“Martín tiene 23 años, pero escribe tangos. Con su mejor acento canyengue, me recita uno […]: Y que querés que diga / si allá me están trampeando / y acá me están fallando / y ya no sé qué hacer / y ya no sé qué hacer. Cuando escribió esta letra, el allá era Buenos Aires y el acá era Madrid., donde Martín fue a parar a los 12 años y de donde acaba de volver hace pocos días para quedarse. El tango de Martín se llama: “En la mitad” y termina diciendo: No soy de acá / ni estoy allá / y tanta ausencia la tuve que pagar / y este es el precio : desarraigo y soledad. Martín es uno de los protagonistas de ese silencioso drama nacional que se ha dado en llamar el de los hijos del exilio […] El padre de Martín es Hernán Kesselman, un eminente psicoanalista argentino que, como miles de profesionales vernáculos , tuvo que irse del país en el año aciago de 1976. Diez años después, bien instalado en España, donde fundó la primera escuela española de Psicología Social y donde había conquistado una seguridad económica y un prestigio profesional envidiables, Kesselman sorprendió a colegas y amigos con la decisión de volver a vivir y trabajar en la Argentina. Ahora que está en Buenos Aires con su familia la pregunta es obvia. Hernán Kesselman se ríe -¿Por qué volviste? – repite – Parece un tango aunque en los tangos es más bien al revés : ¿Por qué te fuiste? O ¿Cuándo te volveré a ver? En España la pregunta tenía otra inflexión sobre todo por parte de los compatriotas “anclaos” en una madre patria que actualmente ofrece perspectivas de todo tipo, incomparable con lo que hay aquí. ¿ Qué vas a hacer a ese país de m..? Kesselman no lo ve tan drásticamente quizás porque todo exilio constituye un curso acelerado de desprendimiento de lo material y porque ha aprendido a relativizar las cosas que importan. Sabe que al abandonar su situación en España está sacrificando mucho que no le costó poco conseguir […] Algunos amigos suyos todavía no entienden porqué volvió, pero el cree que las razones afectivas son buenas. -Además para mí la fuerza sigue pasando por acá. […] -Pero acá las condiciones malas son crónicas, no son de ahora. Yo crecí con esas condiciones, pero en esas condiciones también se dieron situaciones de compromiso, de ingenio, de salir a flote. Acá me encuentro con una forma de pensar, de ver las cosas, que es la de un país dependiente, pero que es la mía y que tiene sus valores. Me siento en mi lugar. […] -La patria no es solamente el lugar que te hace bien. sino también es el lugar que querés ver bien. […] El mismo hecho de fundar una escuela de Psicología Social en España había sido un antiguo proyecto de Pichón Rivière. -La identificación con Pichón es muy grande. Pichón también fue un exilado que fue a parar a la Argentina de chico y que asumió lo argentino como su raíz irrenunciable. Y, como yo, es un melancólico que hace de la tristeza una de las bases de la creación. Ahora que está de vuelta en su país, admite algo de nostalgia por España. -Creo que estamos partidos emocionalmente, en cuanto a la identidad. Ya somos en parte españoles…”
Fragmento de un artículo (para el diario Río Negro) publicado el 15 de febrero de 1987 con el título “El tango familiar de la vuelta”.
Del libro de Hernán Kesselman, “La Psicoterapia Operativa” (dos volúmenes) I. “Crónicas de un psicoargonauta” y II. “El Goce Estético en el de Curar.”, Editorial Lumen-Hvmanitas, Buenos Aires 1999.