a. Representación mental del cuerpo
A pesar de las definiciones variadas, algunas de orientación neurológica como las de Oliver Sacks y Damasio, otras de orientación psiquiátrica o psicológica, de estilo de las de Schilder, Dolto, Wallon, Pichon Rivière, la mayoría de los autores coincide en definir al esquema y a la imagen corporal como representaciones mentales del cuerpo. Las diferencias, por lo general, radican en argumentos espacio-temporales, por ejemplo: la invariabilidad o la lentitud de los cambios del esquema, en contraposición a los cambios rápidos que pueden ocurrir en el cuerpo, y por otra parte, la versatilidad de la imagen, que según Schilder está en permanente cambio. También se mencionan disímiles localizaciones: cerebro (esquema) y mente (imagen). Estos conceptos son utilizados con frecuencia por quienes se ocupan del cuerpo enfermo, con disfunciones sensorio-motrices y para señalar una ausencia, una perturbación, el apartarse de una norma.
En un sentido amplio, podría designarse representación mental del cuerpo a una herramienta conceptual que entrelaza los dos conceptos, esquema e imagen, y que autores de procedencias diversas utilizan para observar, diagnosticar y operar en sus prácticas clínicas.
Las definiciones de esquema e imagen que provienen de la psicomotricidad y de las terapias corporales, se orientan en una u otra dirección o en ambas (médica y/o psicológica), con la particularidad de que los profesionales de estas disciplinas necesitan -además de estos conceptos que a veces resultan muy teóricos y poco operativos- herramientas técnicas para el abordaje del cuerpo sobre el cual accionan de modo directo y, en especial, una guía para la observación de conductas corporales de todo tipo: hábitos de alimentación, de higiene, de expresión postural, emocional, sexual, relacional, de coordinaciones motoras, etc. Conductas corporales que abarcan rubros tan diversos que a veces no suelen pensarse como conductas corporales.
Un aparte…
Resulta una cuestión esencial afinar el objeto de estudio de las disciplinas corporales -de cada disciplina corporal- y discriminarlo de las técnicas, de los modos de implementar los recursos. Sería una simplificación definir a la eutonía, por ejemplo, por la utilización del tacto y del contacto consciente, de los inventarios y las pelotitas de tenis y bambúes…
El comportamiento que se expresa en el cuerpo -lo que denomino novela corporal, con las singularidades pertinentes- es, según mi opinión, uno de los pilares del objeto de estudio de las disciplinas corporales y debería ser comprendido y abordado por los conceptos y técnicas de la disciplina corporal a la que el profesional adhiere. A su vez, si los principios que sustentan esa disciplina corporal se explicitan, ésta podrá dar cabida a las técnicas que el mismo profesional invente a partir de su práctica. Así, el profesional implicado no tendría que salirse de su disciplina, ni inventar un nuevo nombre para lo que ya está inventado, como ocurre con frecuencia.
(A modo de ilustración, introduzco un dato que atañe a la historia de la eutonía y a lo que sucedió después de la muerte de Gerda Alexander, incluso antes de la muerte, a partir de su enfermedad. Dinamarca, cuna de la eutonía por ser allí donde Gerda fundó su Escuela, cuenta en este momento con menos de una decena de eutonistas -creo que son cuatro- que se asumen como tales. Muchos de los profesionales han bautizado con denominaciones variadas sus prácticas, aún utilizando el método. Estos hechos, sumados al triste cierre de la Escuela, cuyo edificio se vendió con gran parte de la documentación valiosa allí atesorada, corre el riesgo de producir un “vaciamiento” en la disciplina. Así empiezan los finales, cuando los seguidores de una corriente no hacen propias las enseñanzas de sus maestros y desvitalizan, no recrean dentro de la disciplina misma, la herencia recibida.)
Por mi parte, considero que sigo practicando la eutonía cuando exploro la Multiplicación Dramática –forma del Psicodrama- y sus posibilidades para desarrollar la flexibilidad del tono. El Corpodrama se produjo a partir de una transfusión de saberes y quehaceres entre Hernán Kesselman y yo -luego recibió el aporte de nuestros hijos, Martín y Mariana, y de otros profesionales-, sin embargo no perdí mi rol de eutonista, en todo caso lo enriquecí. Por otro lado, al referirme a las terapias somatopsíquicas no aludo a una disciplina nueva, sino a la aplicación en la clínica de las terapias corporales, en mi caso: la eutonía.
Otra aclaración: cuando enuncio la expresión “terapeutas corporales”, apunto a los seguidores de aquellas corrientes en las terapias corporales que tienen un bagaje teórico consistente, un sustento filosófico y una metodología pedagógica reconocida. En fin, un tema que dejo acá, pero que reconozco polémico.
b. Crisis del cuerpo, crisis de la representación mental del cuerpo: una lectura para el clínico corporal
Con el nombre de crisis de la representación mental del cuerpo menciono el desfase entre los cambios que afectan al cuerpo y el re-acomodamiento del sistema nervioso, del psiquismo, a esos cambios: modos de pensarse, de sentirse, de actuar. Tiempo indefinido, entre otras razones, por los ritmos diferentes, singulares, con los que cada persona se adapta -pasiva o activamente- a esos cambios y por un entorno que puede ser favorable o desfavorable a esa adaptación. Las terapias corporales con orientación clínica aparecen como caminos posibles para investigar estas singularidades, porque reúnen en su quehacer abordajes corporales y una mirada compleja sobre la conducta que se manifiesta en el cuerpo.
Extraigo del doctor Enrique Pichon Rivière el concepto de ansiedades básicas –confusionales, persecutorias, depresivas- y el de áreas de expresión de la conducta –mental, corporal, social- para reflexionar sobre la crisis de la representación y sus aplicaciones en la clínica corporal. Un cambio en el cuerpo, no sólo pone en crisis la conducta del cuerpo, sus hábitos, sus posturas, sino también los modos de sentir y de pensar, los estilos de vivir la vida. Desaprender y reaprender conductas corporales plantea los conflictos que se producen con cualquier aprendizaje: siempre habrá un extrañamiento, algún duelo que hacer por un cuerpo que fue, por un cuerpo que no fue. La pérdida de este saber corporal fragiliza nuestro sentimiento de identidad –cómo nos reconocemos-, pero tal vez nos haga más flexibles a los cambios. Como escribía el poeta Fernando Pessoa: hacer de la caída un paso de danza…
c. Novela corporal
Con este nombre designo el modo singular de manifestarse de la representación mental corporal -tanto esquema como imagen- en el comportamiento humano. En nuestro trabajo como terapeutas corporales interesados en la clínica –terapeutas somatopsíquicos- podemos observar y recoger elementos de esta novela a través de posturas, registro de zonas y órganos sensibles, fantasías sobre el cuerpo y su destino, sueños, relatos de cómo se viven algunas enfermedades y dolores, frecuencia y datación de los síntomas, temores, y otros registros que nuestro discernimiento nos haga relevantes. El concepto de novela corporal se inspira en lo que describía Freud, en La novela familiar del neurótico, en 1908:
…una actividad imaginativa de particular intensidad que, manifestada primero en los juegos infantiles, domina más tarde, hacia la época prepuberal, todo el tema de las relaciones familiares. …Hacia la época mencionada, la imaginación del niño se dedica, pues, a la tarea de liberarse de los padres menospreciados y a reemplazarlos por otros. … La técnica aplicada para realizar tales fantasías -que en ese período son, por supuesto, conscientes- depende de la habilidad y del material que el niño encuentre a su disposición. También es importante considerar si las fantasías son elaboradas con mayor o menor afán de verosimilitud. … El estudio de los sueños ofrece una interesante contribución a dicho tema.
La novela corporal, su indagación, es objeto de estudio de las terapias corporales y, a la vez, una herramienta al servicio del terapeuta somatopsíquico para recoger, reflexionar, formular hipótesis, interpretar los datos que el alumno o el paciente le trasmiten y actuar sobre y a través del cuerpo, según la técnica que practique.
La primera entrevista del terapeuta corporal debería incluir un inventario exhaustivo, con preguntas sobre todo tipo de antecedentes, de datos: desde lo estrictamente físico, visceral, epidérmico, óseo, a lo biográfico, emocional, hábitos de vida, y otras variables que impliquen a la conducta corporal, para que la persona reflexione sobre la existencia de “su” novela corporal, que suele estar capturada en una única versión. Es tarea de la terapia corporal diversificar esa versión, abrirla a nuevas versiones posibles.
Mi objetivo como eutonista somatopsíquica es precisamente ayudar a diversificar la novela corporal de quien me entrevista, aplicando las herramientas que tengo en mi “arcón de recursos” para facilitar que esa novela no se estereotipe, no se fije, al igual que se fija el tono de un músculo. Si consideramos que la fijación del tono es lo que impide la flexibilidad corporal, la fijación de la novela corporal impediría la flexibilidad en el modo de pensarse y de vivir el cuerpo, incluida la flexibilidad para cambiar de modos de ser. Por esta razón, utilizo la Multiplicación Dramática -y una nueva modalidad: el trabajo con los personajes que nos habitan, lo que Hernán Kesselman, siguiendo al poeta Fernando Pessoa, denomina: heteronimia en la clínica-, la escritura, el modelado de arcilla, indagación del cuerpo familiar, social, y otras variantes que sirven a estos fines.
d. Mapa y cartografía corporal
Introduzco estos conceptos que aluden a la representación mental del cuerpo, apuntando más a estilos singulares que a patologías.
Mapa corporal
El mapa -cuya etimología nos remite a la palabra pañuelo- es la representación de la tierra en una tela o superficie plana. Utilizo aquí la denominación “mapa” para referirme a aquello que las personas tienen de homogéneo por pertenecer a la raza humana: mapa evolutivo, embriológico, anatómico, neurológico, de patrones de movimiento, genético, de coordinaciones motoras, etc. Metafóricamente el mapa se correspondería con el dibujo del cuerpo humano que se ve en la hoja plana de un libro de anatomía. El mapa traslada al plano un cuerpo que es tridimensional, que tiene volumen, sensaciones, emociones, pensamientos.
Cartografía corporal
El mapa a veces nombra a un río que ya no existe, que se ha secado. El cartógrafo va hacia el lugar, y nota in situ la vinculación que hay entre el mapa y el territorio; así el mapa puede rectificarse, actualizarse. Por extensión, se habla de cartógrafos sociales -sociólogos, antropólogos, psicólogos sociales, urbanistas y otros- que observan por años a las personas que transitan en una calle, que analizan cómo circulan por una plaza, cómo se adueñan de una ciudad. Observaciones útiles para una reorganización de los recursos, para nuevos paisajes ciudadanos. En este mismo sentido, el terapeuta corporal, sin abandonar el mapa que le permite recorrer el terreno –el esqueleto, las coordinaciones motoras, el funcionamiento del sistema nervioso y del resto de los sistemas-, al interesarse por la singularidad de la conducta corporal humana, querrá observar la encarnadura, es decir cómo el mapa se encarna en cada persona, no tanto para diagnosticar conductas anómalas, sino para registrar singularidades e interrogar generalidades.
Actualmente trabajo con una alumna que tiene ocho vértebras cervicales. Nunca antes había conocido una persona con ocho vértebras cervicales. Estoy condenada a observar, a investigar. Debo leer qué novela se escribe en el cuerpo de la alumna: ¿cómo la afecta a “ella” esta “vértebra de más”?, ¿cómo afecta a “su” postura, a “su” modo de actuar, de sentirse, de pensarse? ¿Cómo la ayudo a que “ella” se transforme en su propia cartógrafa? ¿Y si esta persona fuera el emergente de una raza que viene, que nos obligara a cambiar el mapa de las siete vértebras cervicales conocidas desde tiempos inmemoriales por un mapa de ocho vértebras?