Hago diferencia entre ser y estar. Yo estoy terapeuta corporal, lo que para mí significa que muchas veces estoy filósofa, estoy eutonista, estoy psicóloga, lo que significa que voy discurriendo y deviniendo y que no tengo una gran adicción a mi identidad profesional –no estoy aferrada a ella- sobre todo porque creo que la profesión se va haciendo igual que el cuerpo, no es un producto sino una producción.
Lo que me interesa es interrogar mi quehacer, bucear en las preguntas que nos atraviesan a los diversos profesionales de lo humano. Considero que nada de lo humano me es ajeno y esto hace difícil acotar un campo de investigación, acotar un objeto de estudio, en todo caso: lo corporal, que diferencié de cuerpo y lo definí como un nivel de exploración, de expresión del comportamiento, tomando las ideas de Pichon Riviere, que señala la existencia de tres áreas: área 1, lo mental, área 2, lo corporal, área 3, lo social, aclarando que la conducta se da, se expresa simultáneamente en las tres áreas, aunque se den predominios de una sobre las otras, según los estilos singulares de los humanos. Por tratarse de un campo relativamente nuevo, éste de las terapias corporales en el que me incluyo, estuve forzada a la creación de conceptos. Había que nombrar de algún modo esto que yo iba observando en mi práctica y así fui nombrando: 1. las crisis del esquema corporal, a las que definí como la consecuencia de cambios corporales que tienen una acomodación lenta en la representación que tenemos de nuestro cuerpo en el cerebro. Algo así como que la neurología se adapta lentamente a los cambios corporales -recordemos el miembro fantasma que sigue actuando a través de nuestras terminaciones nerviosas recordando que teníamos algo que ahora nos falta- que por otra parte pueden ser bruscos y producen una crisis en la persona que afecta al modo de relacionarse con su cuerpo, que puede vivirse como extraño, desconocido, enemigo, como pérdida. Aquí pueden ubicarse las crisis de todo tipo que nos ocurren a las mujeres incluyendo por supuesto la crisis de esquema corporal en el embarazo y el posparto.
2. En este sentido quiero aclarar que no hay crisis de esquema corporal en general, que cada persona va viviendo sus crisis de modo singular y que esto hace que los terapeutas corporales que trabajan con estos temas tengan que cartografiar, es decir descubrir lo propio de cada situación, que es diferente de aplicar una técnica a un problema. En este sentido diferencio mapa y cartografía.
3. En el recorrido de las crisis del esquema corporal y considerando la singularidad de cada problemática fui descubriendo que las personas escriben sus historias en el cuerpo y a través del cuerpo: las pasadas y las futuras. Es decir que cada persona se cuenta lo que llamé: la novela corporal, una versión de su vida en el cuerpo. Las versiones no son antojadizas, responden a circunstancias, a acontecimientos que el cuerpo atraviesa, a un histórico social que también es familiar y personal que acompaña a los seres humanos desde la gestación y también los antecede y lo prolonga. Así las novelas corporales, que son versiones de nuestra vida en el cuerpo, se van escribiendo como una novela real, con protagonistas, con personajes secundarios, que confrontan, que se juntan, que no se conocen entre sí, etcétera. Al leer una novela, cada lector la comprende a su modo, seguramente diferente del que pensó el que la escribió. Cada novela tiene posibilidades de ser comprendida de modo diferente por los lectores y ésta es la riqueza. El riesgo de la novela corporal es que la versión -que no sólo responde a historia vivida sino también a mandatos y a vaticinios, se defina y se congele, que marque el destino de modo definitivo, se llama a eso profecía autocumplida. Poniendo el foco sobre estas novelas corporales, observé que allí se desarrollaba el gran enigma de la vida y que en el trabajo corporal para la creación de un cuerpo en estado de arte, era necesario abrir ventanas a esa novela. Nuevas versiones. En el camino de la novela corporal fui encontrando nombres para escribir algunos capítulos: tanática y erótica muscular, entrega y sometimiento, dolor y sufrimiento, postura-impostura, la meiguitud, conmemoración de los síntomas, pequeños trastornos de la sensibilidad (o de la propiocepción), novela ósea, epidérmica, muscular, visceral.
4. Ecología corporal es otro concepto del que me apropié para dar fuerza a la idea de que los cuerpos no están marcados de una vez para siempre y que es posible crear nuevas marcas. Este concepto me permitió analizar los escritos sobre la primera infancia, muy valiosos por otra parte, de una variedad de autores (Wallon, Montagu, Maturana. Winnicott) mostrando el peligro de esas aseveraciones tan contundentes para quienes están a cargo de la crianza de niños y temen poner una mano sobre sus cuerpos para no interferir en el desarrollo armónico y feliz de sus vidas. Hay una inteligencia corporal, una sabiduría de la sensibilidad que nos protege, una capacidad de resiliencia, de generar anticuerpos, que no deberíamos olvidar. Si no fuera así quienes trabajamos en terapias corporales con adultos seríamos sólo remendones.
5. Se me impuso entonces el concepto de Daño en el tono vital, como parte de la Micropolítica de las Sensaciones. Llamo así a un daño en la sensibilidad y en la motricidad, a un tipo de reacción del ser que se expresa como desvitalización, atonía, desvigor. Una insensibilidad progresiva en la que se sume el humano, que llega a desoír los estímulos que le permiten la preservación de la vida y el devenir de una corporalidad que se transforma y se recrea incesantemente. Se trata de un daño en el estado de ánimo, en el modo de vivir y de sentir. El humano queda afectado en el núcleo de la confianza: la creencia y la valoración de los mensajes que provienen del interior del cuerpo y que se exteriorizan en una conducta social, o desde el exterior del cuerpo y se internan en las redes neuronales. Un externo y un interno que son pliegue, interfaz. La persona no registra, registra en exceso, se siente abrumada, temerosa, desconfiada de los estímulos que provienen de los receptores corporales, bocas del sistema nervioso que encienden las chispas del tono. Considero al daño en el tono el efecto de una crisis de la sensibilidad en las sociedades contemporáneas, déficit de confianza, contaminación del ser sensible por exceso o falta de estímulos. Tema que revela un concepto ampliado de la Ecología corporal. Como consecuencia de estos fenómenos se observa un incremento de alertas posturales que lleva a hipertonías, a reacciones hipersensibles, a excesos de tensión muscular, a una inseguridad respecto del sostenimiento del cuerpo en la vertical, a una pérdida de la percepción de los ejes, del volumen, del sentido de la tridimensionalidad del cuerpo, a alteraciones en la circulación, en el metabolismo, en la respiración. Se va produciendo un desguace postural. El cuerpo ya no sabe cómo erguirse y desoye los pequeños mensajes, desconoce y se aleja cada vez más de su ser sensible.
6. Cuerpo en estado de arte: Este concepto lo tomé de la escultora brasileña Lygia Clark, que habla de la vida como estado de arte, así hago extensiva esta denominación al cuerpo en estado de arte, que sería un cuerpo abierto y sensible a la experimentación, un cuerpo que puede acoger a los múltiples cuerpos que lo habitan. Los cuerpos son fuentes de recursos tónicos heterogéneos, manantiales de potencial de vida, que, al desplegarse, impulsan estados propicios para un cuerpo y una vida en estado de arte. Para investigar estos estados utilizo la Eutonía, que es una pedagogía de la sensibilidad y del movimiento, una estética y una filosofía, cuyo ideal es el “buen” tono: un tono flexible a las más variadas acciones y emociones. Su aplicación proporciona herramientas para afinar la percepción y la comunicación corporal, a través del desarrollo de la conciencia de la piel, de los huesos, del espacio interior, del espacio radiante, del tacto y del contacto. Otro instrumento es la exploración de los cuerpos en el Campo Escénico, es decir de otros destinos, de nuevas novelas corporales. Llamo Corpodrama a la conjunción de múltiples recursos –como los que aquí se enuncian- convocados para la invención de cuerpos y proyectos existenciales posibles.
Estos conceptos que propongo, como dice el filósofo Deleuze, no son sólo formas de nombrar, sino también formas de sentir, de hacer, de pensar