El concepto de Ecología (de oikos: casa) se reserva para reflexionar sobre cuestiones que se refieren a la protección del medio ambiente y a las acciones que la aseguran, con la idea de que entre las personas y su entorno natural se establece una interacción que facilita o dificulta el desarrollo de la vida y que, por lo tanto, es necesario defender el hábitat de su deterioro, contaminación, maltrato, en fin, de todo aquello que haga invivible el planeta.
Si bien la expresión Ecología habitualmente se utiliza en este sentido y abundan las organizaciones que se ocupan de mantener el alerta de los habitantes del planeta alrededor de esta temática, el concepto se hace complejo cuando se despliega en torno a la idea de la Ecología Humana. Gregory Bateson (“Pasos hacia una ecología de la mente”) dice: “existe una ecología de las ideas nocivas, así como existe una ecología de las hierbas dañinas” y la denomina Ecología Humana. La Ecología Humana hace visible una dimensión micropolítica y singular del hábitat: el hábitat personal, privado y hasta íntimo, que es atravesado y contaminado diariamente de muchas maneras.
“Lo que está en cuestión es la manera de vivir de aquí en adelante sobre el planeta… Se trata de conjurar por todos los medios posibles el crecimiento entrópico de la subjetividad dominante… tratar de reapropiarse de universos de valor en el seno de los cuales los procesos de singularización podrán reencontrar consistencia. Nuevas prácticas sociales, nuevas prácticas estéticas, nuevas prácticas de sí en la relación con el otro, con el extranjero como el extraño: todo un programa que parecerá muy distante de las urgencias del momento y sin embargo es en la articulación de la subjetividad en estado naciente, del socius en estado mutante, del medio ambiente en el punto en que puede ser reinventado, donde estará en juego, la salida de las crisis mayores de nuestra época.” (Guattari: “Las tres ecologías”)
Ecología humana