Ahora, las ciencias complejas – La crisis de los paradigmas según Morin

¿Cómo entender la crisis de los sistemas de creencias en la década del 90?
-Es evidente que hay una crisis de los diferentes modos de pensamiento. El problema clave es la reformulación de las estructuras y de los modos de pensamiento. Es un momento en el proceso de los paradigmas, es decir, en los conceptos fundamentales y los modos en que se asocian, de manera tal que condicionan en forma no manifiesta los pensamientos, sus posibles relaciones y las posibilidades de vislumbrar alternativas diferentes. Hay una crisis del modo de pensamiento de la ciencia clásica. Si bien esta crisis comenzó en el mundo de la microfísica, está expandiéndose a todos los dominios. Esta crisis ha irrumpido proponiendo una reconsideración del determinismo y del mecanicismo, pero es una crisis del pensamiento cientificista. El pensamiento cientificista es aquel que, por un lado recorta, cataloga y, por otro, reduce y separa. En la escuela, en la universidad, aprendemos bien a separar las cosas. Lamentablemente, no aprendemos a reunirlas, a enlazarlas, a religarlas. Estamos acostumbrados a reducir nuestras visiones complejas a un elemento simple más que a construirlas y perdemos así la posibilidad de ver las interacciones y totalidades.

En este contexto, ¿cómo explica el desarrollo y la evolución de su pensamiento?
-Podría describir mi evolución a partir de un proceso de toma de conciencia que me ha permitido nombrar los problemas que vivía, pero de los cuales yo no tenía conciencia. Por ejemplo, cuando hice ciertos estudios sociológicos sobre una comuna en Bretaña fui comprendiendo que el problema de estudiar una comunidad era muy complejo, porque no debía perder los caracteres singulares de esta comuna. Si perdía las características singulares, perdía las relaciones con el contexto. Era, entonces, necesario integrar esta comuna en la historia. Resultó imprescindible que tratase de integrar todas las dimensiones -económicas, psicológicas, etcétera- es decir, realizar un trabajo multidimensional. También era necesario que me interrogase, yo observador, acerca de mí mismo, porque estaba tan implicado que ponía en juego hasta factores de simpatía o de amor. Por lo tanto, esta situación me forzó a diseñar un método complejo. Sin embargo, en ese momento no me había puesto a considerar esta noción de complejidad, no me venía a la mente. Más tarde trabajé en un libro sobre el hombre y la muerte, un libro en donde encaraba al hombre como ser biológico y como ser físico a la vez; como ser mortal, pero al mismo tiempo como ser que nace a la muerte en sus mitos y en sus sueños. Allí también estuve obligado a tener un pensamiento complejo. Por ejemplo, no podía hacer un trabajo disciplinario, no tenía sentido, era necesario abrevar en los trabajos de etnología, de antropología, de geografía humana, de historia, de historia de las ideas, de historia de las religiones, de los mitos, del psicoanálisis (y no sólo el de Freud, sino también el de Jung, el de Rank). Entonces, fue necesario que hiciera, en realidad, un trabajo complejo. A partir del momento en que comencé a trabajar en el proyecto de El Método traté de describir el pensamiento complejo, pero este método no podía ser una metodología, es decir un programa que diga cómo pensar. Cuando uno lee el Discurso del Método de Descartes, hay un programa que propone dividir las dificultades en pequeñas partes y tratarlas separadamente, etcétera, etcétera. Entonces, en realidad, el método del pensamiento complejo es una ayuda al pensamiento individual. Se puede decir: “¡Atención! ¡no simplifique, no mutile, no disocie!”. Se pueden proponer algunos principios de pensamiento; es lo que he intentado hacer. Si bien pareciera que se trata también de un programa, como El Discurso, no es lo mismo, no sucede en el mismo nivel que el del pensamiento cientificista. El pensamiento cientificista no es jamás conciente del paradigma que lo gobierna, cree estar totalmente dentro de la objetividad, en la verdad. El problema del pensamiento complejo, en cambio, es el de tomar conciencia de que hay paradigmas y que si el pensamiento complejo puede desarrollarse es porque hay un refinamiento paradigmático. Esto establece una diferencia muy grande. Tuve que tomar conciencia de esta problemática en el camino. Y así tomé conciencia, justamente, del problema paradigmático; la cuestión pasó a ser entonces, intentar clarificar esta problemática del pensamiento oculto, del mandato oculto del pensamiento. Recién entonces pude desarrollar el tema del “conocimiento del conocimiento” y concebir, así, la idea de la búsqueda de un punto de vista que permita englobarse a sí mismo, sin ser jamás un metasistema cerrado y definitivo. Fue en el proceso de esta investigación, de esta trayectoria, de este “viaje”, donde pude elaborar un cierto número de nociones que se convertían en claves para mí, que no operan una ruptura con lo que era antes, pero que me permitían desarrollarlas y ser conciente de ello.

LAS CIENCIAS COMPLEJAS
¿Qué posibilidades ve para el desarrollo de una ciencia compleja?
-En realidad, ya hay ciencias que han podido desarrollarse sobre esta base organizacional. Hay tres: la primera es la ecología, que “encontró” poco antes del fin de la Segunda Guerra Mundial la idea de ecosistema. La idea de ecosistema supone que todas las interacciones entre los seres vivientes y su medio geofísico constituyen en los hechos un sistema que se autorregula, se autoproduce, se autodefiende, se automodifica. Entonces, una vez que se tiene el concepto de autosistema, es posible concebir el vínculo entre los vegetales, los humanos, las bacterias, etcétera… He aquí una ciencia de nuevo tipo. En una ciencia tal es necesario utilizar las competencias del botánico, del bacteriólogo, del geólogo; pero es evidente que el ecologista es policompetente y al mismo tiempo va a abrevar en las competencias más especializadas. La segunda ciencia compleja es la ciencia de la Tierra. Durante mucho tiempo, la geología, la meteorología, la vulcanología, la ciencia de los terremotos eran ciencias separadas. Hasta el momento en que se pudo pensar que la Tierra era un sistema organizado muy complejo, con su núcleo, etcétera, y que todo estaba en interacción. Se reparó en que no había sólo este fenómeno de la deriva de los continentes, sino que había movimientos verticales de todas clases y se pudo concebir a la Tierra como una unidad orgánica. Esto permitió reunir juntas a la vulcanología, la ciencia de los terremotos, la meteorología, etcétera.
El tercer caso es más complejo porque es una organización desorganizada, se trata de la cosmología moderna: porque se ha descubierto después de todo una cosa sumamente importante, y es que estamos en un universo singular. Es decir, es singular porque tiene un comienzo muy difícil de comprender, tiene un devenir y ya no se sabe hacia dónde, por lo tanto tiene una historia; no es algo amorfo y neutro, no es espacio y tiempo, ¡no! Incluso, el tiempo mismo nació en un momento dado, no se sabe demasiado cómo.

¿Poder plantearse interrogantes complejos posibilita pensar problemáticas complejas y comprender de otra manera?
-Estamos en un universo donde se plantean problemas de organización y, desorganización a la vez. Es decir, ¿cómo nacieron las primeras partículas? ¿cómo nacieron los núcleos? ¿cómo se formaron? Entonces se hace posible comprender de otra manera. Antes había una ley de la gravitación, una ley de electromagnetismo, pero eran leyes separadas, hoy se piensa que esto ha surgido a partir de las interacciones que se produjeron en un momento dado entre esas partículas, nacidas ellas mismas a partir de una especie de descomposición, del vacío, de lo lleno … poco importa. Por lo tanto la cosmología se convierte en una ciencia que, en el corazón de sí misma, es organización y desorganización, incluso es muy rica porque nos muestra que la organización y la desorganización están muy ligadas.

¿A esto se refería en El Método?
-Desorganizándose se organiza el universo. Es a través de esta explosión, de esta dispersión, esta agitación que, en las galaxias, en las estrellas, en un desorden formidable, nacen los primeros átomos de carbono, etcétera… He aquí también una ciencia: toma elementos de la microfísica de laboratorio, de la astronomía de observación, de la radiotelescopia.

¿Cómo caracteriza la situación en las ciencias sociales?
-A mi entender, también se podría hacer una ciencia antroposocial. Encuentro que es totalmente ridículo que haya una historia, una sociología, una psicología. Bien entendido, hay una dimensión histórica, una dimensión sociológica, hay una dimensión psíquica, es indiscutible. Pero todo eso es absolutamente interactivo y en relación. Es más, yo diría incluso que esta ciencia antroposocial es al mismo tiempo una ciencia bioantroposocial, porque no debe olvidarse, jamás que somos seres vivientes.

¿Qué efecto ha tenido, en su criterio, el paradigma simplificador sobre nuestra posibilidad de pensarnos a nosotros mismos en las ciencias sociales, la psicología, etcétera?
-Sufrimos, porque el paradigma clásico nos obliga a disociar totalmente lo biológico y lo mental o cultural. Un aspecto se estudia en facultades de biología y los otros en facultades de ciencias humanas, y el cerebro es enviado a la biología y se envía la mente a las ciencias humanas. No se comunican; entonces hay algo de grotesco en esta situación, y debemos intentar establecer relaciones.

¿Cómo se instala un paradigma como un modo diferente de considerar las cosas?
-Un paradigma existe como paradigma una vez que enraizó bien el espíritu humano, es decir, cuando el sistema de educación lo vuelve absolutamente normal. En este sentido el paradigma de complejidad no existe todavía. La revolución copernicana, por ejemplo, fue una revolución paradigmática. Pero, ¿qué cambió fundamentalmente? Lo que ha cambiado fue la relación lógica de subordinación. A partir de aquel momento, la Tierra y el hombre ya no estaban en el centro del mundo, se volvieron subordinados. Esa es una revolución paradigmática, sin siquiera cambiar el concepto, cambia la relación lógica, la primacía y la subordinación y cambia todo, porque en ese momento se debe repensar todo el mundo. En ese mismo momento sucedió el descubrimiento de América, se descubrió que había civilizaciones formidables en México y en los Andes, que la civilización no era sólo la de los países europeos cristianos. A partir de esto hubo que hacer una reconversión mental y hoy, evidentemente, debemos hacer una reconversión todavía mucho mayor porque el sol no está más en el centro del mundo y debemos repensar todo.

¿Es posible pensar que con todas las fracturas y quiebres que se han producido en las “ciencias duras” el paradigma reduccionista haya entrado en un proceso de disolución?
-El paradigma de la simplicidad es un muerto que no está muerto, que vive siempre, y el paradigma de la complejidad es un vivo que no vive todavía; es una relación muy confusa, una relación orgánica. Pero tal como veo las cosas, diría incluso que, a menudo, hay científicos que creen estar en el paradigma clásico en sus trabajos, pero ya están más allá. Por ejemplo, Einstein aparentemente es un defensor del paradigma clásico, pero todo lo que ha hecho va más allá, porque ha demostrado que no hay ningún punto privilegiado desde donde se pueda contemplar todo el universo. Ha demostrado que materia-energía no eran más una dimensión sustancial, pero se remitían una a la otra. O bien hoy hay un matemático como Thom que está por el determinismo, pero todos sus trabajos muestran un construir de la ruptura, la innovación. También hay confusiones… a menudo la gente no es conciente de las revoluciones que hace. Creen ser todavía conservadoras y hacen una revolución y viceversa, personas que creen hacer una revolución y son todavía conservadoras. Los procesos de cambio también son multidimensionales y complejos. Le daré como metáfora de la situación actual un acontecimiento que me golpeó mucho durante la Segunda Guerra Mundial: la batalla del Mar de Coral. Después de Pearl Harbour, los japoneses ganaban en todos lados y los norteamericanos huían del Pacífico. Hubo entonces una gran batalla entre la flota norteamericana y la flota japonesa. Los barcos estaban aislados, todo esto era el combate de cada uno contra todos. Nadie podía discernir cuál era el resultado de la batalla, cada uno conducía el combate por su lado. Y al cabo de unos días, como la batalla continuaba, el almirante japonés decidió batirse en retirada. La batalla era absolutamente indefinida, entonces se decidió que era una victoria norteamericana porque por primera vez los japoneses retrocedieron. Estamos viviendo la batalla de Coral: en todos lados están en marcha nuevos sistemas de pensamiento, y en todas partes los viejos modos de pensamiento resisten, todo está mezclado, todo está embarullado, no se tiene una visión de conjunto. El porvenir nos dirá el sentido. Porque un cambio de paradigma, un verdadero cambio de paradigma, es una revolución circular, no sucede en un día. Si uno toma la revolución que partió del Renacimiento, del Quatrocento italiano, bueno ¡llevó dos siglos para realizarse! Hoy tenemos una revolución por lo menos tan importante, diría incluso casi más importante, pero llevará mucho tiempo para operarse.

LAS METÁFORAS DE LA COMPLEJIDAD

¿Cuáles son a su criterio las metáforas que permiten hacer referencia a estos procesos?
-El torbellino, la dialógica y el holograma.
¿Cuál es el sentido que le da a su metáfora del torbellino?
-Elegí la metáfora del torbellino porque describe un movimiento permanente que mantiene la estabilidad de los constituyentes. El torbellino es un fenómeno permanente de organización espontánea. Es un movimiento a partir del cual se puede desprender la idea del bucle, es decir la idea de los procesos que llamo recursivos, donde cada efecto es a la vez causa y producto. El paradigma de la complejidad permite comprender que un sistema se autoproduzca, porque cada momento es una consecuencia y al mismo tiempo un comienzo. Por ejemplo, somos los productos de reproducción de uniones sexuales que producirán nuevos individuos, y somos siempre producto y productor. Entonces, a mi entender, la metáfora del torbellino y del bucle permiten describir estos procesos. Una segunda metáfora, la tomaré de la dialéctica y la denominaré “la dialógica”. La denomino dialógica, para abandonar las simplicidades de la dialéctica, que ha causado muchos malentendidos. El principio dialógico supone colaboración-conflicto. Cuando hay dos principios que son heterogéneos, que incluso están en conflicto y que no obstante colaboran, estamos ante una colaboración conflictiva. Este conflicto está en nosotros, entre el individuo y la especie, entre el egocentrismo y la necesidad de darnos a otro y que, creo, es el principio dialógico. Podemos describir un tercer principio, referido a la imagen del holograma. El holograma es una imagen, donde cada punto contiene la información de todo el objeto, lo que hace que cuando se corta el holograma en dos, no se obtiene media locomotora, por ejemplo, sino dos locomotoras, o cuatro locomotoras, si se vuelve a cortar. Este es un principio clave, porque es también lo que ocurre en la vida: cada célula de la piel, del hígado, del cerebro, contiene toda la información genética, lo que quiere decir que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte. Igualmente ocurre con nosotros en tanto células sociales, desde el nacimiento, es la sociedad, en tanto que todo que entra en nosotros; es decir, la cultura, los hábitos, el lenguaje, la educación, etcétera… comienza con la familia y continúa. No tenemos en nosotros la totalidad adicional del saber social, no conocemos todas las leyes, pero el todo en tanto que todo está presente en nosotros. La célula de mi piel es singular, la célula del pelo es singular, y sin embargo contiene el todo. En mi opinión, la singularidad se expresa en el principio hologramático, pero diría que, más aún la singularidad es originalEstamos en un universo singular. Eso es una de las grandes adquisiciones de la cosmología moderna: se está en un universo singular. Este universo existe con su orden y su desorden, en función de su singularidad. Sin embargo, este universo singular porta en él factores de disimetría, el reparto de los elementos, a causa del desorden original, no es regular. Se puede decir que cada galaxia tiene su singularidad en este universo. Por lo tanto, ya en el plano material desde el nacimiento de la vida hay singularidades, y se ve que incluso hay bacterias que son una singularidad propia, y que el desarrollo de la singularidad forma parte de la individualidad del ser viviente. También debemos reconocer la singularidad como la raíz de todas las cosas, hemos abandonado este universo de las leyes generales. La idea de especie no es una idea general, es una idea genérica, es un pattern singular que trata los individuos singulares. Es decir, en distintos aspectos, lo general y lo singular está estrechamente mezclados. Y ahí es cuando más nos damos cuenta de que todo progreso de complejidad necesita mucho de la diversidad y mucho de singularidad. Todo lo que ha sido hecho para reorganizar ha sido destruido. Por ejemplo, cuando se realizó la “revolución verde” en agricultura, para el arroz, el trigo, los cereales, se creyó que había que tomar el mejor espécimen y desarrollarlo, sin embargo ante las plagas, las cosechas fueron afectadas, y es que en la base es la diversidad genética la que permite la resistencia. De igual modo, es gracias a la diversidad genética humana que se han podido resistir las pestes, todos los azotes, todas las epidemias que llegaron.

Suplemento “Futuro” (“Página/12”)
Sábado 3 de abril de 1993
Los subrayados los realizó Hernán Kesselman.

Ahora, las ciencias complejas – La crisis de los paradigmas según Morin
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