MANICOMIALIZACIÓN sería un proceso de captura, de aspiración hacia el agujero negro de la locura, en cuyo abismo caen no sólo los pacientes sino también los terapeutas, apresados por una ideología que se refleja principalmente en los diversos procedimientos de reclusión, represión y control sobre lo caótico.
DESMANICOMIALIZACIÓN sería un proceso, un flujo, una corriente, que articula procedimientos diversos los cuales instrumentan la disposición de pacientes y terapeutas a intervenir en una multiplicidad de acontecimientos micropolíticos que reflejan una ideología que recupera la operatividad creativa de lo caótico, constituyendo líneas de fuga contra la captura del proceso mencionado en primer término.
1.MANICOMIO viene del griego manía: locura y koméo: cuidar.
Manicomios, loqueros, hospicios eran los nombres para llamar en lenguaje popular a los hospitales neuropsiquiátricos (a cargo del estado). Lugares de internación y reclusión para pacientes de bajos o ningún recurso económico, demasiado alborotadores y/o incontrolables para la sociedad y sus instituciones (familiares, educacionales, laborales, recreativas, etc.).
Sanatorios o clínicas psiquiátricas (privados), en cambio, era la denominación habitual para las instituciones que albergaban los mismos tipos de pacientes que, gracias a sus altos recursos económicos, podían ser recluidos con menor hacinamiento, en barrios más residenciales y con una atención más solícita y personalizada.
Una leyenda popular sugiere que los pacientes si no están tan locos, al ser recluidos en estos lugares, se vuelven más locos de lo que estaban y que los terapeutas que trabajan en estos lugares terminan tanto o más locos que sus propios pacientes.
Leyendas en el lenguaje vulgar del concepto de manicomialización. En ambas instituciones, estatales y privadas, ubicadas en sitios distintos, con estructuras edilicias, asistenciales y geográficas diferentes podía “olerse”, en efecto. la marca del mismo territorio : el de las formas empleadas para curar la locura (curar: cuidar) de los pacientes, del personal terapéutico y de las relaciones entre sí y con el resto de la comunidad.
Por eso, el desplazarnos de esos lugares exclusivos y excluyentes fue un intento no sólo de cambiar el hábitat sino también las formas de vivir en él. Un proyecto de desmanicomialización para terapeutas y pacientes, un proyecto de desterritorialización.
Desterritorialización, desmanicomialización, proyectos tan complicados para llevar a cabo, comenzando por destrabalengüizar las palabras que las nombran.
Sabíamos que desplazarse no siempre es igual a moverse (y viceversa) y que podíamos sembrar una metástasis de cientos de “manicomitos” en cada sucursal (hospitales generales, centros de salud, etc.) si no nos movíamos contemporáneamente en un saber y un quehacer para la formación de los terapeutas sustentados por una ideología progresista de la antimarginalización. Y que ese moverse era lo que indicaba el nuevo “olor” de cambio en el territorio asistencial (dentro y fuera de los neuropsiquiátricos). Una modalidad que dispusiera al conjunto para aprovechar el acontecimiento desmanicomializador. Entendiendo que acontecimiento no es meramente la gestación de un hecho o la intervención sorprendente de un happening para que cambie algo, sino el descubrimiento de un nivel al que somos normalmente miopes en nuestra repetida cotidianeidad. Un nivel que no es, sino que siempre está siendo; un flujo potencial que permite instrumentar en cadena las intervenciones más operativas para las transformaciones en el proceso creador.
En mis primeras épocas como médico psiquiatra y psicoanalista la tarea de desmanicomializar estuvo centrada en la idea de poder trasladar la atención de los pacientes internados en los hospitales neuropsiquiátricos hacia los hospitales generales, los centros de salud y las redes solidarias vecinales y barriales que estimulaban la Psiquiatría y la Psicología Social de aquella época.
Mauricio Goldenberg, Enrique Pichón Rivière, José Bleger, Marie Langer (entre otros), fueron mis maestros para desarrollar esta corriente pionera (1958 1968). A partir de ese momento, junto con Eduardo Pavlovsky (y hasta la fecha) vengo trabajando sobre el banco de pruebas que suministra el campo escénico (Psicodrama Analítico) para insistir en las vicisitudes personales que se dan en el otro polo del vínculo terapéutico: el del terapeuta, el de los equipos terapéuticos y el de los que denominamos en general: T.S.M. o trabajadores de la salud mental (médicos, psicólogos clínicos, psicólogos sociales, terapistas ocupacionales, asistentes sociales, talleristas, acompañantes calificados, enfermeros, educadores, corporalistas, administrativos, planificadores, asesores de otras disciplinas, etc.).
Hablo en este artículo desde mi experiencia como docente de profesionales (becarios y semibecarios) que en su mayor parte son concurrentes y Residentes de los Hospitales Neuropsiquiátricos y de diferentes Servicios de Psiquiatría en Hospitales Generales, Centros de Salud e Instituciones Privadas con apertura a la comunidad; personal que suele hacerse cargo de la asistencia de los casos más críticos, crónicos y graves que presenta nuestra especialidad. Una especialidad en la que, a diferencia de otras. (Cirugía, Oncología, Cardiología etc.) pueden realizarse tareas de un alto nivel de creatividad operativa sin requerir los costos económicos exorbitantes que demanda la compra y manutención de la aparatología electromecánica. La policompetencia, la vocación de servicio de los jóvenes profesionales, el hambre de saber y la pluralidad de corrientes científicas en el más alto nivel, siguen haciendo de la Argentina (en especial de Buenos Aires) una especie de Meca de formación en Psicología, tanto para profesionales americanos como europeos. Somos aún ricos en este nivel: el de los recursos humanos, donde todavía existen profesionales que no consideran el estudio y la formación como un bien de lujo prescindible.
Todas las propuestas habituales a tener en cuenta en el proceso de desmanicomialización de los pacientes nos las formulamos con respecto al T.S.M.: desde las necesidades de cubrir tareas productivas, recreativas y culturales (hambre de saber) hasta las necesidades básicas los derechos humanos del terapeuta: derecho a vivir de su trabajo, derecho a alimentarse, a expresarse con libertad y a solidarizarse dignamente. Una ética para el ejercicio profesional y para la formación especializada.
Más allá de la psicoterapia personal del terapeuta, de las supervisiones y grupos de estudio que alimentan su in/formación, quiero proponer aquí un ejemplo (no un modelo) de entrenamiento para profesionales, que puede implementarse sin demasiados inconvenientes entre terapeutas adscriptos a diversas instituciones de la práctica pública y privada que ejercen una alternativa de trabajo operativo, centrado en una gimnasia para estar en forma y que denomino: la COVISIÓN.
En el camino de formación de los T.S.M., la forma habitual de revisar el curso de sus trabajos se denomina: reunión o sesión de control o supervisión. Son exámenes de material bajo la mirada hegemónica de un profesional que, por su superior formación, opina y sugiere, a la manera de un guía, sobre las desviaciones del camino correcto y aconseja las intervenciones adecuadas a realizar.
La Covisión (mirar con otros) es un modelo alternativo al antes mencionado, donde el material se examina desde la mirada hegemónica de un grupo, cuyo conductor ejercita su propia desrostrización para facilitar el despliegue de los integrantes que, reconociendo la parcialidad de las propias miradas, ensayan diversos roles: caldeadores, conductores, actores que representan el material dramático, auxiliares y observadores cronistas.
La Covisión es un ejercicio de la multi(m)plicación dramática (en oposición a la reducción explicativa) por medio de la cual se construye una visión ampliada como producto de la integración de las diferentes subjetividades que permite la maquinaria grupal. Es un recurso para imaginar, desde un mismo nivel compartido, formas de ver y acciones para hacer en el campo profesional (transproducción de subjetividades singulares y colectivas).La multiplicación dramática puede ensayarse, asimismo, en reuniones sub grupales de autogestión, sin la presencia de un conductor formal: grupos de cogestión.
Dirijo la enseñanza de la Covisión a través de Aulas Talleres Modulares. Los módulos son bloques de entrenamiento que, a diferencia de la enseñanza progresiva y lineal (1º, 2º y 3er. año, etc) pueden ser experimentados de acuerdo a la necesidad situacional, a la experiencia previa y al interés específico temático del que aprende. Aquí son enunciados por diferencias temáticas y complejidad creciente, a saber:
1.Introducción a la Psicoterapia Operativa y a la Multiplicación Dramática.
2.Las Escenas Temidas
3.La Multiplicación Dramática
4. El Goce Estético en el Arte de Curar
5. Ateneo Clínico sobre Psicopatología Vincular.
6. Laboratorio semanal de investigación sobre indicaciones, contraindicaciones, límites y posibilidades de la técnica y reflexiones autocríticas acerca de los destinos de la transmisión.
Cada uno de estos módulos corresponde a la realización de lo que propongo como ejercicios en el proceso de desmanicomialización del terapeuta. El funcionamiento de los módulos:
La Introducción plantea un objeto de estudio y un método de trabajo que apunta a reforzar dicho proceso.
Se estudian las escenas conflictivas en la práctica profesional para entrenar a cada terapeuta en el aprender jugando con sus propias psicopatologías (Escenas Temidas y Psicopatología Vincular). Este estudio se realiza trabajando una vez por semana con mi dirección, en compañía de colegas y dentro de una atmósfera de seguridad psicológica (grupo mediano) que permite compartir los temas típicos cotidianos en el desempeño del rol profesional. Cada integrante suele sub gruparse con otros, por lo general por afinidades personales y/o por proximidad domiciliaria.
Los grupos son heterogéneos en su composición (tal como son los equipos de trabajo en salud mental): edad, sexo, profesión, experiencia profesional, esquemas conceptuales, etc., pero son homogéneos en la tarea: entrenarse en la Multiplicación Dramática (lo contrario de la reducción discursivo narrativa). Para llevarlo a cabo, se divide el trabajo en diversas funciones y momentos, a saber:
a) Algunos dramatizan la escena a ser trabajada (escena demostrativa), otros observan para intervenir, más que reduciendo, multiplicando con futuras escenas, a partir del eje de esta forma de trabajo: la resonancia.
La física ha suministrado, en sus descubrimientos, aportes básicos a las ciencias del comportamiento humano y hasta el predominio por épocas de algunas formas de pensar (distintas escuelas).
El predominio de las teorías de la luz fue un trampolín para el desarrollo de distintas concepciones y escuelas que las sustentaban. Por ejemplo, proyecciones e identificación proyectiva, teoría del espejo, esclarecimiento de lo inconsciente, etc.; por consiguiente una manera de interpretar e intervenir de los terapeutas de dichas corrientes.
El predominio de la teoría del sonido, fue un trampolín para las teorías de las resonancias. Por ejemplo, ondas vibratorias, paisaje sonoro, transpersonalidad, ritornelos, mesetas articuladas por intensidades y ritmos, etc.; y por supuesto, formas alternativas de interpretar e intervenir de los terapeutas de dichas corrientes.
¿Especulando y/o resonando?. He aquí la cuestión. Depende del costado en el que se ubique el investigador en el delta de su subjetividad científica.
La resonancia estimula para entrenarse a ser diapasón más que espejo (no son excluyentes). Permite el crecimiento rizomático que implica a los sujetos de un vínculo transformando su atención flotante en atención compartida. Los RIZOMAS, en tanto raíces y ramas al mismo tiempo, crecen por despliegue. Profundizan en extensión horizontal al articularse con otros rizomas que se despliegan en superficie, a diferencia del árbol (raíz, tronco y rama) que profundiza en extensión vertical y en solitario. Lo profundo del árbol está debajo de la tierra. Lo profundo de los rizomas está en la extensión e intensidad de su multiplicidad.
Este ejemplo muestra dos criterios diferentes para considerar qué es lo “profundo” en la psicología. LAS MULTIPLICACIONES RESONANTES SON LOS EQUIVALENTES DE LA MULTIPLICIDAD RIZOMÁTICA. EL DISPOSITIVO RESONADOR ES EL ALMA DEL ACONTECIMIENTO Y EL ACONTECIMIENTO EMERGE DE LA POSIBILIDAD DE LAS RESONANCIAS MÚLTIPLES.
Estas resonancias hacen que cada uno, en lugar de hablar y dramatizar sobre la escena propuesta por otro como si fuera sólo del otro, opine dramáticamente, por contagio, como si fuera también de sí mismo. Son producciones de Subjetividad, singulares y colectivas.
b) Dos integrantes se asocian para tomar una crónica de lo que están observando. La crónica es el testimonio sintético que hace de puente entre reunión y reunión y los cronistas resuenan con producciones literales y/o metafóricas, según su estilo y ensayando el aprender a escribir con otro, para otros y no sólo para fijar un registro (para lo cual podrían ser sustituidos por un grabador).
Un trabajo sin crónicas promueve la amnesia y la auto desaparición intelectual de la tarea.
c) Desde el comienzo, cada integrante es estimulado en la posibilidad de familiarizarse con recursos técnicos sencillos del psicodrama y las técnicas de acción: juegos de rol (role-playing), yo auxiliares, espejos, dramatizaciones demostrativas, esculturas, juegos corporales (caldeamientos), etc.
d) Algunas reuniones llegan hasta aquí y otras terminan con reflexiones compartidas (sharing) acerca de lo realizado y una propuesta para desarrollar en los grupos de autogestión.
e) Estas reuniones de dos horas bajo mi dirección son continuadas en la semana siguiente, el mismo día a la misma hora en los lugares convenidos por cada subgrupo. Allí, en cada sub grupo de autogestión, el liderazgo es ejercido rotativamente (con el objeto de ensayar la conducción) o se trabaja sin conductor formal: el liderazgo es la tarea .
Aquí se desarrolla el interés por resolver las vicisitudes del transfert lateral, las relaciones rizomáticas entre los integrantes, se estudian los temas convenidos de conjunto y se ejercita la producción bajo los beneficios de mi ausencia (rostridades transferenciales). En estos grupos se discute, se reflexiona y se prepara la tarea para la nueva reunión conmigo y el resto.
Tanto la Multiplicación Dramática bajo mi dirección, en la que intervengo suministrando información, consignas de encuadre e indicaciones o comentarios nacidos de mis propias resonancias, como la crónica y los grupos autogestivos, con la producción de videotecas y hemerotecas, las visitas a talleres especiales para la re sensibilización artística y corporal de los alumnos, como parte de su formación, las reuniones de discusión de textos y con invitados especiales, las reflexiones sobre la evaluación dinámica del módulo, configuran los pilares para familiarizarse con esta propuesta de formación para los T.S.M., que con el Dr. Pavlovsky hemos denominado: “EL GOCE ESTÉTICO EN EL ARTE DE CURAR“. En ella se concentran el aprendizaje del terapeuta en la policompetencia que permite enriquecerse con la transfusión (bases del pensamiento complejo) entre los hallazgos de la Farmacología Vincular y de la Clínica Psicológica (las teorías y técnicas tradicionales) por una parte, con las nuevas corrientes de la Filosofía, el Arte (Música, Cine, Teatro, etc.), la Arquitectura, la Física, la Literatura etc. por la otra (tal como plantean lúcidamente Deleuze y Guattari).
El adulto, como el niño puede aprender a curar/se jugando, para poder incluso, intervenir con abordajes diferentes en la utilización de técnicas tradicionales. Puede desaprender para reaprender, reciclando constantemente sus conocimientos para conducirse entre sus informaciones racionales y sensibles, entre lo explicable y lo inexplicable: entre lo molar y lo molecular. El jugar del terapeuta a navegar flexiblemente entre niveles racionales y sensibles, entre afirmaciones de estilos (pichonianos, freudianos, lacanianos, kleinianos, morenianos, sistémicos, etc.) y desarrollos dictados por su propia sensibilidad estético social (Lo Molar y Lo Molecular) es la esencia de esta propuesta de formación. JUEGOS QUE CONFIGURAN LÍNEAS DE FUGA y constituyen una respuesta alternativa, esperanzadora para oponer a las visiones apocalípticas emergentes de las deformaciones que generan los planes de reducción de gastos.
Es posible entonces, una modalidad de trabajo vincular, donde lo solidario resulte más eficiente que lo solitario. Intersticios para fertilizar territorios especialmente accesibles en nuestro país para los trabajadores en Salud Mental, dispuestos a operar en los instantes más creativos de cada acontecimiento desmanicomializador.
Publicado en la Revista “Zona Erógena” Nº 14, Buenos Aires, 1993