La Eutonía, todavía.
Si bien creo que las prácticas corporales revelan un mundo múltiple y complejo, imposible de abarcar en una sola disciplina. Si bien creo en la incapacidad de las variadas disciplinas corporales por circunscribir lo corporal en marcos conceptuales independientes. Si bien creo que sólo un entretejido disciplinario puede dar cuenta de las diversidades inasibles que atraviesan los diversos saberes y quehaceres. También creo que la Eutonía me ha dado una buena plataforma desde donde pensar la complejidad y la multiplicidad. No porque la Eutonía sea una verdad y otras prácticas no lo sean, no porque la Eutonía sea más completa que otras. Sólo porque creo en ella (aunque frecuentemente reniego de su soberbia), porque me entusiasma (aunque tantas veces pienso que coarta el deseo que circula en el cuerpo con sus mandatos), porque me parece comprender desde mi carne sus modos de hacer y de reflexionar corporal (aunque también creo que puede llevar a desvalorizar otras lecturas), porque creo en la flexibilidad de tono como vía para la producción de corporeidades capaces de surfear por los mares intrincados de la vida (aunque no sólo la Eutonía sea la dueña de sus fórmulas).
“Nunca he creído en una verdad única, ni propia ni ajena. Creo que todas las escuelas, todas las teorías pueden ser válidas en determinado lugar, en determinado momento. Pero a la vez he descubierto que uno sólo puede vivir si posee una absoluta y apasionada identificación con un punto de vista. Sin embargo a medida que ha pasado el tiempo, y vamos cambiando y el mundo va cambiando, los objetivos se modifican y los puntos de vista cambian. Cuando reflexiono sobre tantos ensayos escritos, de ideas expresadas en infinidad de lugares, en incontables ocasiones, hay algo que me golpea con contundente certeza. Para que cualquier punto de vista sea útil, uno debe comprometerse con él totalmente. Incluso debe defenderlo hasta la muerte. No obstante al mismo tiempo, hay una voz interior que nos murmura: ‘No lo tomes tan en serio. Afírmalo con fuerza. Abandónalo con ligereza’.”
(Peter Brook en “Provocaciones”)
La fragmentación del saber corporal como una potencia de cambio.
La Eutonía se diferencia de otras prácticas corporales, de otros saberes. Por necesidades comprensibles a los tiempos de afirmación de la identidad profesional, quizás se esté aún en la etapa de destacar diferencias, demarcar límites, construir códigos, definir conceptos y cada técnica busque más ganar un territorio legal que un territorio existencial. Todavía pueden no darse las circunstancias para algunas conexiones que hagan evidentes, a quienes caminamos por estos rumbos, las fuerzas de afirmación de vida que estas prácticas traen (con sus tartamudeos y sus imprecisiones) y las duras batallas en las que están inmersas en el marco de una sociedad, en la que apenas hacen cosquillas.
Esta fragmentación del saber corporal en diferentes corrientes sin una pertenencia clara a un tronco común tiene derivaciones que todavía no alcanzamos a conocer, aunque podemos reflexionar sobre ellas.
Por un lado, demora la construcción de una Teoría General del Comportamiento, a través de la cual las distintas prácticas se entretejan entre sí. Por el otro, y como consecuencia de lo anterior, lo corpo, queda aislado de los derroteros de lo que hoy se concibe como producciones culturales contemporáneas.
Este aislamiento de un cuerpo orgánico, este exilio del amplio campo de la cultura que nos demora y nos excluye, sin embargo, tiene efectos innegables en la creación de anticuerpos y en la generación de recursos de autonomía y autorregulación.
Así los corpo mientras dan sus batallas en distintos frentes (puericultura, ecología, pedagogía, violencia familiar, inmumología, política educativa, educación corporal, medicina, manifestaciones artísticas) comunican y recrean la complejidad de sus instrumentos y al mismo tiempo tienden redes, buscando poner palabras a su quehacer, códigos accesibles a la transmisión, modos de decir lo indecible, lo experimental, lo singular.
Este sentimiento de transitar por un lugar profesional marginado, no reconocido (en ese sentido frágil pero potente), mueve en los corpo el deseo de fundar territorio, sentando las bases de un quehacer y un saber que navega entre la vivencia estética y el enunciado científico.
La fragilidad (no la inconsistencia), los balbuceos teóricos (no la falta de teorías) podrían llevar al profesional a un sentimiento desvalorizado de sí, en cuanto a los modos de hacer ciencia o, por el contrario, producir estados que hagan vibrar a su “humano”.
Es decir, en la corporeidad de estos profesionales se van produciendo huellas a las que es posible volver cuando se está en la práctica profesional, en contacto con un alumno o con un paciente. Este profesional que ha experimentado la fragilidad de sus teorías y la marginación disciplinaria, pero que ha descubierto en su propio cuerpo la potencia que esta fragilidad y marginación le generaron, está en mejores condiciones de trabajar con la fragilidad y la marginación que los síntomas, los conflictos corporales producen en el humano con el que se vincula, sin abortar la potencia de sus distonías.
Un eutonista tartamudo.
Estos tartamudeos teóricos hacen que los principios de la Eutonía estén siempre construyéndose, aunque sean un cuerpo sólido de conocimientos y de recursos operativos.
De esos principios emanan líneas organizadoras que funcionarán en algunos profesionales que necesitan afirmarse a sí mismos en las teorías, como normativas estereotipadas e inmutables y en otros, abiertos a diversidades, como “flujos” de los que es posible beber y que permiten bocetarse y bocetar el instrumento para hacerlo vivo y transformador. Para este tipo de profesional, al que llamo cartógrafo (tomando una expresión que utilizan Deleuze y Guattari), los principios pueden considerarse como los trazos de un pintor, que toman forma, dirección, textura, color y vagan por la tela, mientras el azar y algunas búsquedas juegan con ellos. Estos trazos así diseñados recorrerán los pasos de la fundación de la Eutonía. Cada vez que un profesional encarne los principios y experimente sin prejuicios, libre y abierto, la singularidad del encuentro corporal con el alumno, reinventará los principios y los instrumentos de la Eutonía.
La Eutonía se hará así un instrumento abierto a las formulaciones de posibles eutonías y el profesional que la encarna deberá aprender a tolerar la incertidumbre, que este tipo de disciplina conlleva y que precisa de esa apertura para seguir teniendo la potencia que le dio vida. Este eutonista de la multiplicidad y de los tartamudeos teóricos, recorrerá como un equilibrista la frontera entre la adhesión y la interrogación de los fundamentos y construirá su práctica en esquemas teóricos rigurosos, siempre en experimentación, que “están siendo”, frente a otros modos rígidos y cristalizados de hacer.
Los conceptos que construyen el pensamiento de esta Eutonía requieren ser desplegados a la luz de los nuevos paradigmas, de las nuevas corrientes de pensamiento, sin embargo algunos apegos identitarios (a la identidad profesional) podrían obstaculizar el devenir de la disciplina. Se necesita que el profesional se anime a cierto nomadismo cultural para poder deambular por conceptos y materias de expresión que se adapten a los recorridos del pensamiento contemporáneo. Esta manera de pensar la Eutonía buscará su alimento en lecturas, en expresiones artísticas, científicas, culturales, que interrogarán la práctica profesional.
Nuevos paradigmas en Eutonía de la multiplicidad.
En mi propia práctica profesional me fui inspirando en los modos de pensar o de hacer de quienes se aventuraron a ir más allá de los límites de sus propias disciplinas, en el arte, la ciencia, la filosofía, la psicología, tratando de saltar hacia una nueva ética y estética del ser humano y de sus contextos sociales. Ética y estética de diseño abierto y polifónico, de certezas temporarias (sin caer en el nihilismo) que configuran epistemologías cotidianas. Se ve así a la subjetividad desde una óptica multidimensional, que es una óptica de diferencias, descentramientos, alternativas, fluctuaciones, donde aparecen junto con los procesos constructivos y auto-organizativos, el cambio y la incertidumbre.
Los nuevos paradigmas cuestionan:
1) la existencia de una subjetividad perturbadora para el conocimiento (paradigma cartesiano la ciencia como mundo del objeto, la filosofía como mundo del sujeto)
2) la creencia de la ciencia como un terreno neutral (responsabilidad del científico en cuestiones éticas o que atañen a la verdad objetiva),
3) las clásicas distinciones entre sujeto y objeto o entre orden y desorden (que se veían como opuestos y no como datos de la complejidad),
4) la linealidad causa/efecto,
5) las barreras disciplinarias,
6) el lenguaje mismo con el que se comunican estas “verdades”.
Se apunta al desorden no ya como interferencia, sino como estímulo de la auto-organización (orden de los sistemas caóticos, entropía) y se proponen modelos que den cabida al azar y al determinismo, al tiempo reversible e irreversible, al devenir.
En este sentido, tomé del pensamiento complejo de Edgar Morin y de las modernas teorías de la multiplicidad, los argumentos que me permitieron descubrir una Eutonía compleja (asentada en la singularidad de cada encuentro) tratando de no caer en pensamientos binarios y reduccionistas. De Prigogine y de sus observaciones acerca de la inclusión del observador, aún en las ciencias duras, extraje maneras de entender la neutralidad (la neutralidad como un mejor manejo de la subjetividad y no como abolición de la misma). Me inspiré en textos como Obra Abierta de Umberto Ecco para las ideas de la transdisciplina (las disciplinas como la piel tienen fronteras flexibles). Me interesaron los conceptos de devenir, caósmosis, micropolítica, que utilizan Deleuze y Guattari y que me impulsan hacia una Eutonía “caosmótica”, que experimente en la micropolítica del tono (ver en Campo Grupal Nº 7), en la vitalidad que circula en los desequilibrios, en el “desorden”. Las lecturas de Foucault me re-significaron la relación con los alumnos desde la dialéctica amo/esclavo. Otras manifestaciones que han inspirado mi práctica las he recibido de aportes de artistas. En teatro, algunas puestas en escena que presencié de Peter Brook y Tadeusz Kantor, me parecieron plasmar otros modos de concebir el teatro: rupturas en los límites temporales (se prueban otros tiempos) y en el espacio escénico (el director irrumpe). En música, John Cage recogía ruidos cotidianos en la calle, en la casa y producía otros paisajes musicales a los acostumbrados, aunque para algunos “esa” no era música. En la danza, Pina Baush trabaja en esos mismos límites.
En psicología, el concepto de producción de subjetividad de Deleuze y Guattari, el de inconsciente a venir del psicoanalista argentino residente en Francia Juan David Nasio y el de auto-organización (utilizado por varios autores, entre ellos los chilenos Maturana y Varela), me guiaron hacia el de producción de corporeidad: la práctica eutónica como generadora de cuerpo, de sensibilidad corporal, que al mismo tiempo que se produce genera la potencia para seguir produciéndose. El pensamiento de Pichón Rivière, psiquiatra y psicoanalista argentino creador de la Psicología Social Vincular, me orientó hacia una Eutonía de lo vincular, para la que el eje de la investigación es la dupla que configuran el terapeuta y su paciente o el coordinador de un grupo y sus coordinados. Apoyándose en esto Hernán Kesselman, psiquiatra, psicoanalista y psicodramatista, trabajó la idea de una Psicopatología Vincular, que considera el fantasma que abarca a los dos integrantes de la dupla. Este último autor ha llamado Goce estético en el arte de curar a una corriente de trabajo en la psicología, que se apoya en la Multiplicación, contraria al reduccionismo interpretativo (hay interpretaciones que no lo son) y en la Resonancia, como vías regias para el despliegue y una nueva comprensión de los fenómenos.
Los trabajos de psicoanalistas brasileños (Rolnik, Pelbart) que se han apropiado del concepto de Antropofagia Cultural, me instaron en la construcción de las nociones de cultura nómade y producción del extraño en uno (no sólo curar la distonía, sino asegurar su existencia como motor de búsqueda).
Mi deseo en este camino es fortalecerme en una ética profesional y de vida, que no me deje asentarme de modo definitivo sobre ninguna postura, aunque sea considerada “la” adecuada. Volcar todo esto en la Eutonía a veces me resulta difícil, dado que la Eutonía (como otras prácticas corporales) en su objetivo de regulación, equilibrio y armonía del tono, puede arraigarse en un concepto de salud y estabilidad corporal, que deje de lado, silencie o considere errados los disturbios, los desórdenes que abonan el terreno de los cambios y las conductas creativas.
Lo vincular y operativo en la Eutonía de la multiplicidad.
El encuentro entre las almas y los cuerpos que promueve la Eutonía transforma tanto a quien la ejerce como a quien la recibe, al mismo tiempo que al instrumento, siempre en estado de experimentación.
Una Eutonía Vincular es una Eutonía no centrada sólo en el alumno o en el paciente, sino en el vínculo y en el juego de las múltiples afectaciones y es allí donde encuentra su vigor. Así, el profesional que afecta, es afectado (base del Principio del Contacto en Eutonía) y en ese intercambio va construyendo su instrumento que no es sólo la Eutonía, sino su propia afectación en esa investigación. El reconocimiento de la afectación mutua, fenómeno que se da de diversas maneras y que no está determinado previamente al encuentro (consciencia corporal a desplegar, “a venir”), necesitará de un profesional dispuesto a interrogar los fundamentos del dispositivo teórico práctico que le da la identidad profesional. Por lo general, el único dispositivo interrogado es el del creador del método. Continuar interrogándolo depende de los seguidores.
Sin embargo, existe un riesgo implícito en lo disciplinario. La búsqueda de legitimación científica y las necesidades de la transmisión, atraen modalidades, comportamientos, que ponen límite tanto a la apertura de los esquemas conceptuales como a la misma actitud experimental.
La tranquilidad por “redondear”, encontrar síntesis, definir, generalizar, desechar o aceptar algunos principios, tan lógica para enfocar el trabajo cotidiano, muchas veces deja a la deriva flujos que no encuentran cauce: lo irracional, lo inexplicable, lo inacabado, lo prohibido (en la Eutonía: el uso de la imaginación, la sugestión, las emociones que irrumpen).
Lo que se desvía de la normativa disciplinaria, puede ser un alimento para un profesional que lo apropie y lo haga operativo para su carta de navegación. Para ello deberá animarse a navegar en la fértil tensión que suponen estas cuestiones: sin el temor a ser descalificado del cenáculo, en este caso: de “lo que es Eutonía” y de “lo que no es Eutonía”. Esto abriría un espacio real (no sólo virtual, aunque también) a “lo que va surgiendo”. Expresiones como “esto no es Eutonía” aterrorizan a los profesionales para los que la Eutonía no da “todas” las respuestas y bloquean sus capacidades creativas. Ellos buscarán en otras disciplinas (psicomotricidad, osteopatía, Feldenkrais, psicoanálisis, etc.: esta es una realidad frecuente no sólo en la Argentina) sin osar interrogar los propios marcos conceptuales, produciéndose más sumatoria que complejización de recursos.
Pero es en la interrogación de los Principios, en la atención a lo que la ciencia excluye por su singularidad, por ser atípico, extraño, rico en desechos, por escapar a las clasificaciones, donde están las fuerzas subterráneas que hacen temblar las paredes del saber instituido y es posible la transformación del instrumento.
Ocurre que el temor a no pertenecer, a no ser aceptados dentro de ese templo es un temor humano. No es fácil sostenerse en los caminos personales y comprometerse con ellos. Este deseo de pertenecer o dicho de otro modo: este temor a ser rechazados por los templos del saber (internacionales o nacionales, asociaciones, escuelas) va produciendo una subjetividad poco entusiasta para la experimentación, para la investigación más profunda de los fenómenos y para la transmisión de verdades “provisorias” que son las que permiten hacer avanzar estos procesos embrionarios.
En el caso de quienes emprenden estos caminos del cuerpo, esta necesidad de “pertenecer” da en el blanco y se potencia con narcisismos profesionales en crisis, deshilachados aún más por la inserción marginal que tienen las técnicas y terapias corporales en la sociedad actual.
Por estas circunstancias, algunas veces he encontrado que son los pacientes o alumnos, los que guiados por el entusiasmo de sus descubrimientos empujan a los maestros a seguir investigando síntomas y posturas y el maestro, si está abierto a este hecho, a pesar de sus aprensiones disciplinarias, aprende y se contagia (contagio es contacto, contacto es agenciamiento) de su alumno en ese entusiasmo.