El Esquizoanálisis es un saber inventado por dos autores: Gilles Deleuze y Félix Guattari.
Gilles Deleuze en la actualidad es considerado como uno de los filósofos vivos más importantes del siglo.
Félix Guattari, recientemente fallecido, fue un brillante psicoanalista, paciente y discípulo de Jacques Lacan, un Trabajador de la Salud Mental, creador de la práctica denominada Análisis Institucional y un militante político de izquierda, que perteneció a numerosos grupos políticos convencionales y los abandonó para fundar y unirse a Movimientos Populares de los más diversos cuños.
Gilles Deleuze es autor de numerosos libros, en los cuales aborda de una manera siempre original la obra de varios filósofos clásicos, pero también escribió sobre cine, política, estética, literatura, pintura, música, historia, etc.…
Félix Guattari escribió sobre temas relacionados con la Salud Mental, sobre Psicoanálisis, sobre cine, pero fundamentalmente sobre la política y la economía, la ecología y el panorama general del mundo actual. También fue periodista y músico.
Estos dos autores escribieron juntos varios libros, en que su colaboración adquirió características muy especiales, debido a las cuales es imposible saber en dichos escritos, a cuál de los dos pertenece una u otra idea.
Entre sus textos se destacan: El Anti-Edipo, Mil Mesetas, Kafka: por una literatura menor y ¿Qué es la filosofía?
La obra de estos autores es muy difícil de situar en un género preciso de los ya conocidos. Como se puede apreciar por su trayectoria intelectual y por los títulos de sus escritos, trataron casi todas las “especialidades” importantes, siempre de manera original, buscando interconexiones entre los campos y los conocimientos, pero sin abandonar nunca el matiz político –que atraviesa toda su producción.
En rigor, de acuerdo con una terminología -para ellos ya obsoleta- su obra se podría clasificar como una “Concepción del Mundo”, pero varias conceptualizaciones que ellos mismos aportaron, de crítica a los fundamentos a ese tipo de denominación, la hacen incorrecta e insuficiente para dar cuenta de ese monumental trabajo. Desde luego, dentro de la lista de textos, se pueden encontrar algunos que pertenecen predominantemente a un tema más que a otros, pero siempre habrá una característica en el abordaje que los vuelve insólitos y no encuadrables.
El encuentro entre ambos, data del famoso Mayo del ’68, en Francia. En cierto sentido, se puede decir que sus preocupaciones e intereses tienen mucho que ver con esa revuelta, que aspiraba llevar, tal como lo sustentaban los lemas de la época “La Imaginación al Poder”, o que postulaban “Seamos Realistas, pidamos lo Imposible”. Esa orientación política, de diversas maneras -según sus entusiastas- rechazaba tanto los vicios de la Democracia Burguesa Capitalista, como los de la Dictadura del Proletariado -vigentes estos últimos, en los ensayos de la transición al Socialismo.
En realidad, se puede afirmar que la orientación política que más influenció a estos autores, a pesar de no ser una referencia demasiado explícita en sus escritos, es el Anarquismo, como sucedió con una serie de investigadores que integran lo que se denominó Movimiento Instituyente Internacional.
Entre los autores más afines a Deleuze y Guattari, debemos mencionar, en primer lugar, a Spinoza, Nietzsche, Bergson, Marx, así como entre los contemporáneos, Foucault. Pero la lista de sus favoritos es interminable, e incluye en lugares privilegiados a una serie de artistas que reúnen en sí la condición de locos y de genios. El ejemplo más característico es Artaud. También es notable su preferencia por ciertos novelistas anglosajones, entre ellos D.H. Lawrence, Lewis Carroll y Henry Miller.
El texto más conocido e impactante de Deleuze y Guattari es, sin duda, El Anti-Edipo, publicado en 1972.
Se trata de un texto de difícil lectura, no porque su estilo sea particularmente retorcido, sino debido a la suma de conocimientos que es necesario dominar para entenderlo, puesto que el contenido que se refiere a todos ellos es apabullante. En un sentido, un tanto melodramático, se puede afirmar que “trata de todo”.
En verdad, es una gran reformulación de las relaciones existentes entre la naturaleza, la cultura, la sociedad, la economía, la política, el lenguaje, las relaciones de parentesco, los ritos, los mitos, el psiquismo, la religión, la familia, el estado, la historia, la tecnología maquínica, el saber, la verdad, los valores en general, la sexualidad, etc.
El título parece centrarse en una crítica a la concepción psicoanalítica edípica del Inconsciente y, por cierto, es un cuestionamiento profundísimo a los aciertos y desaciertos del psicoanálisis, pero concretamente, esa reflexión está incluida entre muchas otras que abarcan todos los campos a los cuales antes me refería.
Imposible sintetizar lo que los autores pretender decir en esa “Obra Magna”, pero arriesgándome a ser elemental y esquemático, tal vez pueda adelantar qué postulan:
Que todos esos dominios del saber y de la realidad, modernamente separados por la modalidad científica del conocimiento, son inmanentes (es decir, intrínsecos, consustanciales entre sí)
Que la Realidad, tal como la conocemos, configurando ese conjunto heterogéneo, está compuesta por tres superficies que, en rigor, son una inherente a la otra.
A saber, la Superficie de Producción, la Superficie de Registro-Control y la Superficie de Consumación.
La Superficie de Producción es aquella responsable de todo cuanto existe, está formada por elementos constituidos por materias aún no formadas y por energías aún no orientadas como fuerzas. Esos elementos aún no presentan calidad ni cantidad, pero se caracterizan por ser intensidades puras. Cada una de esas intensidades (en las cuales es difícil pensar porque no estamos acostumbrados a concebir algo que aún no tiene ni tiempo ni espacio convencionales, ni calidad ni cantidad diferenciales) consiste en una singularidad absolutamente diferente de todas las otras, y el decir “todas” es una metáfora, porque “todo” es infinito, no puede totalizarse. Otro abordaje de esos elementos los denomina multiplicidades (pero como sustantivos, no como adjetivos) Habitualmente se habla de “lo Uno y lo Múltiple”… Esa fórmula en la cual lo múltiple no es sino la multiplicación de lo que es uno, o sea, muchos del mismo. Multiplicidad se refiere a unidades, cada una de las cuales es absolutamente diferente de las otras: no hay ningún uno que sirva de base para multiplicarse en los múltiples que son sus réplicas.
En rigor, se debe decir que esos elementos constitutivos de la Superficie de Producción no son, es decir, no tienen una esencia, pero puede hablar de una “naturaleza” de esos elementos. Cabe agregar que se componen de Deseo y de Producción. Deseo en el sentido dado por Freud al Proceso Primario en el Inconsciente, en que la energía “fluye libremente por las representaciones”, donde no hay tiempo, no hay espacios clásicos y sobre todo, donde sólo hay positividades, no hay noción de ausencia, de falta, de muerte, de castración, etc.
Producción, en el sentido de Marx, o sea, un proceso por el cual una materia prima, trabajada por los medios específicos animados por una fuerza de trabajo, genera un producto que no preexistía en la materia prima de la cual se originó. Deleuze y Guattari suman a esa definición la afirmación de que la Producción “se produce a sí misma”, sus elementos se producen al mismo tiempo en que funcionan, y que, en el caso de la Superficie de Producción, lo hacen por el encuentro casual de las intensidades, que son caóticas e imprevisibles. Las dos entidades que integran la Superficie de Producción son el Cuerpo sin Órganos y las Máquinas Deseantes. Para no complicar las cosas, diré al respecto que el Cuerpo sin Órganos es una especie de red sobre la cual se disponen por azar las intensidades… y las intensidades pueden ser pensadas como máquinas inespecíficas e indeterminadas que se conectan de manera binaria en todas las direcciones. Las máquinas deseantes se dividen en Máquinas Fuente y Máquinas Órgano. Una máquina fuente genera un flujo energético, y una máquina órgano lo corta y lo modula. Ellas se conectan así en todas las direcciones, y ese proceso incoercible es lo que genera la producción de todo cuanto existe. Otra característica de las máquinas deseantes es que son infinitamente pequeñas, por eso, se denominan moleculares, y permanecen como tales en el seno de las entidades macro, que se llaman molares, y que son las que estamos acostumbrados a reconocer, sea cual sea la materialidad de que se trate, por ejemplo: un hombre, una planta, una montaña, un país, una máquina mecánica, una institución, etc.
La Superficie de Registro es la organización que adquiere la Superficie de Producción cuando entra en la escala de las entidades molares. La función de la Superficie de Registro-Control es, como su nombre anticipa, la de seleccionar, aceptar y capturar, o bien reprimir y destruir la incoercible generación de novedades de la Superficie de Producción Deseante. La Superficie de Registro está constituida por todas las entidades destinadas a diferenciar, en un sentido convencional, y la de utilizar todo lo que se produce, para ponerlo al servicio de la reproducción de la naturaleza y de la sociedad, tal como están estructuradas, o sea, lo que tiende a la reproducción de lo mismo y al mantenimiento del statu quo. La Superficie de Registro y de Control sólo acepta aquello que puede incorporar sin transformarse radicalmente. Uno de los aspectos más importantes de la Superficie de Control es el denominado socius, es decir, la forma que ha adquirido la sociedad ordenada.
++++En cada civilización, y que es tanto amenazada cuando nutrida, en aquello que necesita para evolucionar, por las novedades de la Superficie de Producción.
Deleuze y Guattari sostienen que la Superficie de Producción tiene un funcionamiento que puede ser ilustrado por el pensamiento Esquizofrénico, pero no lo dicen refiriéndose a la Esquizofrenia entendida como enfermedad mental, sino a la Esquizofrenia como la característica esencial de ese proceso de producción caótico que caracteriza a la Superficie de Producción y que tiene algo que ver con la locura.
Entretanto, la Superficie de Registro tiene las peculiaridades que acostumbramos a ver en las Neurosis, en las Perversiones y también en la Psicosis Paranoica. Desde luego, esas denominaciones no se refieren a las entidades clínicas, sino a la lógica de funcionamiento que las caracteriza, que aquí se puede aplicar, por ejemplo, al Estado, que es la Institución Paranoica por excelencia, por sus particularidades predominantemente centralizadoras, represivas y antiproductivas.
La Superficie de Consumación es aquella en que lo producido, tanto lo admitido por la Superficie de Registro-Control, como aquello de la Superficie que escapa al control y se manifiesta como novedad radical, invención y revolución… son realizados y/o consumidos, es decir, usados y gozados por los agentes históricos.
Toda esta introducción, al menos por el momento, nos servirá sólo para presentar las tareas del Esquizoanálisis.
El Esquizoanálisis será un proceso de investigación, de producción de conocimientos y de aplicación de los mismos, para transformar el Mundo (entendido en el sentido tanto de la organización social, como política, económica, de la subjetividad de los hombres y también de las máquinas que modifican por completo la relación hombre-naturaleza)
El Esquizoanálisis, que no tiene por qué ser hecho por especialistas y, además de eso, cada uno lo hace a su manera, a partir de la inserción social que tenga y de la Causa con la cual esté comprometido en las luchas del mundo (sexual, artística, política, alternativa, industrial, militar, etc) se compone de dos tareas fundamentales.
La primera consiste en un raspaje, es decir, en un trabajo destructivo de las entidades de la Superficie de Registro-Control que afecten (y de la manera especial en que afectan) el territorio en que se mueven los interesados. Por ejemplo, digamos en la lucha por el derecho sexual: “los homosexuales”. Ahí se tratará de entender y denunciar la lógica de los valores con la que el socius define lo que es normal y lo que no es normal en materia de sexo. Pero ello también incluye un trabajo de destitución de las leyes que justifican el imperio de la sexualidad pautada en dos valores, los preconceptos que afectan las singularidades sexuales en el trabajo y en la política, etc. Las tareas negativas se superponen e intrincan con las positivas, por ejemplo, la invención de modos de vivir, de criterios de valor, de obras artísticas, técnicas o políticas, que son peculiares de la singularidad cuyo derecho a la existencia se está procurando reivindicar.
Todo y cualquier montaje que se invente para realizar el esquizoanálisis de toda y cualquier singularidad deseante productiva, que se denomina agenciamiento o dispositivo, es aceptable, todo dispositivo de ese tipo habrá de tener un componente por el cual se constituye en una “máquina de guerra”, es decir, en un agenciamiento que tiene por objetivo defenderse de los ataques de la Superficie de Registro y/o destruir los equipamientos con los cuales la maquinaria represiva tiende a reprimir, eliminar o capturar las singularidades productivo-deseantes.
El Esquizoanálisis tiene ilustraciones interesantísimas de dispositivos montados, tanto por singularidades sexuales, raciales, nacionales, etarias, lingüísticas, como clasistas, profesionales, artísticas, ecológicas, etc.
Es de esperar que, esta introducción abra el camino para poder explicar en qué consiste el Esquizodrama, que también hemos denominado Proliferación Dramática Inventiva.
Sólo cabe adelantar que se trata del montaje de dispositivos técnicos que tienen por objetivo un Esquizoanálisis practicado con recursos extraídos del Arte, del Teatro, de la Pedagogía y de la Psicoterapia, tal como yo he podido y entendido.
Este apunte pertenece al libro Introdução à Esquizoanálise. Editado por la Biblioteca del Instituto Félix Guattari, de Belo Horizonte, Brasil, 1998.
Traducción: Andrea Álvarez Contreras.
Buenos Aires, 4 de abril de 2003.