1. Filtros
¿Qué sensaciones te produce a vos, corporalista, escultor de cuerpos en estado de arte, leer la frase: Los riñones filtran alrededor de 142 litros de plasma sanguíneo cada día, pero sólo eliminan cerca de 1,42 litros de líquido en forma de orina final? Te apunto otra frase para que estimules tu imaginación: Si el riñón se daña por algún metal pesado puede depurar en defecto -sobrecarga en el organismo- o en exceso -falta de electrolitos, lo que provoca problemas cardíacos, osteoporosis. Qué responsabilidad para un solo cuerpo, estarás pensando. ¿Querrías huir? Lamentablemente tu cuerpo te seguiría y te recordaría tu condición humana. Leé lo que sigue: Normalmente las proteínas en la sangre son demasiado grandes para pasar a través de los filtros de los glomérulos y se guardan. Cuando se dañan estos filtros, la proteína puede escaparse en la orina. Aquí va otra frase para coleccionar: La sangre es filtrada en cada nefrona y el riñón se compone aproximadamente de un millón de nefronas. ¿Cómo te cae eso del millón, cuando pensás en un pedacito de tu cuerpo? Aquí viene el plato fuerte: Se puede considerar al riñón como el resultado de la asociación de un filtro que es relativamente poco selectivo. Me parece que hemos llegado al punto. ¿Te dás cuenta? El filtro en el que depositaste tu confianza para una vida equilibrada y saludable, es poco selectivo. Entonces, si no es indiscreción, me pregunto: ¿En quién confiar para que te proteja, para que te cuide, para que seleccione lo que es beneficioso para tu Tono Vital?
2. Procesos de depuración y excreción dentro del aparato psíquico.
En la medicina psicosomática se denomina “lo renal” (Korovsky y Turjansky, 1971, extraído de textos del Dr. Luis Chiozza) a la representación de una modalidad de funcionamiento del aparato psíquico. Los autores suponen la existencia en el psiquismo de procesos de depuración y excreción que describen como “lo renal”. Suponen también la existencia de una fijación renal en el desarrollo y denominan “renalidad” al predominio que en un momento de la vida del individuo adquiere “lo renal”. Este proceso sería imprescindible para la primera etapa de la sublimación -formación de símbolos- y de la identificación. La sazón sería la vivencia adscripta al proceso de depuración renal. Los términos ganas y desgano son los habituales para hacer alusión a la sazón y desazón. El riñón es un órgano excretor, también la psique se comporta de un modo tal que adopta lo que cree conforme con ella y elimina lo disconforme. No conviene que inviertas los términos.
3. El Daño en el Tono Vital
Hace algunos años que vengo trabajando la idea del “Daño en el Tono Vital”, inspirada en un concepto que el Dr. Hernán Kesselman construye con el nombre de “Daño Psicológico”, cuyo paradigma en nuestros tiempos es lo que él denomina: SIDPA (Síndrome de Inmunodeficiencia Psicológica Adquirida) Este Daño en el Tono Vital, que podría también denominarse daño en la energía o en la confianza sobre sí mismo, trata de las pequeñas heridas o maltratos que se ejercen sobre la sensibilidad, que llevarían al perceptor a filtrar las sensaciones que le resulten molestas con el riesgo de desechar aquellas sensaciones que le dan vitalidad a su ser sensible.
El objetivo que persigo al nombrarlo es el de darle entidad gnoseológica, hacértelo visible, exponerlo como tema para tu reflexión y acción. Empleo este concepto para señalar algunos sentimientos, algunas sensaciones, algunos malestares, dolores, tan pequeños que los filtros dejan pasar sin acusar recibo de su dimensión para tu Tono Vital.
¿No te ocurre a veces que llegás a pensar para qué reaccionar ante algo que te hiere, porque no es para tanto? ¿No confiás en que “el otro/a” no se dé cuenta de que te sentís mortificado por su descuido, su desamor, un sentimiento tan insignificante que no vale la pena sentir?
Maltratos que no les das categoría de maltratos. Una larga espera en un hospital: “Todos lo hacen”, en un consultorio: “El médico viene retrasado”. Personas que no te avisan de sus demoras: “Suele ocurrir”, de sus ausencias: “Algo le habrá pasado”, gente que, con el pretexto del amor, te protege en exceso hasta inmovilizarte, “Cuidate, te lo digo por tu bien”. Así tendés a buscar razones, a justificar malestares, para calmar sentimientos que te resultarían extraños si te conectaras con ellos. El Daño en el Tono, el maltrato que se ejerce sobre tu Tono Vital, sobre tu disposición a dejarte afectar y a estar sensible, es “casi” invisible, no lo notás sino estás muy atento a él y con frecuencia podés juzgar inoportunos o susceptibles tus sentimientos de rabia, tristeza o miedo, cuando aparecen sin que localices las causas. Uno de los efectos de este Daño es que no discriminés qué situaciones, qué personas provocaron realmente esos sentimientos “inadecuados” y que te enojes, por ejemplo, con tu amigo, con tu pareja, en lugar de enojarte con quien afecta tu potencia de vida. Consecuencia de esto es que percibas tu sensibilidad más como un estorbo que como un estímulo de vida. Así te vas gestando una insensibilidad -psicológica y socialmente valorada como sana- que por un lado te protege y por el otro debilita la potencia de tus receptores necesitados de alimento para continuar desarrollando la vida y desplegar los potenciales creativos. Los filtros pueden colar a veces lo que te es beneficioso y llevarte a estados de estrés, de agotamiento del tono, de tristeza existencial, de falta de flexibilidad tónica para dar respuestas adecuadas a tu ser sensible. Triunfo de las fuerzas reactivas de la vida, diría Nietzsche.
4. Micropolítica de la sensibilidad: sensibilidad delegada, sensibilidad relegada
Tu ser sensible está viviendo un estado de inestabilidad que va en aumento.
A partir de la caída del muro de Berlín y de la desaparición del enemigo histórico de Occidente: la Unión Soviética y sus satélites, has visto emerger una nueva figura del enemigo. Ya no hay un enemigo “normal”. El nuevo enemigo de Occidente es un terrorista, un infrahumano, ubicuo, parecido a un marciano y ante él no hay filtros, sólo mísiles Tu sensibilidad empieza a estar insegura. No sabés qué tenés que sentir, qué tenés que hacer. No te preocupes. No necesitás ser sensible, sino tener buenos gobernantes. Ellos sabrán qué sentir, qué hacer por vos.
Si sos alguien que vive en un país desarrollado y gozás de los beneficios de esa vida, en tu corazón hay incertidumbre y miedo. Tenés pánico de perder tus privilegios, tu seguridad, tu bienestar. ¿Y qué hacés? Justificás cualquier conducta de tus gobernantes, en quienes delegás tu sensibilidad para sentir y reaccionar. Si sos alguien que vive en uno de esos países que está “fuera del círculo”, en tu corazón hay impotencia y temor a que te abandonen los poderosos y pagarías cualquier precio con tal de que éstos te ofrezcan protección y seguridad. Así delegás tu sensibilidad para autoprotegerte y cuidarte, en quienes requieren tu sumisión ciudadana y te piden que relegues tu sensibilidad a cambio de cuidado.
También te ocurre que la confianza que pusiste en los organismos que creías sensibles a tus necesidades –Tribunales de Justicia, Policía, Ejército, Ministerio de la Salud, de la Vivienda, de Acción Social, Comisión de Derechos Humanos, Cruz Roja Internacional, OEA, etcétera- fue frustrada por el empequeñecimiento del Estado y la deshumanización de las instituciones que produjo el Capitalismo salvaje. Creíste que existían mecanismos sociales seguros que funcionarían ante la violencia ejercida sobre la vida y creciste con esta esperanza. Habías delegado en esos mecanismos tu sensibilidad, tu capacidad para reaccionar y accionar ante lo que te hería, te despojaba, te mataba. Creíste que alguna autoridad reaccionaría, que algún organismo te defendería de la violencia, de la falta de alimento para tus hijos, de la imposibilidad de darles estudio, que alguna institución se ocuparía de tu salud y de la salud de tu familia, que alguien te daría amparo cuando tu vivienda fuera tragada por las aguas. En la espera, el potencial vital de tu ser sensible se postergó y tu disposición para reaccionar, para hacerte cargo de él, fue esfumándose. Esas instituciones creadas para defenderte, finalmente te exigían que fueras vos mismo el que se cuidara y se defendiera. De este modo, entre las instituciones que se iban descarnando, burocratizando y vos que cedías tu encarnadura, que relegabas la sensibilidad, se generó una máquina mortífera de inmovilización y desmovilización (¿para qué moverse? ¿para quién moverse?). Foucault denomina biopolítica y Deleuze, micropolítica a esta dimensión de la vida.
5. Filtros para una sensibilidad en crisis.
Con la delegación de la sensibilidad se te produce una herida en la confianza para sentir, afectarte y despertar conductas acordes. No comprendés los mensajes de tu cuerpo, tanto se desvitalizó tu capacidad de percibir. Del mismo modo que los receptores auditivos se embotan cuando hay un exceso de ruido, así las imágenes conmovedoras, inaceptables para tu humanidad, se naturalizaron y ya no las registrás. Sensaciones intolerables de todo tipo comienzan a ser rechazadas por tus receptores, no querés ver, no podés ver, no sabés ver. La crisis en la sensibilidad te produce extrañamiento, confusión. Esa insensibilidad no se condice con tus valores, no se corresponde con lo que creés de tu ser sensible. Tu energía para producir una respuesta vital se orienta más a la descarga -hacer muscular- que a la creación, más a la sedación que a la multiplicación de recursos para el entusiasmo. Así vas construyendo esa trama invisible que se cierne sobre tus ganas de vivir y en consecuencia sobre tu flexibilidad tónica, que pierde elasticidad y se estereotipa.
Observá lo que ocurre con el locutor del noticiero: con la misma sonrisa te da una noticia buena y otra terrorífica. Ahora te está diciendo que cien niños mueren de hambre por día en Argentina. ¿Qué sentís? Quizás la noticia te provoque tristeza, rabia. Quizás te sientas inerme, paralizado, desanimado. Quizás ya estés haciendo zapping en búsqueda de algo más liviano. Estás bajo el efecto de un Daño en el Tono Vital y lo expresás, como yo, a través de pequeñas renuncias al ejercicio de la confianza, de la dignidad.
El maltrato en la sensibilidad no te golpea sólo con objetos contundentes, sino con mensajes y actitudes que te hacen sentir inútil cualquier acción en defensa de la vida. No sólo vos, nadie está a salvo de infectarse. Muchos de nosotros somos portadores del silencio de los receptores, de la contaminación en las maneras de sentir, de las atonías o distonías de la sensibilidad. No sólo vos vivís en esta cultura que provoca una manera de sensoriar y que después la juzga como patología. Hacé memoria. ¿Cuántas veces con ánimo de cuidado y en nombre de valores altruistas, realizaste algunos chantajes afectivos, callaste una respuesta, no consideraste el tiempo de otros, hiciste una pequeña zancadilla a un colega no nombrándolo?
6. Anticuerpos
Esta infección en la sensibilidad va generando anticuerpos. Empezás a sentir que un juez que libera a un corrupto atenta contra tus ganas de vivir, que un niño que muere de hambre hiere tu sensiibildad, que la infelicidad del desocupado te hace infeliz, te desanima, que perdés tu confort cuando vés a alguien dormir en la calle. Te vas dando cuenta que el Daño en el Tono Vital te llevó a aislarte, a relegar tu sensibilidad, a empobrecer a tu ser sensible.
La violencia impercerptible emerge y empieza a hacerse más visible. Por eso ves proliferar los grupos de autoprotección, de solidaridad. Personas afectadas en sus propias carnes reaccionan agrupándose, creando redes, exigiendo se cumplan las condiciones para que la vida se torne vivible.
7. ¿Qué puede el analista del cuerpo?
Quizá concienciar la existencia del fenómeno del Daño en el Tono Vital, interrogar la insensibilidad de los que lo consultan, singularizarla sin hacerle perder su carácter de fenómeno social, ayudar en la construcción conjunta – terapeuta y paciente- de redes con nuevas sensibilidades para el ejercicio de la vida.