Cuando me casé con Susana en el ´61, nos mudamos a la vuelta del edificio en donde vivían Goldenberg y Marie (Mimi) Langer. Yo tenía a la mano la posibilidad de ir con Mauricio por la mañanas al Hospital y a las reuniones de Staff en su casa por las noches. Al mismo tiempo, comenzar mi análisis didáctico individual de 4 veces por semana, a las 8 hs. Yo le dejaba calentito el diván a Armando Bauleo, que venía después, el que su vez se lo dejaba más calentito aún a Eduardo Pavlovsky y entre los tres dejábamos a Mimí exhausta a la altura de la hora del almuerzo.
Por otra parte, conocì bien a Max, su marido, cuando viajaba con Goldenberg y conmigo yendo hacia Buenos Aires Sur, para practicar la medicina ortopédica, su artesanía. Tommy, su hijo mayor, que siguió lo pasos clínicos de su padre y Martín que devino psicólogo social en la escuela de Pichón, fueron muy cercanos nuestros. Ana María, su hija mayor, se orientó vocacionalmente hacia la Medicina (igual que Isabelita Goldenberg, la hija de Mauricio), en nuestros grupos de Orientación Vocacional, a la vuelta de su casa, donde su hermana más pequeña Verónica, aprendió a jugar a la música con nuestro piano.
Con Marie Langer me analicé doce años (entre el ´61 y el ´73). Fue para mí como una madre sustituta y mis hijas tienen María en sus nombres como y por ella. (Mariana, cuyo nombre reúne su nombre y el de Ana, mi mamá y María Lucila, rubia, la de los ojos tan celestes, a quien en la dedicatoria de un osito que le trajo de Méjico (donde vivía junto a otro hermano exiliado: Nacho Maldonado Allende y flía) cuando nos vino a ver a Madrid, le escribió: “A Lucila, la nieta que tanto se me parece”). Juntos nos fuimos de la Asociación Psicoanalítica Internacional, con el movimiento Plataforma y cuando años más tarde, el exilio nos llevó, en ocasiones, a convivir bajo el mismo techo en mi casa y en mi consultorio de Madrid, dejé de ser su paciente para ser finalmente uno de sus compañeros en el exilio. Organicé para ella en Madrid cursos y conferencias y junto con Emilio Rodrigué, antes de ir al Symposium de la SEPTG en Mallorca, en 1980, y en mi consultorio de General Mola, donde ella se alojaba, convocamos a un encuentro de psicoanalistas de toda España para un taller llamado: “Psicoanalizando al Psicoanálisis” y en el que se dramatizaban los imaginarios sociales en personajes que representaban a Freud, Fliess, Reich, Rank, Ferenczy, Jung, Adler, Ana Freud, Melanie Klein, Lou Andreas Salomé, una vendedora de flores del Berlín de la época, un adolescente rebelde de una familia “progre” del Madrid de ese momento y un habitante del año 2050, entre otros.
En Mallorca, invitados por la SEPTG, a su Octavo Symposium, el 6 de junio de 1980, presentamos juntos un taller (embalados con el empuje de Madrid), con el nombre de: “Psicoanálisis y/o técnicas de acción”. En septiembre de 1984, coincidiendo con la Fundación Pablo Iglesias y el Centro Marie Langer de Asistencia a la Comunidad que fundó Mirta Cucco, egresada de mi escuela de Madrid, la convocamos para que brindara al público madrileño sus trabajos y una conferencia acerca de sus últimas aventuras nómades en Méjico y Nicaragua.
En diciembre de 1986, un año antes de su muerte, ella y Tato me recibieron a mi retorno a la Argentina, organizando y coordinando un encuentro en el antiguo teatro El Hangar. A su muerte, el 23 de diciembre del 87, Tato publica “Esa vieja dama sabia” en el periódico Página 12, en diciembre del `87, y cuatro años más tarde, la revista española Clínica y Análisis Grupal le dedicó el número, para el que yo escribí un poema llamado “Femi Mimi”. Reproduzco ambas publicaciones a continuación:
Femi Mimi
(por Hernán Kesselman, en Revista “Clínica y Análisis Grupal”, Nº 60, Madrid, Mayo/Agosto 1992.Número Homenaje en el cuarto aniversario de la muerte de Maríe Langer)
Ritornelo de vienesa pasionaria con armonías gorkianas.
Parece que la humanidad se hubiera oscurecido desde que cerraste los ojos tan azules, hace ya cuatro años.
Aún cantaba tu amada Nicaragua, azucarada con rizomas solidarios, no tan solitarios como hoy, cuando se dicen que las ideologías han muerto.
Porque fuiste semilla de esperanzas realistas, quizás estés viendo ahora
-como Tina Modotti- crecer las nuevas raíces desde abajo.
Amazona del Psicoanálisis, permanente guerrera-puño-en-alto de tu género: Femi Mimi te renombro.
Empezaste muy joven a jugarte totalmente por lo justo y nos diste un admirable ejemplo de coherencia, de dignidad y de principios elevados.
Camarada republicana de las Brigadas, antes de anclar en el Río de la Plata. Muchos años seductora Pimpinela Escarlata del psicoanálisis ortodoxo y aún de la ciencia ficción, porque nada de lo humano te fue ajeno. Hasta que entraste en erupción, más o menos hacia el final de los sesenta.
Allí te agenció el Plataformazo del que fuiste pionera cuestionando y cuestionando.
Abanicaste hijos y enseñanzas entre México y la Europa posmoderna, desarrollando en cada exilio y desexilio tu destino de pañuelo rojo indeclinable.
Y un día en el comienzo del verano, sorprendiste a la muerte, aquí en esta estación latinoamericana, en esta apasionante tierra nuestra, que tanto te debe más allá
del territorio de los olvidos y recuerdos.
HERNÁN
Del libro de Hernán Kesselman, “La Psicoterapia Operativa” (dos volúmenes) I. “Crónicas de un psicoargonauta” y II. “El Goce Estético en el de Curar.”, Editorial Lumen-Hvmanitas, Buenos Aires 1999.