El convaleciente
El cuerpo, un abismo. “Una mañana Zaratustra saltó de su lecho como un loco, gritó con voz terrible e hizo gestos como si en el lecho yaciese todavía alguien que no quisiese levantarse de allí… ¡Desátate las ataduras de los oídos: escucha. ¡Arriba! ¡Arriba!… Yo Zaratustra, el abogado de la vida, el abogado del sufrimiento, […]