“El Arte de Curar: ¿exigencia o goce? Hacia una cartografía poética- imaginativa de la subjetividad”
Daniel Tarnovsky
“La Sociedad y sus instituciones perdonan con frecuencia
al criminal pero nunca al soñador”
Oscar Wilde
“Nos corresponde a todos considerar en qué medida por pequeña que sea, cada uno puede trabajar en el levantamiento de máquinas revolucionarias políticas, teóricas, libidinales y estéticas que puedan acelerar la cristalización de un mundo de organización social menos absurdo que el que soportamos hoy en día”
Felix Guattari
Acerca de algunos ejemplos de la práctica….
¿Por qué será que en este mundo globalizado, que nos ofrecería en teoría, mayores posibilidades existenciales singulares y colectivas, y pese a nuestros denodados y entusiastas intentos y proposiciones como actores en el campo de la salud mental, lejos de asistir a un universo de despliegues deseantes observamos, a veces perplejos, como crecen abrumadoramente el desaliento y la mortificación?
En un Laboratorio de Co-Visión (que podríamos provisoriamente llamar “supervisión clínico e institucional con dispositivo psicodramático”) asistimos a la reunión de un grupo de terapeutas y docentes con la conducción de un Coordinador del grupo (Co-visor) que cumpliría con lo que habitualmente entendemos que es, la función de “supervisor”.
Se reúnen con la intención de examinar y elaborar diagnósticos y proyectos terapéuticos con respecto a casos conflictivos de la práctica clínica e institucional. Pero además y en particular se analizarán y procesarán escenas de conflicto, captura y/o atrapamiento que bloquea el quehacer de terapeutas y/o docentes en los casos de referencia. El dispositivo es sencillo. Este “experimento” que fuera inventado en Argentina por mi querido maestro Hernán Kesselman, recorre una zona intersticial “entre” la creación artística y la supervisión clínico-institucional; y constituye, como decíamos, un verdadero trabajo, no solamente de puntuaciones teórico-técnicas; sino también, y particularmente, de construcción de metáforas diagnósticas a través de las escenas, producción de diagnósticos metafóricos y la creación de un espacio grupal lúdico de oxigenación, cuidado, interrogación y producción de salud desalienante para los profesionales, frente a sus situaciones de “encierro” o dificultad con sus pacientes, grupos y/o alumnos; algo así como “cuidar a los encargados de cuidar”. Su objetivo es complejizar miradas y multiplicar creativamente herramientas clínicas y pedagógicas e institucionales en una atmósfera o encuadre que contemple el cuidado psicológico de los participantes de la experiencia; y propicie un ámbito de libertad imaginativa y génesis y promoción de una subjetividad de la implicación activa, autónoma y des-sujetada, no solo, obviamente para los pacientes y alumnos con quienes cotidianamente laboramos, y para los cuales se nos encarga y demanda su atención, sino para entrenarnos entre nosotros, operadores de la salud y la educación en la posibilidad de gestionar e invencionar múltiples y alternativas herramientas de intervención, comenzando por la básica que es la sensibilidad.. En otras palabras la posibilidad de instalar el “devenir” o la transformación en el campo psicosocial. Ya, Gilles Deleuze llamaba “noble” a lo que se modifica para la apertura y la vida y “vil” a lo que crónicamente se repite. Una aproximación a (re)inventarnos en otras posibles versiones de nuestro “ser” y “hacer”.
Un terapeuta o docente aporta un guión o “script” en el cual figuran algunos datos de una situación puntual clínica o institucional donde se siente atrapado o bloqueado en su operatoria. Muchas veces esta “captura” no es conciente para el terapeuta y luego el grupo la desplegará en las dramatizaciones. Sin demasiadas explicaciones verbales elige entre los miembros del grupo a quien lo va a representar en el lugar de “él mismo” o sea como terapeuta o docente, haciendo como si ese guión fuera propio. Esta segunda persona lee el guión para sí, y elige a un director de escena psicodramática que lo ayudará a montar la denominada escena “mostrativa del caso” en cuestión. Comienza entonces la circulación e intercambio grupal de signos, partículas y producción de flujos concientes, inconscientes y a-significantes, es decir la producción de subjetividad. Una vez montada la escena(eje estético) aparece la “captura” del terapeuta o docente de modo des-centrado ya que el protagonista real, como vimos, no esta en escena. Habrá un corte en el pliegue escénico que cada director o co-visor (supervisor)incluirá donde considere que se alcanzó la mayor temperatura o tensión dramática; para dar lugar a la Multiplicación Dramática (MD); que es un proceso de investigación/producción grupal donde circulan microescenas múltiples que acontecen por resonancia, agenciamiento, acoplamiento y/o contagio resonante y consonante en relación a la escena conflictiva original y que alumbrarán y desplegarán elementos ocultos, bloqueados o nuevos acerca de la captura originaria del terapeuta o docente; a través del protagonismo y la implicación de todos los miembros del grupo. Suerte de espacio mágico, imaginario de invención lúdica, anti-método que facilita la circulación de afectos, flujos, ritmos, humor y múltiples pulsaciones incapturables en una macro representación o explicación totalizante de lo acontecido.
Espacio tiempo grupal del dar y recibir, ámbito del compartir, donde co-visor y demás participantes transitan la transdisciplina y la horizontalidad desde la afectación de sus cuerpos y la implicación, con diferencias entre ellos, pero sin relación “jerárquica” de saberes (a diferencia de la supervisión clásica).
Habitualmente las escenas elegidas son situaciones de captura que producen en el terapeuta o docente una herida narcisista: sensación de no poder, no entender, desánimo, paralización, humillación o encierro, sentimientos de culpa, ira o varios otros síntomas de “mortificación institucional”(Ulloa). En principio el trabajo está centrado en el terapeuta y/o docente y lo que ocurre entre él y sus pacientes y/o alumnos; y en la “máquina”(conexión) que arman entre sí, la circulación o no de bloqueos, flujos, cortes, estancamientos; algo así como la melodía polifónica que son capaces de componer en el encuentro como ocurre en el encuentro amoroso. Curiosamente muchas microescenas de la MD son de corte humorístico. El humor marca la correspondencia del sentido con el sinsentido, cuando no hay nada que significar ni designar. Nos distancia, oxigena, des-centra, ajeniza (lo contrario a enajenar), nos aleja de la clásica interpretación y del dolor sin negarlo livianamente. Pasamos de lo siniestro que nos atrapaba a lo lúdico y saludable, para terapeutas y pacientes. A su vez la MD, instala un momento de di-versión, caos e irreverencia creativa, que para alguien no habituado a la técnica puede ser un momento resistencial, ya que al principio lo más difícil de atravesar es el sinsentido, el “no entender globalmente”, sino fragmentos de sentido clínico y/o institucional; que dan lugar al “acontecimiento” grupal. Aludimos a la cuestión del acontecimiento grupal de la “co-visión”, dado que el mismo no es lo que sucede en la escena original, ni en la mostrativa, ni en lo que INDICA el co-visor/supervisor, sino que es inmanente a LO que sucede y se encuentra EN lo que acontece; en lo que será elaborado y comprendido (y no tanto explicado) en el universo grupal y en las escenas multi-plicadas(muchos pliegues) y más tarde re-cogidas por cada participante en una vuelta a la resingularización, nuevos recursos, ideas, imágenes, sensaciones, interrogantes, posibilidades, etc.
Se produce una nueva inscripción subjetiva (producción de subjetividad),
Un “otro” posible “territorio existencial”.
Volviendo al ejemplo al que hacíamos referencia una terapeuta presenta una situación de un proceso de psicoterapia individual en el cual se siente “contenida y paralizada”. Montamos la escena mostrativa tal como referíamos antes, y observamos a “un paciente” obsesivo, depresivo, muy tenso, contenido con serias dificultades expresivas, con ligeros y escasos movimientos de carácter rígido y ritualizados. En la misma imagen vemos a la terapeuta también tensa, con sus manos fuertemente entrelazadas entre sí, y con una actitud corporal de inhibición expresiva, sin soltura.
En un fragmento del diálogo terapéutico ella pregunta: “Cómo estas; algo te molestó de la última sesión?”….el paciente, tenso y ensimismado, casi pétreo esboza algunos monosílabos y habla de “…un pleito con su hermano”…la escena se desarrolla con este clima y en esta línea y el director de escena/co-visor/supervisor les solicita a ambos un soliloquio (herramienta del psicodrama que les permita expresar en voz alta, algo de lo que están sintiendo, y que no lo podían expresar hasta entonces);la terapeuta manifiesta “tensión en los hombros” y el paciente incomodidad”.
Más adelante el coordinador le pregunta a la “terapeuta” si considera que ya mostró el conflicto básico de su captura, e interrumpe la escena mostrativa; y a su vez la terapeuta agrega que “el paciente hace dos años que tiene una actitud fuertemente pasiva y que el proceso no avanza”.
Luego damos lugar a la Multiplicación Dramática, como decíamos, suerte de caleidoscopio de microescenas resonantes en las que interviene todo el grupo produciendo imágenes y recursos metafóricos(aparentemente de otras temáticas alejadas del “caso”) o metonímicos (más cercanos al texto dramático original). Hubo en este caso unas veintidós “multiplicaciones, a las cuales quienes las protagonizan les dan un título. Algunas fueron “Aclaración” que incluyó el humor (allí ya hay un corte con el clima original), “Sobrepeso” con paciente y terapeuta con dos pesos muertos sobre sus hombros, “mimetizar” donde se los ve como en un espejo, “Plástica” con una discusión filosófica acerca de hacer el amor en una pareja que no se toca (sin eros), “deber de curar” con una voz en off y cuerpos que se recuestan pesadamente sobre el terapeuta (la primera que deviene grupal y nos indica tal vez un recurso posible para el caso), “me vale”, con pacientes que ríen y hablan y no prestan demasiada atención al terapeuta, “los burritos” que avanzan a ritmo cada vez más lento, cansino y cansado (importancia del elemento rítmico y de velocidades más que una representación particular o significante), “dando pasos” y “el desvalido” los terapeutas les mueven los pies al paciente pasivo, “círculos concéntricos” un miembro del grupo dibuja en el pizarrón círculos infinitos que promueven un efecto casi hipnótico y queda atrapado en su “observación fascinada” sin saber por donde entrar o salir (con la importancia también del manejo de las distancias T-P), “Como te sientes?” con un terapeuta que cae cada vez mas al piso y es asistido por el paciente que advierte perplejo que ha muerto, “Diferencias” una foto familiar que se repite infinidad de veces y pese a que “hacen” que se mueven, jamás cambian de lugar, “Sin salida” donde todos los transeúntes chocan violentamente con todos, casi diría como en “Amores perros”, “Carajos” un paciente inmutable que ante la insistencia del terapeuta estalla súbitamente y lo manda al carajo al terapeuta (temática del maltrato a los cuidadores, tan en boga hoy en día), “Mimos” están jugando y viene la “ley” y amenazadoramente pregunta “Que están haciendo?” (donde aparece la insinuación de la ternura y el juego luego mutilados por la “institución superyoica).
Como ven se abre un universo pluridimensional donde podemos aproximarnos e investigar en varios niveles analíticos y de diagnóstico estructural, clínico, psicológico y psicopatológico clínico (sentidos , cortes e hipótesis que se despliegan en el intercambio verbal posterior); así como también advertir los obvios cruces de las atmósferas culturales y social-históricas que nos atraviesan. Podríamos mencionar la presencia de Núcleos melancólicos con defensas obsesivas y evitativas, y a la vez plantear una “metáfora diagnóstica” referida a una “máquina” o proceso de producción de subjetividad (clínica) de muerte, sofocación, impotencia, sobrepeso, parálisis, rigidez, ambivalencia, donde terapeuta y paciente están atrapados y no “hacen cuerpo” en el sentido, Psicoanalíticamente hablando, “erótico”, del término. Sin embargo, no es que no expongan su cuerpo, lo ponen mal, sobre o des-implicados, y terminan agotados ambos. Los dos desde sus diversos roles necesitan abrir puertas y quedan capturados en aquello que dirían o harían y no perciben o no se animan; (casi como en un analizador en pequeño de lo que ocurre en casi todos los planos psico-sociales; y que el grupo ayudó a desplegar aportando infinidad de recursos con la coordinación del co-visor). Desde nuestra perspectiva vamos cartografiando sobre la subjetividad que se despliega en el campo escénico, tendiendo puentes y conexiones y bocetando un nuevo mapa que revela la encerrona de ambos y aporta nuevas herramientas para operar e interrogarnos, sobre el “qué hacer”(en este caso clínico) pero también nos formula pregunta sobre el “qué producimos”tanto en pacientes y/o alumnos como en los “supervisandos”. Al mismo tiempo los participantes de la experiencia consuenan y resuenan con otras situaciones propias y su posible metamorfosis, trabajándolas y entrenándose, de este modo, en esta suerte de sensibilidad lúdica-poética-cartográfica.
Podríamos citar algunos otros ejemplos sin desplegarlos ampliamente de situaciones de captura que se plantean en el quehacer clínico, institucional y pedagógico.
Por ejemplo una terapeuta que esta embarazada trae un caso de su práctica clínica acerca de una mujer de 36 años que atiende en psicoterapia individual desde hace un año y medio. La paciente consulta por su situación de crisis matrimonial, regresando tras una breve separación, decidida a encarar “la cuestión de su maternidad” y con la fuerte creencia que por culpa (tras un aborto a los 18 años), el vínculo de tipo maternal con su marido, y el lugar descalificado que ocupa en su familia, no puede quedar encinta, hipótesis que fue “construyendo” en los últimos ocho años. Estas “convicciones” eran reforzadas por los médicos que le decían que no tenía nada desde el punto de vista orgánico y que todo era “psicológico”. Hasta que finalmente dice que “por suerte” le encontraron hace cinco meses una obstrucción de las trompas de Falopio. Pero quiero referirme a la “captura” de la terapeuta que en la última etapa también empezó a sentir “estéril” su actitud frente al caso, y sentía la hostilidad, los celos y la envidia silenciosa de la paciente, por estar ella con un embarazo avanzado que vive con una plenitud que no sentía pertinente tratar con la paciente, por su “lugar” de terapeuta. “Me siento estancada, como obstruida; tratando de disimular mi embarazo” refería la terapeuta. Se producía una verdadera” maquina de producción de obstrucciones, sin aire, sin respiración, sin posibilidades de placer y actitud lúdica y amorosa hacia y desde los cuerpos y los universos simbólicos que el grupo de co-visión se encargó de desplegar profusamente, aportando mejores recursos para enfrentar la encerrona de la terapeuta.
En otra situación del universo académico y pedagógico un docente se siente “estancado e impotente” ante un conjunto de alumnos que asisten a su clase sobre algunos temas de psicología vinculados con las Ciencias de la Educación; y que versaban justamente sobre la “producción de subjetividad. El clima era de letargo, abulia, desidia, espera y recepción pasiva por parte de los “oyentes”, reproduciendo en el aula otros atravesamientos institucionales de la atmósfera universitaria y del clima social-histórico más general. Luego de trabajado el “caso”, algunas intervenciones creativas y sensibles del conductor de la clase “tocan” la sensibilidad de los alumnos, especialmente a través de la implementación de imágenes de tipo literario, musical y pictóricas al tiempo que creando un clima de permisividad horizontal, quebrando o fugando así de la captura de la clásica posición de recepción vertical de los alumnos que devienen de este modo de pasivos en activos, de pacientes en agentes, de grupo-objeto en grupo-sujeto. Para eso el coordinador docente debió “desnudar su “captura” en el grupo de co-visión y entrenarse en la captación perceptivo-sensible; implicarse desde su “cuerpo vibrátil” dejándose atravesar imaginativamente por las partículas e intensidades presentes en el clima socio-grupal; lo que hace poco dimos en llamar una praxis cartográfico-poética de captación de los “accidentes” (aquello que permite un desvío, un ritornelo de fuga) en el curso del acontecer del aula que permitiesen desviarse de la letanía reinante y construir entre todos, es decir en el acople maquínico docente-alumnos un espacio tiempo diferente al del poder hegemónico habitualmente paralizante.
En otra situación de la clínica grupal y pedagógica se presenta el curioso caso de un coordinador o conductor, precisamente de un grupo de entrenamiento para terapeutas y pedagogos, donde la escena que se dramatizaba correspondía a la captura de una docente atrapada por las líneas de mandato despótico e institucional encarnados por la directora de la escuela. En este peculiar caso se despliega la escena, conducida al modo que antes explicábamos, por uno de los protagonistas del grupo; y mientras trabaja con el protagonista de la escena y promueve los movimientos y cortes que consideró oportunos para elaborar el atrapamiento de la docente en la escena en el aula frente a sus alumnos; es interrumpido súbitamente por el propio coordinador de la experiencia, que quedó identificado, o sea produciendo una “máquina” de demolición de la creatividad del terapeuta que conducía en ese momento la escena, repitiendo la sintomatología institucional. Luego el grupo, al principio paralizado por la autoridad del conductor, abrió y desplegó creativamente el conflicto, develando la situación de repetición en el propio ámbito destinado a trabajarla…..Parece que nadie está exento.
En otra situación clínica una terapeuta de niños se encuentra impotentizada en el tratamiento de un niño con características autistas, que la “mata con la indiferencia”, y ante el cual no sabe como manejarse. Como si en realidad no soportase su propio silencio interior ante la mirada imperturbable del niño (sus propios fantasmas y escenas temidas). Luego de trabajarla grupalmente surgen una serie de posibilidades lúdicas que aparecen de lo más inesperado e imperceptible y finalmente ella y el niño se “enganchan” en un juego donde se van transformando uno y otro, en diversos personajes hasta que hay uno que “conmueve” al doliente infante, que es ella imaginativa y arriesgadamente devenida “manija de puerta” que él se atreve a accionar para “salir al mundo. La construcción de una ficción permite instalar una transformación en el “real absoluto” del síntoma.
Otra situación de naturaleza grupal e institucional alude a un docente de la Escuela Nacional de Danzas a cargo de una clase de Dinámica de Grupos en el Profesorado de expresión Corporal. El clima es de grisura y hastío…casi de molestia por la presencia del docente. En realidad el edificio de la planta institucional es una vieja fábrica, hoy detenida en su producción, y en estado de abandono y que ahora es ocupada por este Profesorado. Finalmente el docente en su trabajo con los alumnos logran poner “la fábrica en marcha” a partir precisamente de las sensaciones de impotencia, bronca, incomodidad y fastidio que producía estudias en un sitio de estas características. “Aquí desapareció la categoría de futuro” señalaban. Y posteriormente a partir de las diversas intervenciones y conexiones generadas acontece una intensa producción grupal de salida del atrapamiento con potentes imágenes y contenidos corporales y una fuerte impronta estética, con un posterior debate acerca de la potencia de construcción grupal frente al aislamiento, desinterés y la devastación promovida desde el poder y una vasta cantidad de relatos literarios y visuales de lo producido en la jornada.
Podríamos seguir enumerando ejemplos pero creemos que en síntesis estamos aludiendo a un dispositivo que libere (y nos libere) en el pensamiento y la acción de las sobre-codificaciones y pesadas teorías pasadas y presentes, con las que cargamos, y enriquecerlas con herramientas para trabajar la realidad, sin oponernos a los grandes enunciados, pero evitando en lo posible quedar “cómodamente” atrapados en los mismas. Sabemos que nos referimos a una técnica y experimentación no sencilla, en un principio; pero que interpela nuestro “lugar” tradicional de supervisor desde lo ideológico y lo concreto, ya que nos integramos como un miembro más del grupo de co-visión, no permaneciendo totémicamente “allá arriba y allá lejos” (los supervisores) y “allá abajo y allá lejos” (los supervisandos); sino operando juntos, aunque disponiendo de nuestra caja de herramientas, y nuestra sensibilidad como materiales básicos y diferenciados, en el despliegue de las intensidades para multiplicar nuestro pensamiento, subvertirlo, poetizarlo y sumar habilidades clínico-institucionales.
Algunas tribulaciones, reflexiones y conjeturas provisorias…….
Michael Foucault plantea que “…es preciso que la presencia de aquel que habla se perciba en lo que dice, o dicho de otra forma, es necesario que la verdad de lo que dice, pueda deducirse de su conducta y de lo que realmente vive. Decir lo que se piensa, pensar lo que se dice…y es esa adecuación la que confiere la posibilidad de hablar al margen de las formas requeridas y tradicionales”.
De modo, que con este espíritu pretendo volver e interpelarnos en el interrogante del comienzo y aún más, lanzar al ruedo el necesario cuestionamiento acerca de si nuestra proposición es realmente alternativa; si es preciso que haya “praxis alternativas”; en todo caso “alternativas” a qué; y de allí en más a qué nos referimos entonces con “prácticas alternativas”.
Estos decires, esta ponencia, este escrito y por supuesto esta praxis surgen y se sostienen a partir de nuestro propio malestar, de la incomodidad, casi diría de la angustia de percibir en aquellas áreas en las que somos demandados y encargados, a veces con una urgencia cada vez más acuciante, que los resultados de nuestro “Hacer” en los campos clínicos, institucionales y pedagógicos distan mucho de aquellas premisas, intenciones e ideales en los cuales fuimos formados y que también reproducimos al formar a otros colegas y operadores de estos campos; sin desmerecer naturalmente nuestra abnegación, pasiones y logros en estos territorios. Claro que no venimos a importunar la celebración que nos convoca y en las que hemos sido honrados con la más generosa de las invitaciones y hospitalidades que agradecemos profundamente, ni tampoco pretendemos erigirnos mesiánicamente en tremendistas, fatalistas o agoreros del Apocalipsis psico-social; ni mucho menos pretendemos presentar nuestra idea, nuestro experimento, como una posibilidad de respuesta unívoca, revelada o totalizante frente a la complejización creciente de la realidad a la cual debemos responder y nos exige multiplicar sentidos que den cuenta de la misma y de la profunda crisis que la misma atraviesa. Pero obviamente como especialistas llamados a penetrar en las más íntimas filigranas del dolor humano en busca de su alivio, no podemos mirar para otro lado desentendidos de nuestra otra función (que en realidad es también la específica) como actores sociales promotores y productores de subjetividad, es decir como piensan, sienten, actúan y “se (auto)producen” los seres humanos tanto en lo singular como en lo colectivo.. Y ante esta perspectiva es imposible referirnos solamente (aunque obviamente necesario) a dispositivos técnicos sin prestar atención y ofrecer “alternativas” a la creciente fragmentación, pauperización y precarización a la que asistimos en cuanto a las condiciones de producción de la subjetividad, en el marco del proceso de globalización económica, política, social y cultural, que además de sus benéficos aportes en el campo tecnológico y comunicacional ha producido una verdadera mutación y fragilización en las complejas tramas y redes de conexiones psico-sociales y ha transmutado en formas cuyo estudio aún nos corresponde profundizar; en los modos de vivir, sentir, relacionarse y “desear” de los seres humanos.
Por lo tanto, lo “alternativo” debe necesariamente incorporar la noción de lo hegemónico o “dominante”, y debería obviamente poner en tela de juicio o por lo menos problematizar aquellos saberes prácticas y/o saberes hegemónicos o tradicionales. Sin embargo no somos tan ambiciosos y nuestra intención es tan solo presentar un dispositivo, y ampliar la habitual pregunta que se nos formula por el “qué y el cómo hacer?”, hacia el “Qué y cómo producimos y nos producimos” con nuestra práctica, o sea del “hacer” deviene pregunta por el “ser”, interrogante a nuestro criterio imprescindible a partir de aquel malestar al que hacíamos referencia que no parece resolverse con la dimensión solamente técnica y que nos interpela sobre nuestra propia implicación como productores de modos peculiares de subjetivación, en otras palabras que tipo de marca singular y colectiva tiene lugar “en” y “con” aquellos con quienes entramos en conexión o acople “maquínico”, unos y otros entre los cuales vamos haciendo cuerpo-red y enhebrando nuestra práctica como co-visores-supervisores, terapeutas y/o docentes. Así es como a la dimensión técnica que ya hemos relatado le incorporamos para el análisis del proceso de producción de subjetividad en nuestro quehacer, las dimensiones socio-históricas, éticas, micropolíticas, estéticas y del acontecimiento, en este caso microgrupal. Y en nuestra propuesta jerarquizamos especialmente el componente estético, senso-perceptivo, en tanto co-visores/supervisores y/o docentes y también entre los participantes de la experiencia de entrenamiento, el dejarnos “afectar” por las imágenes, los olores, los ruidos, los gestos ,las microescenas; y todo aquello que estos mojones de palabras/pulsaciones/sentidos podrían producir si nos tocan la cuerda sensible y vibrátil para imaginar senderos por donde recorrer y encontrar nuevos hitos, a partir de este material clínico pero también sensible e irrepresentativo que pugna por emerger y tomar consistencia en el prisma caleidoscópico del misterio de la fábrica/máquina grupal que conecta y produce subjetividad deseante y re-singulariza pacientes, alumnos, terapeutas o docentes.
Asistimos a la promesa ilusoria de las marquesinas de la “aldea global” que lejos del paraíso de la supuesta libertad total, con nuestro hipotético y supuesto acceso a la infinidad de recursos planetarios, nada tiene de la cálida y benevolente imagen de la tierna “aldea”, y de “global” solo tiene la “promesa”, que para sostenerse como tal jamás debe cumplirse, porque perdería su rasgo esencial. Lo que sí se globaliza es la exclusión (del sistema productivo de cada vez más millones de sujetos reducidos a “objetos descartables”), la mortificación y la angustia, la marginalidad, la violencia, y la irrupción desenfrenada de nuevas patologías al tiempo que reaparecen las que creíamos extinguidas. Nuevas y aún incomprensibles formas de superviviencia infra-humana tienen lugar y lo que es aún más imperceptible, los procesos de exclusión que destruyen las redes psico-sociales solidarias no solo arrojan a infinitas cantidades de hombres al borde o al fondo de los abismos de la desesperación, sino que van empobreciendo gravemente los universos existenciales singulares y colectivos con la pérdida progresiva de los capitales simbólicos e imaginarios. Para el todopoderoso “mercado” que hoy parece dirigir arbitrariamente las vidas de los sujetos desaparecen los “ciudadanos” y solo importan los “consumidores rentables”. La subjetividad y sus procesos de producción no escapan alas generales de la ley, y las formas actuales nos permiten observar subjetividades “clonadas”, individualistas(que nada tiene que ver con “la individualidad valiosa”) acríticas, sobre-codificadas, pasivas y dependientes, sujetadas y capturadas. Como dice Eduardo Galeano en este mundo gobernado por la rentabilidad hay cada vez menos democracia y la globalización implica que nunca tantos hemos sido gobernados por tan pocos, y crecen la humillación y la obediencia. Ante este panorama cada vez más injusto en las distribución de los panes y los peces, los procesos de subjetivación en lo personal, singular, institucional y colectivo, siguen los pasos de devastación de los procesos productivos que impone el modelo dominante, dando lugar a una subjetividad “de consumo”, controlada y disciplinada por el nuevo panóptico , el “gran ojo” que es el mercado, que da lugar a modos de vivir, y “desear” casi homogeneizados, “globales” no encarnados en forma alguna de sensibilidad humana ni singular ni colectiva pero si multitudinaria, o a lo sumo “triunfante” si se acerca a alguna “exitosa” órbita de mercado, o si adaptamos nuestros contornos (de nuestros cuerpos y nuestras almas) a las exigencias que impone el modelo o nos calzamos(si nos dejan) el disfraz necesario para el “éxito” ya sea en lo económico, político o cultural; pero también, y lo que resulta grave en nuestra área, en el campo de la producción y promoción de formas y modos de subjetivación nuevamente de disciplinamiento y control (que sutilmente se alojan en nuestro “inconsciente profesional, y en el cual cómodamente nos apoltronamos y refugiamos”) , que refuerzan los modelos predominantes. Un amigo hace poco acuñó la tragicómica imagen del “efecto bonsai”(en alusión a las plantas enanas o enanizadas en laboratorio) para dar cuenta de los procesos de “recortamiento” progresivo de nuestras capacidades críticas e imaginativas.
De allí nuestra preocupación por lo “alternativo”, entendido como una práctica oxigenante, con otras éticas y estéticas, que enriquecida con otras tantas teorías, epistemes, disciplinas y praxis; plantee y nos plantee posibilidades de cruces, conexiones y mestizajes, alternativas de “re-singularización y producción de diferencias a través de dispositivos originales en un desafío y provocación permanentes…o ¿no es acaso la alienación, la de ellos (la dominante, de mercado)…y porqué no también la nuestra…como veíamos, la sobre-codificación, la estandarización y la desaparición de la posibilidad de inventar nuevos/otros sentidos? ¿No será acaso entonces, necesario dejar que se abran nuestras oxidadas válvulas de la sensibilidad, sin intentar capturar la totalidad de los sentidos con nuestras enciclopedias y tratados que claro que debemos conocer, para atrevernos a “ser” parteros de acontecimientos de producción subjetiva en lo clínico, pedagógico e institucional, algo así como un intento de postergación de nuestros narcisismos y que se re-encienda la chispa de la olvidada osadía y el temblor del asombro, para en lugar de bloquear, acoger las turbulencias micro y macrogrupales para darles voz y salida, activando junto al supervisor/clínico/docente de la moral representativa que disciplina, ordena y controla, al que dimos en llamar co-visor cartógrafo de la ética y poética balbuceante e imaginativa; entrenado en la sensibilidad transdisciplinaria y pluridimensional, para la descaptura y la emancipación de la producción deseante? ¿O seguiremos prefiriendo los sagrados altares del comprender “total”, “globalizado”, al modo y estilo de subjetivación aplastante de las instituciones, y manicomios (propiamente dichos) o micro y macro sociales que pretendemos cuestionar, y cuya atención se nos encarga y demanda?
Por lo tanto una de nuestras hipótesis de trabajo es precisamente el “accidente”, el “des-equilibrio(en sentido estético), para aventurarnos en otros modos de enseñar/aprender/curar/enfermar, produciendo nuevas e inesperadas consistencias y trabajando por mejores existencias singulares y colectivas. ¿Estaré acaso convocando a una conspiración de la imaginación; a una revuelta del acto/metáfora para intentar hacer poesía allí donde parecería imposible? Tal vez, incluso puede que fracasemos, ante el despotismo de los aparatos de captura manicomiales, institucionales, clínicos, de mercado o nuestras propias limitaciones pero; no vale la pena correr el riesgo?
Hace poco, el Premio Nobel de Literatura, Jose Saramago, hablaba de la necesidad e importancia de la recuperación ética, de la “revolución en el campo subjetivo” (obviamente dando por comprendida la necesidad de los sustentos básicos para los habitantes de este mundo); y citaba a un vecino de vosotros, el Subcomandante Marcos que señalaba que: “…la tecnología informática y el poder financiero han rediseñado el mundo con la complacencia de los intelectuales acríticos; siendo imperioso que los pensadores progresistas se atrevan a cambiar la historia y a develar las estructuras del poder hegemónico cultural”. Sabemos que los que hoy llegamos aquí trabajamos por la des-captura y la mitigación del dolor humano, y sobre todo por la recuperación y génesis de la singularidad individual y colectiva y por la creación de espacios-tiempos como éste al que hoy asistimos, o como el que nos referimos en nuestra propuesta; para el despliegue de una subjetividad procesual que se sitúa, sin pretendernos dueños de verdad alguna, tan lejos de la hibridez de la neutralidad como de las macroafirmaciones fundamentalistas. Sin embargo los tiempos urgen y las contradicciones se agudizan porque el neo-liberalismo y el mercado caníbales, dan lugar como correlato subjetivo a sujetos, pacientes, terapeutas, docentes, etc.; mutilados, sujetados y acríticos. De modo alguno nos podríamos erigir en iluminados salvadores, de eso ya hubo bastante. Pero precisamente mucho debate e imaginación, hará y hace falta, conjeturo, para resistir y enfrentar a esta nube tóxica que invade y mortifica nuestros cotidianos escenarios, y lo que es mas nocivo e imperceptible, nuestra propia e íntima capilaridad. Inventar “alternativas que posibiliten la invención subjetiva”, es urgente y preciso; porque nadie tiene sus pulmones a salvo.-
Dr. Daniel Tarnovsky Marzo de 2001.
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