Lo Corporal
Lo corporal se refiere más a una actitud, a una mirada, a una manera de pensar y vivir, que a un saber. Atraviesa al ser humano que se deje afectar por la lógica de sus sentidos y confíe en su sensibilidad para captar atmósferas, en la calidad vibrátil de su ser sensible, en sus receptores de intensidades, como maneras de conocer y de hacer teoría.
En la confianza en esta sensibilidad se va creando un estado de resonancia que no es patrimonio del corporalismo, sino de un modo de concebir la vida personal y profesional.
Lo corporal nos permite recortar territorios de experiencias e investigar conexiones posibles para ir inventando rizomáticamente entre profesionales que se dejen afectar y mover por estas afectaciones.
El cuerpo resonador y el cuerpo razonador: el “estar molecular” y el “estar molar” del especialista en los trastornos de la alimentación.
Lo corporal se desarrolla en el vínculo (diálogo tónico) entre un profesional (coordinador, terapeuta, profesor) y un alumno (paciente, coordinado). Un vínculo singular y complejo que lleva la marca de los vínculos iniciales de la vida. Un vínculo que es un aprendizaje, un modo de aprender a vincularse. Se trataría de hacer crecer en cada uno la sensibilidad para la resonancia, para el abandono de una actitud predominantemente racionalizadora, interpretadora, generalizadora, que actúa muchas veces como una barrera para la comunicación y comprensión corporal.
Los profesionales circulan entre dos estados:
1. Un estar molar, en el que se está más atento a los conceptos, a ordenar saberes y contenidos, a entender racionalmente lo que sucede en el encuentro, a buscar generalizaciones. Toma cuerpo un saber que se manifiesta mediante interpretaciones, consignas, intervenciones, explicaciones de conductas según le indica su experiencia y sus esquemas referenciales. Se intenta ordenar un campo que si no se ordena se siente caótico.
2. Un estar molecular, en el que el profesional se afloja, se deja atravesar por lo que está viviendo y confía en su sensibilidad para ver lo invisible. Se predispone a una actitud experimental, a tolerar la incertidumbre. El saber se apoya en la percepción, en captar climas. Las palabras desde esta perspectiva son trazos, bocetos que se plasman en cartografías, dibujos abiertos, sin una forma final.
Ambos estados son complementarios y conducen hacia una producción teórico vivencial que toma como fuente de conocimientos tanto los mensajes que provienen de las sensaciones, de las experimentaciones corporales como aquellos que llegan de los marcos conceptuales.
Intervenciones corpodramáticas.
El abordaje focalizado en la persona del profesional (educador, psicoterapeuta, coordinador) estará destinado a desarrollar una buena articulación entre los diferentes estares: por un lado, facilitando recursos múltiples para el abordaje y por el otro, permitiendo que se desplieguen en él estados flexibles para transitar (surfear) por las dificultades, los obstáculos, las escenas conflictivas de su práctica profesional.
Defino las intervenciones corpodramáticas como recursos múltiples agenciados del psicodrama, eutonía, bionergética, teatro, música, cine, pintura, literatura, filosofía y destinados a la producción de corporeidades sensibles.
¿Sensibles a qué? A las resonancias: dejarse tocar, atravesar, afectar con lo que va surgiendo, para desplegar desde su propia afectación sus intervenciones. A la producción de una actitud lúdica y experimental: un estar vibrátil a los acontecimientos, perceptivo a los mensajes de la propiocepción y a las informaciones de los múltiples sentidos (no sólo de los cinco sentidos “oficiales”), receptivo a los estados corporales y a la comunicación no verbal y con disposición al registro de las propias reacciones como datos del saber en el interjuego corporal de cada encuentro.
Las intervenciones corpodramáticas las voy seleccionando al servicio de mis búsquedas. He desarrollado en estas intervenciones una modalidad a la que he denominado cooling /enfriamiento, como contraposición a la idea del warming /caldeamiento en Psicodrama y en otras metodologías que trabajan en Proceso Creador o con Juegos Gestálticos y otros varios, con Esculturas Familiares o experimentaciones corporales diversos y que muchas veces utilizan sus recursos (no importa cuáles sino cómo) en ritmos y tonos poco propicios a la gestación de una corporeidad sutil y abierta.
Con la idea del colding estoy desarrollando intervenciones que tienen como vía regia, el despliegue de la sensibilidad a través del frío, el silencio y la quietud.
Uno de los recursos es el Inventario, método para la autoobservación, la observación y experimentación de hábitos sensorio motrices y de pensamiento, que en su uso eutónico, sirve al registro consciente y voluntario de las sensaciones internas y externas y en general de los modos de hacer y estar en el cuerpo. Este método permite construir un observador, que al mismo tiempo que registra sus sensaciones, se observa en ese registro y en ese proceso va aprendiendo: a) a discriminar lo que viene lo que viene de adentro de lo que viene de afuera, lo que siente de lo que piensa, lo que imagina que son sus sensaciones de lo que son sus sensaciones; b) a crear estados para la experimentación (sin esperar resultados, sin juzgar las sensaciones o emociones que vienen del cuerpo); c) a soportar un cierto no saber que produce el contacto con la sensación corporal sin querer llenarlo de “saberes” (interpretaciones o racionalizaciones que ocultan, disimulan la sensación); d) a tolerar la singularidad de los conocimientos corporales; e) a fabricar descentramientos útiles a la resonancia con el otro en uno mismo y en los demás (producción de alteridad)
Me nutro de las ideas de la Multiplicación Dramática, desarrolladas por Kesselman/ Pavlovsky y de la Covisión desarrolladas por Kesselman. De este modo, doy continuidad a un enfoque centrado en quienes asisten, en quienes ejercen una actividad profesional, pública o privada, y encuentran obstáculos que no resultan necesariamente de la falta de conocimientos (obstáculos epistemológicos), sino que son el efecto de una trama que se teje en la soledad de los consultorios, de los lugares de trabajo, en las presiones medioambientales, en las combinatorias de los múltiples fantasmas que sobrevuelan las historias de quienes asisten y son asistidos (obstáculos epistemofílicos).
En un trabajo grupal en escenas, los profesionales investigan aquellos conflictos singulares, que los encierran en situaciones de inmovilidad, y no les permiten estar flexibles y creativos en la movilización de los recursos necesarios para una acción operativa.