La práctica de la eutonía pone uno de sus focos en el desarrollo de la conciencia del hueso, que trata de lograr a través de diversos recursos. Hasta Gerda Alexander, las prácticas corporales dejaban al hueso a la biología, a la biomecánica, al cadáver, pero Gerda se agencia del hueso para la vida. La conciencia del hueso abre a la percepción de las personas sensibilidades de consistencias, de espesores, de volúmenes, de geometrías, de sostenes, de direcciones, de motores de movimientos, de pesos, de formas. La flexibilización del tono corporal y el movimiento eutónico encuentran una vía de abordaje privilegiada en las técnicas para el desarrollo de la sensibilidad ósea. Esta conciencia fortalece el sentimiento de la fuerza interior y sostiene el tono, por lo que se trabaja muy tempranamente en las prácticas eutónicas.
Algunos recursos para el desarrollo de la conciencia del hueso:
Inventario de los toques que se producen sobre el cuerpo y desde el cuerpo hacia el exterior.
Se buscará que la persona preste atención a las sensaciones que se le despiertan por efecto de los toques del suelo y otros objetos en diferentes zonas de su superficie corporal y que vaya discriminando, con la mayor fineza posible, los matices y transformaciones que se van produciendo a medida que su cuerpo cambia de postura, se relaja y es impactado por los toques y por la sensibilidad que se genera durante el inventario. Del mismo modo se orientará la atención de hacia los toques del cuerpo en la dirección del suelo y de otros objetos.
Inventario de huesos y otras consistencias.
Durante la práctica de la eutonía las personas son invitadas a registrar sus huesos ayudados por los toques del suelo y de otros elementos. A través de las consignas pueden tomar conciencia de la presencia de sus huesos y ponerse en contacto con formas, planos, volúmenes, distancias, direcciones, contrastes de consistencias de los distintos tejidos, articulaciones.
Palpar el hueso.
Las manos recogen información de los huesos, captan la consistencia del tejido óseo y las diferencias con otros tejidos, registran los contornos y pueden contactar con partes del hueso que no alcanzan a tocar. A través de la palpación es posible captar las direcciones de los huesos, su orientación en el espacio interno.
Registro de direcciones de los huesos.
Los huesos tienen una dirección hacia el interior del cuerpo, que es posible registrar: la orientación del fémur en el interior del muslo, de las vértebras en el interior del tórax, del húmero en el interior del brazo, de los huesos de la cabeza en el interior del cráneo. La percepción de que los huesos están orientados en diferentes direcciones, según los movimientos, según las estructuras corporales permite arribar a otra de las técnicas de la eutonía: la proyección de la dirección del hueso hacia el exterior (y viceversa). Este trabajo facilita un estado de liviandad y un movimiento con menor esfuerzo, bases para la generación del movimiento eutónico.
Completar el hueso.
Desde el toque de una parte del hueso se trata de abarcar su volumen, otras caras del hueso, el espesor, calidades a las que no se puede llegar de modo directo. sino a través del desarrollo del principio del Contacto consciente. Mediante la práctica del Tacto y del Contacto, al tocar la apófisis espinosa de una vértebra es posible sentir el conjunto de la vértebra o desde el trocánter del fémur, captar la articulación de la cadera. Esta ejercitación supone una amplia conciencia de los espacios internos y del sentido de la tridimensionalidad corporal.
Vibración en los huesos.
Las vibraciones en los huesos son un recurso muy rico para despertar la conciencia ósea y en consecuencia la vitalidad de los huesos. Son toques rítmicos, en la dirección adecuada. Es decir, si se desea llegar desde la planta del pie hacia la parte superior de la tibia, será necesario que la dirección de la vibración sea en esa dirección. Los toques pueden ser desde muy suaves a más fuertes, desde la cara externa de un hueso a su cara interna, desde la localización de una parte de un hueso accesible hacia otra parte inaccesible. Requieren un conocimiento práctico y teórico de la anatomía.
Palmoteo.
Es otro tipo de toque rítmico para despertar la tonicidad de los huesos. Se realiza con la palma de la mano o con los dedos. Su objetivo es estimular la zona en la que se produce. En un trabajo de conciencia corporal es importante observar sus efectos hacia otros tejidos corporales, por lo que se invita a la persona a registrar no sólo el toque y los efectos locales, sino a descubrir los efectos a distancia y la duración y calidad de los mismos.
Dibujos con partes del hueso. El camino a los motores de movimiento.
A partir de un inventario óseo se dirige la atención del alumno hacia un hueso o hacia una parte de él. Se trata de captar su dirección en el interior del espacio corporal y la relación con la musculatura superficial y profunda. Se lo toca para afinar más su localización y luego se intenta esbozar un dibujo, un movimiento, con el hueso o con la parte del hueso elegida. Esta práctica aumenta los recursos corporales para los movimientos, ayuda a eliminar esfuerzos en las acciones y favorece la eliminación de fijaciones de tono, al permitir reemplazar motores de movimiento.
Práctica del Transporte.
Estímulo del reflejo de estiramiento mediante movimientos de rechazo contra una superficie dura o contra otro cuerpo. Desarrollo de la conciencia global.
Otros recursos:
El dibujo de la figura humana localizando huesos. El modelado de huesos con arcilla. La emisión de sonidos y vibraciones con la voz. La observación de láminas y huesos. Microestiramiento Microdeslizamiento. Deslizamientos del hueso en diferentes direcciones.
Principios de la Eutonía: La conciencia del hueso