frases para llegar a decir entre todos una oración. Como los sobrinos el Pato Donald. El Pato Donald -por supuesto- es Malcom Pines, que para mí es una mezcla de Rajnech (Gurú) y de tío bondadoso, un Alec Guiness por su sentido del humor. Tiene el don del equilibrio. Para lograrlo: ¿cómo lo hace?. ¿Hará como Pichon Rivière que dejaba que todo el mundo se pusiera ansioso, cuando él se dormía en plena conferencia, por ejemplo, y luego se despertaba y decía lo que había que decir coordinándolo todo? Recuerdo que Malcom cabeceó un poco, se adormeció, un poco en la clase Ana María, Sí, creo que en parte es así porque en el primer encuentro anduvo leyendo libros en la biblioteca, mientras el Staff discutía acaloradamente él anduvo curioseando en los libros de la biblioteca tranquilamente, caminando por el despacho y al rato cuando el conjunto llegó a un acuerdo, cuando se arreglaron todos los proyectos y la distribución de funciones y de lugares fueron acordados, entonces sonrió tranquilamente y dijo: “¡OK, el workshop está organizado ya!”. Juan, mi introductor a esta experiencia, me indica lo que debo hacer. Conseguir las listas de cada grupo, vía la secretaria (confieso que las robé el sábado a la tarde cuando me quedé solo en la secretaría). ¡Qué transgresión!. Yo suponía que si conseguía un “enchufe” con la secretaria estaba salvado. Para colmo, al otro día nos repartieron las listas a todos. Entonces, pensé: ¿sentirán lo mismo “los de abajo”?. El tema del enchufe, el tema del impulso a la transgresión. Interesante.
Durante el acuerdo de la organización, me indican que no estaré en los grupos pequeños. Lógico, pienso racionalmente. Pero mi tripa protesta. Mi tripa suele hacerme jugadas de este tipo, por ejemplo, haciendo ruidos intestinales cuando se dan momentos de silencio como pasó en los momentos silenciosos iniciales del “large group” del día domingo. Pensé que tenía que aceptar estar afuera de los pequeños grupos. ¿Representaré al estar afuera experiencia a los que no pudieron pero quisieron participar en esta experiencia?. Esos no son los de abajo ni los de arriba, esos son “los de afuera”, quiere decir que estarían cuatro tipos de personajes en el contexto: “los de abajo”, “los de arriba”, “los de adentro” y “los de afuera”. El que no paga, no entra. Es justo, pero no del todo. Me identifico con “los de afuera” al no poder entrar en los pequeños grupos y pienso ¿será mi situación personal, lejos de mi tierra que lo acentúa? Difícil el ser observador. Requiere una buena elaboración de la escena primaria.
7ª Escena: Bajamos al salón grande, el salón extenso donde se reúne todo el grupo y allí está la inauguración con presentaciones que hace Fernando Arroyabe. A medida que somos nombrados nos ponemos de pie. Pero me fijé que no del todo, sino “medio de pie” y saludamos levantando la mano. Malcom fue el más sobrio como si fuera el director técnico del Manchester United.
Además, en estas presentaciones recordé a Mick Jagger en el estadio del Atlético de Madrid este año (durante el Mundial de Fútbol) presentando a su banda de los Rolling Stones y entonces, pensé en el símil. Fernando (Mick Jagger) nos nombra por orden. En la batería: Hanne Campos, marcando el compás de la marcha del conjunto. Luego, sigo yo: contrabajo (me recuerda que yo toco el cello). Apuntador y control de sonido. En flauta dulce: Ana María Patalán. Luego supe que trabajaba en grupos de psicóticos y tiene realmente una actitud de domesticar cualquier tipo de fiera con dulzura, con tranquilidad. En guitarra eléctrica: Juan Campos y José Mari, que son “eléctricos” por naturaleza. Conozco bien a Juan. Juan siempre está para “volarse” como “solista” de grupo en cualquier momento y para ir hacia cualquier lado de asociación libre tipo “jump session”. cuando se siente a gusto divagando en un grupo.
En la dirección de la orquesta: Malcom. Es el principal transmisor viviente de Foulkes. Es San Pedro que nos presenta a Cristo, ya que algunos de los apóstoles como San Pablo y candidatos a “creer” en la existencia de Foulkes no han podido tocar sus llagas, no lo hemos conocido. Creo que él empleó un muy buen truco didáctico (que se lo pienso pedir prestado para mi difusión del pensamiento de Pichon). Su gran truco técnico es empezar mostrando dos fotografías de Foulkes, proyectadas por José Guimón. Fernando Arroyabe presentó también a José Guimón: tecladista, sintonizador y técnico de luces, mide como 1, 90 mts. de estatura y evidentemente si él hubiera hecho el test de AGPA no podría haber sido anónimo porque todo el mundo -por su altura- sabría que es él.
Comienza la presentación de la conferencia de Malcom Pines con fotografías o slides pasadas para todo el auditorio. Esto probará que Foulkes existió y era de carne y hueso.
1ª fotografía: A Foulkes se lo ve solo Pienso: puede que sea otro que se le parece.
Malcom aclara: “ojo con este señor, que tiene una apariencia de viejo apacible pero era de carácter muy fuerte y muy sólido”.
2ª fotografía: Prueba irrefutable. Foulkes existió. Aparece Foulkes con Anthony que todavía vive –según aclara Malcom. Como veréis la prueba es definitiva, Anthony es un testigo insospechable y además, es famoso sobre todo para los psiquiatras infantiles. Hanne traduce bien. Ella es el puente idiomático (¿será también el puente entre psicólogos y psiquiatras y trabajadores sociales, es decir, entre los diferentes status profesionales dentro del gran grupo?. Malcom desarrolla una síntesis de vida y aporte científico de S.H. Foulkes.
Al final, Fernando aclara que fue una pena para los que no hablan inglés porque no pueden apreciar la fabulosa sencillez con que Malcom ha sintetizado conceptos complicados y múltiples. Es cierto. Termina esta etapa.
Se pasa luego a los grupos pequeños, Malcom y yo nos vamos a charlar al despacho de Guimón.
8ª Escena: Los miembros del Staff y compañía cenando en un buen restaurant vasco. La cena totémica (¿o cena antitotémica?). Es bueno cenar juntos entre amigos porque uno puede comerse cosas ricas, en vez de comernos unos a otros. Evidentemente, confraternización. Fernando (como Mick Jagger) dirige la distribución. Un momento sacrílego: al final de la cena José Mari le enseña a Malcom Pines cómo se debe encender un puro con madera de sándalo. Y Malcom admite que le gusta (no se pierde una); (queda comprobado: la comida y la actitud hospitalaria de los vascos es exquisita).
Recuerdo que, durante la cena Malcom Pines contó un chiste sobre Christian Barbard y su chófer. De cómo Barnard jugó a cambiar roles con él, durante una conferencia. Y cuando alguien del público le hizo una pregunta al chófer (creyendo que era Barnard), éste dijo: “Esta pregunta es tan sencilla que hasta mi chófer podría contestarla y la contestó entonces Christian Barnard. Nos reímos mucho. Curiosamente, al otro día Fernando en plena discusión grupal en la mesa de discusión de los trabajos de Juan Campos y Ana María, le pasó –como conductor- a Ana María una pregunta que hizo alguien del público que era “tan sencilla” que hasta Malcom Pines la pudo responder. Final de un día agitado.
Por la noche … insomnio, taquicardia, luego sé que soñé mucho. Me despierto temprano, cansado y a la vez como nuevo, hago gimnasia en la habitación. Reflexiones existenciales mientras hago gimnasia: ¿Qué es eso de vivir encerrados un sábado y un domingo, después de trabajar toda la semana?. Es sacrílego. Si hasta Dios descansó en el séptimo día. Siento deseos d gritar, de pelear, de confraternizar, etc., hago gimnasia con entusiasmo hasta que los vecinos de la habitación de al lado se quejan.
9ª Escena: Bajo a la cafetería del hotel. Todos se están yendo, yo espero a Juan. Es tarde, ¿llegaremos tarde?. El mismo temor tiene Hanne. Todos se van, espero a Juan que no llega. ¿Sentirán algo similar los coordinados con respecto a la espera en este workshop? Hace frío en la calle. Me quedo esperando. Finalmente –como siempre antes del knock out, antes de la campana- Juan llega. Bien, somos grupo. Grupo complementario. En el trayecto recuerdo los vericuetos que hicimos con el taxi para llegar a la Facultad. Bilbao es un libro abierto. Si tú vas por la carretera normal tardas el triple. Pero si conoces el atajo –como cuando llegamos el día anterior del aeropuerto camino del hotel- llegas antes. Lo relaciono con el workshop (con “los de afuera”, “los de adentro”, etcétera).
10ª Escena: Lo escrito hasta ahora son mis cavilaciones mientras esperaba (en el despacho , a solas) que terminaran de trabajar en los grupos pequeños. Hay reunión del Staff, José explica que va a solicitarse un trabajo general que se llama Investigación. En ese momento, siento la ausencia de José Mari que, después sería comentada por otros miembros del Staff (quizás por su rol “a caballo” entre coordinados y coordinadores). En el aula de abajo se está tomando un test de la AGPA. Entonces, decido que voy a hacer una especie de inspección a ver qué pasa por allí. Como dije, antes de eso, hubo una breve reunión del Staff (después de los pequeños grupos) y una charla entre los coordinadores -ya que no hubo observadores- de los grupos pequeños acerca de cómo les había ido a cada uno y cómo habían sido las condiciones de contrato, José aclaró que se le había sugerido a cada participante que al inscribirse buscara un psiquiatra por si las moscas. Que los líderes no pueden hacerse cargo de las regresiones que provoca la experiencia. Esto provocó una ansiedad paranoide del conjunto de la gente pero nos reímos bastante al comentarlo, además en el grupo de Ana María no se comentó mucho acerca de la identidad de cada participante, pero hay que recalcar que su grupo –según lo sugirió Juan- es justamente aquél en donde estaban mezclados los coordinadores del curso con los coordinados del workshop, y claro, ahí se planteó el tema de los boundaries o de los límites.
Seguidamente, bajé al salón para ver algo sobre la toma del test. Me ubico detrás. Entre los demás participantes, percibo un clima de broma y ansiedad. Se les hace firmar un papel –al que quiere- de que aceptan, que dan su consentimiento para la toma del test. Esto también es lógico como medida de seguridad psicológica pero también crea paranoia al mismo tiempo. Como el tema de buscarse un psiquiatra. Sería como para pensar cómo ciertas consignas que al mismo tiempo tranquilizan, inquietan.
Empieza la gente a hacer test y veo que es como si estuvieran dando un examen en la facultad, me parece que se vuelve todo como “un autismo en público”. La persona que toma el test parece la profesora que toma examen. Esta situación me angustia. Me siento el único que no hace el test y entonces, me voy hacia arriba nuevamente, al despacho donde se reúne el Staff. Mientras subo las escaleras pienso que este tipo de test me produce la ansiedad que me producía el suministro de los electrochocks en los primeros tiempos del hospital, cuando yo estaba haciendo veinticinco años atrás psiquiatría hospitalaria y se hacían electrochocks. Sé que estos tests son necesarios. Pero… no sé, hay algo que no va. Lo sugiero para que se revise, subo al despacho y encuentro a Ana María que está preparando su clase con libertad, a preparar su clase o a pensar su clase fuera. Con Ana veo que somos muy parecidos: nos cuesta defender nuestro espacio, con un ojo prepara la clase y con el otro la mira a Hanne (¿será porque no queremos perdernos nada?). Le pregunto a Ana por qué le recuerdo a su tío. Me responde fraternalmente, amistosamente y quedamos en charlar un poco acerca de nuestros problemas más tarde. Como hermanos compatriotas en tierras lejanas.
11ª Escena: Volvemos todos al aula grande, la de abajo para la mesa redonda, sobre métodos y aplicaciones del group analysis. Comienza a dar su clase Juan. Tengo miedo (creo que él también y creo que Hanne también). Malcom comienza a adormecerse. Me pregunto si lo habrán vampirizado los periodistas que lo entrevistaron poco antes para hacerle una nota para el periódico local. Pero después me doy cuenta que no. Que eso fue después. Miro a Juan. Creo que no tendrá problemas. Juan se maneja bien, es un gran seductor, un buen charlista. Él da una semblanza de su trayectoria personal y profesional. Un pasaje y un reciclaje. Habla sobre el vacío del saber, el comercio en la formación, la marginación del común denominador de la sociedad, el inmovilismo universitario y asistencial en el campo de la educación médica, la perversión de objeto del sistema de educación, la repetición de estas taras en las instituciones y lo que es más afortunado para él la revista del GAIPAC. Habla sobre tres experiencias donde pudo aplicar sus ideas sobre el group analysis. La primera, en el Hospital de San Juan de Dios (el hospital psiquiátrico). La segunda, en la Universidad en la Facultad Autónoma como jefe del Departamento de Psicología y Psiquiatría, donde trabajó con cerca de trescientos alumnos en una investigación grupo-analítica intentando trabajar sobre la relación médico-paciente y la percepción del rol del alumno. La tercera, la experiencia con Guimón en el Workshop como asesor y como supervisor de las experiencias en formación y sus experiencias en familias y grupos. Miro al auditorio. Advierto un cierto estado como de aburrimiento del público. Yo me siento extrañado, porque me siento muy entusiasmado como observador por esta interesante relación que hace Juan entre su vida y su obra, como hizo Malcom también cuando habló de la vida y la obra de Foulkes y entonces, me llama la atención que los jóvenes estén como aburridos en este sistema y estos temas. Yo me pregunto si no se puede interpretar el aburrimiento como una defensa, en parte, frente a la angustia de muerte que plantea esto de plantearles simultáneamente la vida y la obra de un autor. También podría ser la envidia de los jóvenes hacia los mayores y las dificultades de identificación seguramente con los líderes de mayor edad. Porque luego habló de la experiencia de Sestona en el sentido de que si es verdad que se quieren cambiar los modelos asistenciales, hay que empezar por cambiar la formación y que lo creativo es crear la comunidad que sea por una parte didáctica, por otra parte de servicios. Luego vienen las preguntas. Hay algunas personas del Staff que preguntan. Juan contesta con el tema del chiste del pío pío acerca de la dependencia de los grupos y de la necesidad de autogestión de los grupos y la independencia de los grupos. Un alumno pregunta sobre lo que hay que hacer. en general advierto que la gente del Staff no deja hablar mucho a los alumnos y esto se repitió un poco en el momento del silencio del large group. Alguna gente del Staff intervino muy “activamente” (¿quizá demasiado o fue un emergente típico de esta experiencia? Es para pensar.) Fernando insistió en estimular a los alumnos para que hablaran de su propia experiencia y esto también lo hizo en el large group. Juan sugiere que eso requeriría otra estructura, que se está hablando como grupoanalista y reclama el acuerdo sobre el setting de la discusión. Hanne dice que aquí se puede crear una estructura coherente y un alumno interviene diciendo que le da la sensación de estar recibiendo dos mensajes: por una parte el “científico”, y por otra parte el “doctrinal”. Pero que le llega más el mensaje “doctrinal”, el de adoctrinamiento y le faltarían más nociones de técnica y teoría.
Otro alumno dice que siente que los conductores de la experiencia les dan un doble mensaje. Por una parte se les dice: ¡caminad solos! y por otra parte se los está conduciendo. El ambiente se está poniendo un poco cargado. Siento que está por explotar algo. Fernando cierra la discusión diciendo que cree que el mensaje es múltiple. Que la respuesta la tenemos que dar todos juntos y se pasa sin ninguna pausa al trabajo de Ana María Patalán. (Creo que hubiera sido conveniente al menos cinco minutos de pausa, de relax). Ana María habla sobre su trabajo grupal analítico con psicóticos crónicos en un hospital de Londres con enfermos crónicos pero también agudos. Dice que este trabajo facilita la integración yoica y con el mundo exterior de los pacientes, que ellos están estudiando qué significa el lenguaje y los mecanismos psicóticos. Que los pacientes la suelen ver como “intrusa”, que hay diferentes resistencias con que se tiene que enfrentar el terapeuta, una de ellas es el tener que estar sentado mucho tiempo. Yo pienso que aquí ya estamos sentados mucho tiempo. Sin embargo la gente está muy atenta en este trabajo, muy atenta escuchando el trabajo de Ana María. Me da la impresión de los participantes se sienten identificados con ella. No sé si porque es joven, si porque está en la trinchera de trabajo con los pacientes psicóticos, como ellos (o por ambas cosas). Sigue Ana diciendo que no cree que no debe haber menos de seis pacientes por grupo, que debe haber continuidad y pertenencia en ese trabajo que ella hace en el Hospital de Londres. Que el terapeuta debe ser más activo, invitando a hablar y sugiriendo temas a los pacientes psicóticos del grupo, que la contratransferencia group analítica en estos casos provoca fuertes ansiedades que es necesario controlar. Que la identificación de los pacientes con el terapeuta, ella la considera positivia. Que utilizan pinturas y role playing como técnicas auxiliares para comprender lo no verbal “como si fuera un sueño”, que ella está trabajando en coterapia y que lo considera una gran ventaja. Primero porque este tipo de pacientes es muy ávido, segundo porque los dos terapeutas pueden remedar, recordar figuras parentales y esto es positivo. Mientras la escucho yo siento que todo su lenguaje me es conocido desde hace muchos años. en parte lo siento (como lenguaje técnico) un poco perimido, repetido. Me es válido, pero lo siento ya anacrónico. Luego se habla de la contratansferencia psicótica y además sobre el tema de la hostilidad. Yo me pregunto si el coterapeuta que ella dice es un terapeuta auxiliar, un observador que puede interpretar también, una coordinación compartida, recuerdo el trabajo de intertransferencia de René Kaes, más tarde se lo pregunté a Ana María. Luego Ana María habla de la supervisión, que es realizada por un terapeuta externo al grupo, dice que además suele haber una discusión entre los terapeutas luego de la sesión grupal y también cuenta cómo los pacientes son recibidos en la sala de adultos. En cuanto a la técnica, dice que los pacientes, en general, no son seleccionados, pero que por ejemplo quedan afuera los pacientes con mucho deterioro, caso de las demencias, y que participan todos los miembros regulares de la sala.
Hasta ahora el clima que se percibe es bastante bueno, pero algo apagando, aplastante. Siento hambre y frío, de ir al baño, y supongo que muchos sienten algo parecido. Un alumno le hace tres preguntas a Ana: 1) si el terapeuta tiene que ser externo a la institución, 2) si se pueden hacer pequeños y grandes grupos con los pacientes, 3) si los coterapeutas pueden tener distinta formación.
Ana responde que no cree que sea necesario que el terapeuta externo a la sala, que no cree aconsejable más de 15 personas (para este grupo que ella plantea) salvo que sea un large group. Queda un poco pendiente la tercer pregunta, aunque ella dice que prefiere un coterapeuta con el mismo esquema conceptual, referencial y operativo, según lo aclara más tarde. Juan Campos agrega algo acerca del psicótico, si el psicótico responde como el neurótico y tiende a reproducir las reglas institucionales y Malcolm señala que los movimientos hacia la normalidad –según su forma de ver- en este tipo de grupo, es mínimo. La gente de Basurto plantea la experiencia en el grupo pequeño. Que no tienen grupo de seguimiento. Malcolm le pregunta a Ana si tiene experiencia en trabajar cuando los pacientes no diferencian entre sí mismos y los demás y Ana le dice que no, que no tiene un modo de trabajar es esas situaciones, con lo cual se cierra la reunión de métodos y aplicaciones del group analysis y se pasa al grupo de supervisión.
12ª Escena: Para el grupo de supervisión todos se vuelven a reunir en los despachos de los grupos pequeños. Yo le a Fernando Arroyabe pido trabajar con él.
Para mí es una oportunidad verlo trabajar ya que he tenido más oportunidad de charlar y discutir con los otros integrantes del Staff. Con Fernando en la supervisión diría -como síntesis- que lo he pasado muy bien. Era un “lindo grupo”. Yo tenía el problema de dónde ubicarme, de cómo trabajar y manejar la rivalidad con el coordinador pero Fernando creo que lo manejó muy bien. Me invitó a entrar libremente y creo que la comunicación circuló de manera fluida y creativa, fue una excelente experiencia, la supervisión. Creo que está muy bien pensada como parte del workshop, por otra parte era mi primera posibilidad de estar con los grupos pequeños más en intimidad, más cerca, la viví con mucho agrado. El hablar “de los pacientes” creo que nos colocó en posición de reflexionar sobre nuestros roles como “terapeutas” y creo que eso es positivo y es un buen lugar -la supervisión- para hacerlo. Luego de la supervisión se reunió nuevamente el Staff. Se charló un poco acerca de cómo había ido y se decidió que en lugar de terminar con un grupo grande terminara con un grupo pequeño (cambiando el programa previsto). Se reunieron en grupo pequeño. Yo me quedé solo en el despacho nuevamente. Aproveché para empezar a redactar estas notas. Luego, nos fuimos a cenar, a confraternizar y luego a dormir para, a la mañana siguiente empezar con el pequeño grupo de 8.15 hs. a 9.45 hs., con los que cerró la experiencia de pequeños grupos y del que no tuve mucho feedback.
13ª Escena: De 10. 00 hs. a 11. 00 hs. se realizó el “large group” coordinado por Hanne Campos, que lo hizo con bastante tino. Todo comenzó con una situación de silencio, una de las cosas que observé es que nos costó bastante a algunos miembros del Staff mantener la situación de silencio, salvo a Malcom, Hanne, Ana María y José Mari que, creo fueron los que más pudieron y/o quisieron mantenerla. Hubo intervenciones de Fernando, de Juan, mías, de José Guimón, creo que hubo como una situación de silencio. Después, mientras les leía estas notas a Hanne y Juan en el aeropuerto pensamos que este grupo, en parte había elegido como forma de despedida el silencio, que es también una forma de estar juntos antes de irse, antes de separarse. Al principio, no se sabía bien para qué era este grupo grande, ni cuáles eran las reglas de juego, si la confidencialidad de los grupos pequeños se iba a mantener o no, hubo intervenciones de los participantes planteando que ésta era una oportunidad de intercambio acerca de la experiencia y que no se podía trasplantar la experiencia del pequeño grupo al gran grupo. Yo diría (en términos de Pichon Rivière) una especie de “pretarea” sumamente interesante. Pero me quedé con algunos interrogantes ya que hay mucha gente que se quedó sin opinar lo que pensaba, Diría yo, algunos interrogantes que quedan para el próximo workshop. Despedida final, todo el mundo se va, nos reunimos con Hanne y José Mari a charlar y tomar un café en el hotel mientras esperábamos a Juan para ir al aeropuerto. Yo siento esta charla como parte de la continuación de la experiencia. Allí, José Mari nos explica la dificultad de su rol cuando tuvo que decirle a algunos integrantes que sí podían hacerla y a otros que no podían hacerla. ¡Qué papel difícil! pudimos hablar sobre distintos aspectos del rol del psiquiatra y del group analysis y de estas experiencias y se comprobó lo positivo que hubiera sido que José Mari hubiera estado en las reuniones anteriores, aún a pesar de no pertenecer al Staff prescripto de antemano. Finalmente, hablamos también de los enfermos incurables, de los crónicos y agudos; de la necesidad que se tiene en este caso también de ser asistido y de ser ayudado el coordinador, el terapeuta y todo lo que se puede hacer por los pacientes llamados crónicos y agudos en la práctica asistencial.
14ª Escena: Finalmente, el minigrupo con Juan y Hanne. Yo les leo en el aeropuerto mis notas mientras vamos a tomar algo juntos en la cafetería del aeropuerto. Nuestro avión sale casi a la misma hora y nos decidimos a charlar un poco para que yo les cuente estas observaciones de tal amanera de hacer una especie de “cierre grupal y compartido” de mi rol de reporter. Ellos, me sugieren que lo envíe lo más rápidamente posible en español, sin modificar demasiado, tal cual están estas sensaciones así escritas a los distintos compañeros del Staff, cosa que me permitió “aflojarme” y redactar esta comunicación.
Acordamos con Juan y con Hanne similitudes y diferencias de opinión acerca del “rol del que está en la frontera”. Lo declaramos necesario, útil tanto para las experiencias nuestras de Convergencia como para la Escuela de Pichon Rivière, como para estas experiencias de workshop grupoanalítico que acabábamos de vivir. Gracias por haberme invitado a compartirlo con ustedes.
¡Hasta la vista!
“Lo Grupal” 3, Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1986