Creo que ya tienes el perfil de mi currículo al principio del extenso manuscrito. Dices que querrías una descripción más detallada de mi vida, que, por supuesto, estoy encantado de darte, aunque puede que resulte aburrida e irrelevante.
Siempre me he sentido bastante extranjero en Londres por ser de familia sueca. Mi padre era un comerciante de madera llegó a Londres desde Suecia, antes de la Primera Guerra Mundial, con 70 libras en el bolsillo para buscar y encontrar trabajo. Soy del linaje de los Hugonotes que emigraron a Suecia hacia 1640, ya por aquel entonces pertenecían a una antigua familia francesa. Bastante interesante el primero, Jack le Bel: un aristócrata de una pequeña ciudad francesa, casi tocando a Bélgica, llamada Mare; era muy buen espadachín, por eso cuando llegó a Suecia encontró trabajo como maestro de esgrima en la Corte.
Le Bel es en realidad un grado de esgrima; significa que uno es capaz de mover el florete alrededor de la hoja del contrario con un giro de muñeca y arrancársela de la mano. Hay muy pocas personas que saben hacerlo y creo que es así como pudo sobrevivir, enseñándole a la Corte.
Parece ser que mi padre se quedó huérfano a muy temprana edad. Él procedía de una familia de origen noble y cualquier persona en Suecia con el mismo apellido era pariente suyo, incluso el Le Mare que fundó el Ballet Sueco en la misma época mas o menos que Diaghilev y Nijinski. Fue un hombre muy rico; de hecho, parece que a muchos de ellos les fue francamente bien, tengo ocho parientes en Suecia y todos son médicos.
Una de las características de los Hugonotes es su carácter fuerte; tienen algo de mal genio y son testarudos. Mi padre, creo que el más joven de once hijos, llegó a Hampestead a los diecisiete años. Vivía en una pequeña ciudad sueca muy triste donde la actitud y chismorreo de su gente le deprimían, ese fue el motivo por el cual se interesó en ir a la rica Londres en aquel momento. Encontró alojamiento en Hampestead y en muy poco tiempo le empezó a ir bien el negocio del comercio de madera. Es bastante interesante que, años más tarde, en la depresión de 1931, aunque era del partido conservador, advirtiera a la empresa para la que trabajaba, de que si en aquel momento no trataban de conseguir la representación de la madera rusa, la empresa, Churchill y Sim, iría a la quiebra. Adoptaron su propuesta y le gratificaron convenientemente. Siempre tuvimos una buena posición económica y mi padre invirtió su dinero en nuestra educación, una muy buena educación, por cierto.
Recuerdo un curioso incidente cuando tenía dos o tres años en 1918 o 1919, justo al principio de la Guerra: cuando entraba con mis padres, mis dos hermanos mayores y mi hermana mayor, en Harrods, una tienda muy cara, afuera, ante la entrada principal de Knightsbridge, vi (y me sentí muy deprimido o tal vez asustado) un grupo de unos ocho mineros del carbón cantando con fuertes voces las desgracias de la vida de un minero de carbón. Entramos y recuerdo que almorzamos.
Había una pequeña orquesta tocando en el restaurante de Harrod’s, todos iban de uniforme rojo y me quedé horrorizado por el contraste. No podía comprenderlo. En aquel momento yo conocía los problemas sociales y creo que los niños, incluso los más pequeños, conocen las características sociales del mundo en el que viven. Recuerdo que me quedé horrorizado por ello y que me di cuenta de que la cantidad de dinero que se estaba gastando en nosotros podría servir para la comida de muchas semanas de los ocho mineros del carbón. Por aquellos tiempos Londres, a causa de la niebla, era un lugar que daba miedo, sucio y deprimente. Pero también recuerdo que salí corriendo de la mesa donde estábamos comiendo, me acerqué a la orquesta durante un descanso, saqué del estuche el violín del primer violinista ya que había muchos hombres de uniforme tocando, y, por supuesto, estaba terriblemente intrigado por ese violín. Me pareció como si fuera un símbolo de aquellos mineros; el miedo, la dureza de sus vidas y la fuerza de sus cuerpos… casi me hacían sentir culpable de tener dinero y de conseguirlo en una oficina con papeles y teléfonos, vida que me parecía muy fácil. Y así creció en mi una gran admiración por aquellos sucios mineros porque para mí la suciedad representaba fuerza física.
Digo todo esto por el conocimiento; yo no podía tener mas de tres años pero lo entendía todo a esa edad y no creo que fuera nada excepcional: muchos niños están, literalmente se podría decir así, absortos por la política, la situación económica del mundo, la de Londres…aunque vivíamos tan felizmente en Wimbledon o Putney. Bueno, en realidad, yo nací en las afueras de Wandsworth, y no tenía ni mucho menos el deprimente efecto que tenía el centro de Londres en aquel momento.
Entonces había conflicto entre lo que podríamos llamar la clase media, de empresarios, y la clase trabajadora. Por supuesto yo era de la clase media, pero la gente de clase media, los empresarios son los miembros cualificados de la clase obrera y los burgueses no son enemigos de la clase trabajadora aunque a menudo se identifiquen tontamente con los capitalistas que son los dueños de los medios de producción. De hecho, los empresarios tienen un lugar social, así que la división que hay entre la clase trabajadora y la clase media es verdaderamente ridícula. Y, por supuesto, la perpetuación de esta división conduce a la separación y al enfrentamiento, lo cual es muy funesto porque la clase media necesita el respaldo y la fuerza de la clase trabajadora y , ciertamente, la clase trabajadora necesita la inteligencia y la técnica de la clase media.
El mismo tipo de problemas, por supuesto, prevalece en el tema racista: separa y enfrenta, y parece que la gente no pueda, como sucedió, descubrir al enemigo común; según mi opinión, el enemigo común de todos nosotros no es en realidad el capitalismo, como señaló Lenin, sino el grupo de los capitalistas financieros, a saber los banqueros, a quienes se les ha permitido multiplicar por diez las cuentas de ahorro, de manera que han hecho dinero literalmente, además del interés; es por ello que los banqueros están realmente en un estadio totalmente diferente y distinto que los capitalistas.
Creo recordar haber pasado gran parte de mi primera infancia en el cuarto de los niños. Mi hermana estaba muy enferma de tuberculosis, tuberculosis bovina, y yo pasaba mucho rato con mi niñera, a la que odiaba cordialmente y que realmente era muy cruel.
No veía mucho a mis padres. De alguna manera me sentía casi como un huérfano aunque vivíamos muy bien, nunca pasábamos hambre ni cosas así. Vivíamos en una encantadora mansión con un bonito jardín. Recuerdo que cuando tenía unos cinco años miraba el jardín por la ventana y pensaba que cuando creciera nunca me iba a aburrir como me pasaba en aquellos momentos. Mi padre, en uno de sus viajes a Alemania, donde había una gran inflación, volvió con un maravilloso regalo para mí, una pequeña acordeón. Le costó media corona que, a precio actual, un instrumento así, no le costaría menos de 70 libras. Así que teniendo que estar allí en el cuarto de los niños con mi hermana enferma y con mi sádica niñera, conseguí conservar la cordura tocando el acordeón. Y me aficioné tanto como un pato al agua. El acordeón me ha interesado toda mi vida. Era uno de aquellos acordeones con graciosos botoncitos donde están los diferentes tonos -un tono cuando se cierra el instrumento y otro diferente cuando se abre. Y he tenido siempre una gran afición, mantenida en todas partes, incluso en mi carrera militar.
En cierta manera, creo que lo que estoy tratando de decir es que hay un tipo de dialéctica que surge entre la frustración de los mineros sin empleo y la riqueza y la inseguridad de la riqueza, y que ambas, en sus diferentes posiciones, están absolutamente frustradas y llenas de odio. Y esto de alguna manera se ha resuelto con una especie de transformación, este odio -no amor, sino odio- no, no resuelto sino más bien transformado, en este caso, en música. Supongo que la pequeña Orquesta que estaba tocando en Harrod’s era una especie de música de “Palm court”, llena de aquella peculiar nostalgia eduardiana.
Lo siguiente que me sucedió es que fui enviado a un mini campo de concentración, un internado, a los nueve años, donde en la primera semana fui azotado en presencia de toda la escuela. Una institución realmente puritana, victoriana, una auténtica pesadilla, que duró un año. Intenté escaparme pero mis padres no me lo habrían tolerado; ellos, siendo extranjeros, pensaron que esto era lo que hacía la clase alta inglesa. Afortunadamente se unió con otra escuela y fui enviado a otro lugar donde había mucha más libertad y fui muy feliz allí. Era una escuela que había educado a gente como George Orwell y Evelyn Waugh.
Después de esto, por razones difíciles de explicar, fui enviado a una escuela militar que en su origen había sido como un orfanato para hijos de oficiales muertos en Waterloo, se llamaba Wellington, un lugar extraordinariamente duro; en realidad, no sé cómo sobreviví allí. Sucedieron allí algunas cosas bastante interesantes. Por ejemplo, una especie de revolución contra los profesores, en la cual estaba incluido T.C. Worseley, con conexiones con gente como Stephen Spender y Gavin Ewart, el poeta. Fue una cosa extraña pues todos ellos eran gente que estaban siendo preparados para Sandhurst, la carrera de oficial militar, y entre ellos mucha gente del ámbito literario como T.C. Worseley, y los sobrinos de Churchill, los hermanos Romily que llevaban conjuntamente el “Daily Workerhouse Chapel” y luego vendieron.
Wellington fue muy duro y muy horrible para mí. Se jugaba a rugger y tanto ahora como entonces, los azotes eran terribles; afortunadamente me pude escapar de ellos menos una vez que nunca olvidaré, creo que fue la cosa más dolorosa que he padecido. Te ponían sobre una mesa, muy encorvado… era realmente horrible. Solían usar seis varas que a veces se rompían. Teníamos seis golpes y corrían de una punta a otra de la habitación.
Todavía recuerdo que se enseñaban cosas como poesía de T. S. Elliot y fue allí donde me dediqué al violín y me enloqueció del todo . Si no hubiera sido por las charlas, creo que me habría convertido en violinista. Pero no fue así, y de allí fui a Cambridge. Recuerdo unas reuniones años más tarde con un brigadier retirado. Había estado en Wellington y dijo que las guerras no eran nada, una tontería, comparadas con los años de Wellington; parecía un poco abstraído y dijo: “Bueno, me refiero a las dos Guerras”. No sé realmente cómo lo superé, pero lo hice. Creo que lo que me salvó, y mucho, fue mi violín, mi música. Era la época del principio de la Guerra Civil española, había una atmósfera por aquellos días de “buenos y malos”, con un toque de finales del Imperio Británico, el ultimo toque del Día del Armisticio, el último toque con una corneta desde fuera de la Capilla. En fin, había cierta atmósfera, en realidad… se notaba que podía haber cierto tipo de compensación, se notaba, aunque yo no fuera inglés ni nunca hubiese participado en nada de eso. No era yo un jugador de rugger/rugby duro, habían jugadores de rugger duros y sosos y yo estaba en medio, ni duro ni soso, pero furioso.
El paso de allí a Cambridge fue muy difícil. Me costó mucho concentrarme y dedicarme a la medicina, pero de alguna manera conseguí acabar. Luego fui al St.George Hospital de Londres, donde viví en un maravilloso estudio en la calle Fitzroy, un poco como The Kasbah, a la altura de Tottenham Court Road. Era un maravilloso refugio con cierto ambiente de artistas y diseñadores y allí es donde me encontré con una pequeña y rara sociedad llamada Sociedad de Psicología Creativa de Londres, con sede en la calle Fitzroy 8. De hecho consistía en un amplio salón Regencia en el tercer piso, con vistas a los tejados, una atmósfera estupenda. El lugar ya no existe ahora, lo derribaron, y toda la fila de casas, y el viejo Teatro Scala que estaba allí, también. Era un lugar maravilloso, toda la calle lo era, todo el mundo se conocía. Me encontré gente como Dylan Thomas, Lawrence Durrell y Augustus John, TS Elliot. Aunque aquello tenía un ambiente maravilloso, era muy pobre. En verdad me lo pasé muy bien en aquel lugar, duró más o menos dos años y entonces vino la Guerra.
Estuve viviendo con una pintora negra de pantallas al principio de la Guerra y nos casamos en una Iglesia católica, aunque en aquellos momentos yo no era católico. Mientras estaba en Cambridge, por supuesto, sucedía la guerra civil española y los que fueron a las Brigadas Internacionales, se convertían en héroes; pero de hecho no fueron muchos. En aquel momento yo era miembro del Partido Comunista, estaba interesado en estudiar la banca, sobre todo el crédito social, y hacíamos marchas / manifestaciones por las calles, mi hermano y yo. Él fue la figura principal del movimiento en el cual la idea era que el dinero sólo debía ser un medio de distribución y no una mercancía. Estas ideas me parecían muy razonables y las comprobé de una manera muy peculiar durante la guerra cuando el racionamiento y las cartillas de racionamiento, que eran una forma de dinero. En fin, estaba muy metido en este tipo de cosas.
El que llevaba la Sociedad de Psicología Creativa, era un huérfano que creció y fue educado en un monasterio. Era un pintor que se llamaba Basil Beaumont y le gustaba llamarse Conde Ragostki. Era un personaje intrigante, con una personalidad carismática, de unos 27 años.
En la sala Regencia, que había sido dividida en cuatro áreas, funcionaban cuatro grupos, separados por cortinas, y el pago se hacía mediante un cuenco ante la puerta, pues él era budista. El tipo de comentarios que se hacían era muy parecido a un grupo de terapia de hoy en día. De hecho tengo una publicación, su folleto, que era extraordinario, avanzado en su tiempo. Aquella gente era muy interesante, pues, a pesar de los análisis, mantenían su dignidad. Me gustaba aquello.
Fue una época feliz, entonces tocaba mucho el acordeón y aprobé medicina por los pelos. Al principio de la Guerra todos tuvimos que irnos, por supuesto. Yo todavía era estudiante de medicina y nos evacuaron al West Middlesex donde trabajé en partos. Estaba horrorizado de la manera inconsciente con que se hacía la ginecología. De todos modos luego llegó la Guerra, todavía no tenía el título y estaba casado con mi mujercita que era medio africana y era bastante idílico.
En aquel momento me uní al ARP como camillero y el Centro estaba en un convento en Kensington que había sido reconvertido. Estuve un año entero allí, durante el bombardeo de Londres. Como cuando era interno de medicina en el St. George Hospital, trabajaba 24 horas sí y 24 horas no, fue curioso que, aunque fui camillero durante todo el bombardeo, nunca me llamaron porque los bombardeos sucedieron siempre en mis noches libres. De hecho durante todo el bombardeo ¡nunca salí de camillero! Y además, debo decir, que el ambiente mayoritario era de clase trabajadora -bastante feliz, y yo me hice enlace sindical en un Sindicato que se llamaba “Transport and General Workers Union”. Era bastante curioso ver que las tendencias del ala izquierda – por las cuales yo me había hecho
Comunista y del Partido- no fueron criticadas a diferencia de los estudiantes de medicina que las ignoraban…
El folleto de la Sociedad de Psicología Creativa se llamaba Técnica de grupo de trabajo de Basil Beaumont y fue publicado privadamente en 1935 por The Favil Press. Creo que vale la pena reproducirlo aquí por completo:
“Como está establecido en las normas de grupos de miembros, un grupo consistirá en tres o más personas cooperando juntas bajo la supervisión de un grupo conductor, el cual será nombrado por el Presidente, siendo el propósito del grupo la solución de problemas individuales con la técnica del grupo de trabajo. Los miembros del grupo prometen observar estricto secreto sobre los procedimientos del grupo. La información personal que debe ser revelada en el curso de un grupo de análisis, nunca debe ser mencionada, y los problemas de los miembros nunca deben ser tratados fuera del grupo.
“Las principales metas del grupo son no sólo la solución de problemas individuales, sino la enseñanza y la práctica de la integración, la cual exige la cooperación de cada miembro del grupo. La integración es la soldadura de las diversas personalidades en un todo, manteniendo las singularidades individuales.
“Para conseguir la libertad psicológica es esencial que la capacidad de integrarse se obtenga con la práctica, siendo la libertad psicológica el funcionamiento de lo individual como una personalidad válida en la sociedad. La importancia de este principio se comprenderá si consideramos el hecho de que el grado de éxito o fracaso de un Gobierno depende del grado de comprensión y cooperación de sus miembros individuales. Esto también sucede con respecto a una relación como la de marido y mujer puesto que el éxito o el fracaso del matrimonio se basará además en el grado de cooperación y comprensión alcanzado.
“En esta época de mecanización y de desunión se ha hecho muy difícil para la gente, a pesar de los medios de comunicación modernos, conseguir una medida de integración, debido a la diversidad de ideas y profesiones, y a la separación de sexos en la infancia. La técnica de grupo de trabajo ha sido presentada como un método por el cual la tendencia rápidamente creciente hacia la separación puede ser combatida y superada. Pues la integración no debería ser practicada solamente en el grupo, sino que, una vez conseguida, ayudaría a los miembros del grupo en su cooperación con otros que no se hubieran podido beneficiar con este método.
” La técnica utilizada en los grupos para lograr esto, consiste en sacar a la superficie y estudiar las reacciones individuales de los miembros hacia cada uno y sintetizar las diversas actitudes en un TODO constructivo; el TODO constructivo será de gran beneficio para cada miembro que tenía su propia actitud independiente.
“El primer punto a ganar en un grupo es el principio de aceptación. Aprender a aceptarse los miembros unos a otros debe revelar sus, a menudo, bien disimulados antagonismos, cuyo origen debería ser cuidadosamente averiguado y visto con imparcialidad. Esto supondrá un profundo estudio de los estilos de vida de los miembros que a su vez revelará muchos problemas individuales. El estilo de vida es el molde o patrón en el que el individuo modela su vida, basado en sus reacciones a su entorno. Al ocuparse de problemas individuales es necesario que tres principios, que son de importancia primordial en el análisis individual, sean tratados y estudiados:
“1. Un objetivo en la vida. Es esencial que cada uno tenga una meta u objetivo hacia el cual oriente su vida. Este objetivo no debería ser ni distante ni quizá visionario, si no inmediato y práctico, que pudiera ser uno de los muchos grados para conseguir un último objetivo.
“2. Cooperación con los demás. Para un hombre es imposible llevar una vida completamente separada y sin contacto con los demás. La separación completa a causa de una neurosis conduce al aislamiento y al suicidio mental.
“3. El estudio del instinto sexual o libido. El sexo y todo el instinto sexual o libido de un hombre es uno de los grandes problemas con los que cada uno tiene que ocuparse, y por lo tanto es importante que la síntesis de la experiencia obtenida, pueda estar a disposición del grupo.
“La INTROVERSIÓN” es el desvío de la fuerza vital o líbido hacia dentro. La “EXTROVERSION” es el desvío de la misma fuerza hacia fuera. Ambos mecanismos conducen a una evasión de la vida.
“En un grupo bien llevado cada miembro contribuirá con su cuota completa de experiencia y la función del líder del grupo será la ayuda en la coordinación y síntesis de estas experiencias. Si el grupo funciona realmente bien, su líder no tendrá que destacarse como fuerza dominadora; pero puede pasar bastante tiempo hasta que un grupo llegue a un ritmo tan libre. En primer lugar, el líder del grupo intentará sonsacar a sus miembros y elucidar sus problemas, para actuar como intermediario entre los que tengan violentos enfrentamientos entre sí, y para controlar si el grupo es, por un lado histérico o desequilibrado, o por el otro, superficial y falso.” Hay muchos peligros con los que se encontrará cuando se esfuerce por hacer funcionar un grupo. Existe el peligro de la intelectualidad. Es muy fácil para los miembros del grupo evitar ahondar muy profundamente en sus propios problemas y reacciones, lanzándose a una discusión intelectual sobre algún otro como el valor del dinero,. Al cabo de un tiempo, el grupo que ha adquirido cierto grado de integración, encontrará que todos los miembros estarán dispuestos a ponerse de acuerdo muy fácilmente uno con otro, y por esta razón a perder sus singularidades individuales. A menudo sucede también que un miembro del grupo, por la misma naturaleza de su neurosis, intenta dominar y manejar la atención de todo el grupo fijándola sobre sí mismo mucho más tiempo del necesario, o, al contrario, un miembro puede ser tan reservado que se refrene a sí mismo y no sea capaz de aceptar su propia parte en las responsabilidades que la cooperación en un grupo de trabajo impone. Los miembros del grupo pueden aburrirse mientras el líder esté asistiendo a uno de ellos para desenmarañar un complejo profundo, y esto demostrará que no están asumiendo ni responsabilidades ni iniciativa para ayudar a la solución del problema.
“Grupo de trabajo no significa entretener o estimular el intelecto: es un método serio y humano que proporciona una libertad psicológica y un cambio a gente que no pueden pagar un analista, o para gente que ya han tenido un psicoanálisis y ahora quieren poner en práctica algo de la ayuda recibida. Un grupo de trabajo será útil si demuestra a un miembro que necesita un tratamiento analítico especial o no, proporcionándole ayuda cuando el tratamiento no puede ser pagado, o como una continuación del estudio psicológico tras cesar el tratamiento. Será posible entender con claridad que toda la gente puede beneficiarse del conocimiento psicológico y de una liberación de si mismos, y que la psicología no es sólo para casos
extremos de enfermedad mental, sino que es una manera práctica para provecho del individuo en la vida de cada día.
“Se verá que el grupo de trabajo tiene un valor tanto social como individual, y aunque hayamos considerado que la técnica del grupo de trabajo se aplica a los problemas individuales basados principalmente en el aislamiento, habrá también unos grupos convocados juntos para un trabajo especializado. Habrá asimismo un Grupo de Artistas donde se estudiarán los problemas de expresión individual y cultura social, y los propios artistas asistirán para contactar con su público mediante métodos cooperativos.
“Habrá grupos para padres en los que será debatido el bienestar de los hijos, el control de la natalidad y todos los problemas relacionados con la crianza y la educación de los hijos. Efectivamente es posible utilizar la técnica de grupo como base para el estudio de todas las ramas de la actividad humana, tanto social como política, cultural o individual.
“Se espera que los miembros del grupo, después de ser ayudados en la solución de sus problemas individuales y habiendo logrado un grado de integración, procuren estudiar psicología con vistas a convertirse a su vez en líderes de grupo. Para este propósito la Sociedad ha organizado unas Clases de Líderes de Grupo a la cual han sido invitados a asistir los líderes de grupo, a petición del Presidente. Se han recomendado unas lecturas para un detallado estudio de varios aspectos de la enseñanza psicológica, destinadas a cubrir todos los aspectos de la vida, apropiadas para ser tratadas dentro de los grupos, de manera que esta experiencia individual pueda ser respaldada por algo del conocimiento adquirido. Los líderes de grupo son animados a someterse a un curso de análisis psico-terapéutico para que puedan alcanzar un grado más completo del mismo y para que puedan también obtener un grado más completo de libertad psicológica por ellos mismos y tener un conocimiento más profundo de técnica psicológica.
“El propósito de la Sociedad de Psicología Creativa es construir una red de grupos a través de todo el mundo, en la cual los principios arriba expuestos puedan ser realizados y se espera que estos líderes de grupo, tras cierto grado de experiencia, funden, a su vez, grupos con el mismo patrón en cualquier lugar en que se encuentren para que gradualmente los propósitos de la Sociedad puedan impregnar el mundo.”
Me acuerdo muy bien del increíble ambiente que reinaba entonces en aquellos grupos, cada uno separado por una cortina, con el cuenco en la puerta. Tuvo un considerable impacto y nuestra consejera psicoanalítica de aquel momento era la Dra. Karen Stephen, casada con Adrien Stephen, el hermano de Virginia Wolf. Eran miembros de aquello que luego se convirtió en el grupo de Bloomsbury que jugó un papel tan influyente en la promoción de publicaciones de psicoanálisis, en general, al final de los treinta. Todas aquellas actividades quedaron brutalmente interrumpidas por la declaración de Guerra en 1939, mientras yo era todavía estudiante de medicina.
Luego vino la época en que fui camillero durante el bombardeo. Eran muy notables las diferencias en las pautas culturales entre los miembros de las clases mas obreras de la ARP y los estudiantes de medicina. Muy notable también fue la actitud hacia Rusia que se produjo en 1940 tras la “planeada” evacuación de Dunkerke – el cambio de actitud se produjo una mañana cuando Churchill pronunció un discurso en el cual anunció que Rusia era nuestra noble aliada. Este cambio de actitud fue inmediato y de la noche a la mañana, así fue.
Seguí en la ARP durante un año y luego me gradué y trabajé en un hospital mental durante 11 meses. Después, fui llamado a filas y entonces me hice médico oficial adjunto a una escuela militar en los páramos de Dartmoor. En aquellos tiempos había relativamente pocos psiquiatras establecidos en el ejército, probablemente unos cinco consejeros adjuntos al Ministerio de la Guerra. Pero tras el fracaso de Dunkerke prácticamente todo el ejercito británico desertó. La opinión pública inglesa decidió que los desertores no debían ser disparados; a diferencia del ejército alemán, donde cualquier soldado que no estuviera donde se suponía que debía estar, era ejecutado sumariamente. En cualquier caso esta fuerza expedicionaria era el único ejército que teníamos. El resultado neto fue que mientras al principio de la guerra sólo había cinco psiquiatras en el ejército que asesoraban al Ministerio de la Guerra, tras Dunkerke se crearon plazas para unos 400 psiquiatras y yo fui uno de ellos. En mi caso se basaron en el hecho de que tenía a medias el DPM, había estado un año como médico interno en el Hospital Shenley y me había sometido a cierto número de psicoanálisis con Karen Stephen. Por esto me sacaron de la escuela militar en la que era médico oficial y me enviaron al Hospital Northfield, donde unos 12 nos hicimos instructores psiquiátricos durante muchos meses. Esto lo dirigía el Mayor Bion y el Mayor John Rickman.
Durante este tiempo asistí al ineficaz proyecto de crear un Gran Grupo técnico que fue llamado el Primer Experimento de Northfield, que duró seis semanas y fracasó confusamente cuando Bion y Rickman fueron enviados al Ministerio de Guerra como resultado de unos informes desfavorables que decían presumiblemente que la propuesta de la autoridad militar no se había adaptado a la técnica algo salvaje adoptada por Bion y Rickman; ésta consistía en que grandes grupos de unos 100 soldados se reuniesen diariamente para discutir unos con otros y tratasen sobre sus situaciones, en las cuales los oficiales tenían un papel mínimo. Ello fue demasiado radical y fueron trasladados para comprometerse con una propuesta de un relativamente pequeño grupo de la Selección de Mandos del Ministerio de Guerra, más tarde llegó a ser un método extensamente adaptado para seleccionar oficiales adecuados.
Posteriormente fui enviado a Europa cuatro días después del Día D (día del desembarco en Normandía), donde dirigí lo que fue conocido como el 21º Exhaustion Centre durante los once meses que duró la campaña. Esto supuso tratar casos de agotamiento conocidos en la anterior guerra como “shell-shock”. Con las víctimas adoptamos la técnica de una ligera hipnosis para recuperar la memoria, a veces usando la droga de la verdad, sodio pentatol. Se animó a la plantilla de enfermería a tranquilizar a los pacientes que habían desertado o habían sido dados de baja por estrés y a aplicarles hipnosis para que los soldados pudieran dormir, sin dosis sobrantes del barbitúrico Medinal.
Al final de la campaña fui trasladado al Hospital Northfield, donde Michael Foulkes estaba organizando el “Training Wing” (ala de formación), el cual, en este caso, ahora que se había acabado la guerra, suponía el establecimiento del tratamiento principalmente en grupos pequeños, los principios de la terapia grupoanalítica de Foulkes. Se estuvo todo un año consiguiendo diplomáticamente el interés del comandante oficial, Coronel Rosie, en esta nueva propuesta. Dado su interés, se formó el Primer Grupo Pequeño donde Foulkes formaba, en su tiempo libre, a ocho de los soldados pacientes, voluntarios que también ocupaban sus ratos libres en él. Fue un éxito, se aceptó y constituyó la base del desarrollo posterior de la sociedad grupo-analítica de Foulkes a su vuelta a la vida civil.
Aquella fue una época muy apasionante para todos los que participamos y terminamos en los principios de la Sociedad del Grupo Analítico, hacia 1950, que se hizo una sociedad benéfica en 1952. Ambos, él y yo, teníamos despachos privados además de estar en la NHS. Él dirigía un grupo de ocho pacientes privados en el cual estuve de observador algunos años y ,podríamos decir que, fue el principio de lo que más tarde se convirtió en la Práctica del Grupo Analítico. Al principio, dirigí un pequeño grupo, un medio grupo, se podría decir, de gente enviada por Michael y poco después de esto Malcom Pines, Robin Skinner, Jim Holmes, Ronald Casson y yo mismo creamos The Group-Analytic Practice en la calle Mansions Montagu, 88, el cual creció rápidamente de pequeños grupos a más de 60 grupos a la semana, con la ayuda de nuevos miembros asociados. Durante todo este tiempo Michael dirigió cada lunes por la tarde un seminario que constituyó las bases de la Sociedad del Grupo-Analítico.
Dos miembros de allí, Robin Skinner y yo mismo creamos un Curso Introductorio que se desarrollaba en el primer Diploma o Curso de Instrucción, que fue la base para el posterior Instituto de Grupo de Análisis, que a su vez era una evolución nacida fuera de la Sociedad, como fue el Instituto de Terapia Familiar fundado por Robert Skinner que después se separó totalmente de la Sociedad y formó el Instituto de Terapia Familiar que a su debido tiempo desarrolló una Asociación de Terapia Familiar que se correspondía en muchos aspectos con la Sociedad del Grupo Analítico y extremos de enfermedad mental, sino que es una manera práctica para provecho del individuo en la vida de cada día.
En 1962 me uní a la plantilla del Hospital Halliwick, que trabajaba en comunidades e investigaciones de grupo, donde aprendí muchísimo sobre los grupos comunitarios de Lionel Kreeger. En aquel tiempo iban apareciendo lentamente los proyectos del curso introductorio al Large Group, que mas tarde se convirtió en diplomatura.
En 1975 organicé un Large Group de pacientes privados, que empezó con unos 40 asistentes pero gradualmente bajó a unos 20 ; todavía funciona, sin embargo yo me he retirado hace poco de sus reuniones. Ahora lo lleva el Dr. Don Montgomery y la Sra. Theresa Howard, ambos miembros originarios del Large Group.
En 1972 publiqué “Perspectives in Group Psychotherapy”, en el que sugería que el futuro será, probablemente, no sólo de grupos pequeños y medianos, sino también grandes, pero llevados de la misma manera que un pequeño grupo de análisis psicoterapéutico.
En 1984 se hizo un seminario bajo los auspicios del “Insitute of Group Análisis” que se comprometió a ser tanto un seminario supervisor y teórico, como experimental, y que constaba otra vez de unos 20 miembros, de ahí surgió la idea de un grupo mediano…
Traducido por Lic. Hari Camús i Fueyo