CORPODRAMA: Hace más de veinte años con Susana Kesselman comenzamos un trabajo en equipo reuniendo abordajes diferentes en un camino común. Transdisciplinándonos, un buen modo de contagiarnos de las propias autorías. Se trata siempre de la producción de algo nuevo a lo que decidimos ponerle un nombre: Corpodrama. Se sumaron al equipo inicial, nuestros hijos, los psicólogos Martín y Mariana Kesselman. Con ellos seguimos inventando, en un contagio fértil, los puentes entre la Multiplicación Dramática, la Eutonía y otros recursos corporales, artísticos, literarios, filosóficos, etc., con el fin de construir un instrumento grupal para entrenar a los profesionales que trabajan con grupos. | 07/02/2013
Enrique Pichón Rivière, fue el pionero en el campo de la psicología social en Latinoamérica y desarrolló desde allí sus principales conceptos, como ser: el concepto de enfermedad como conducta desviada; el de operatividad como acción correctora; el de grupo operativo: cuyo ejemplo básico es el grupo familiar y cuyo eje es la tarea realizada por un grupo y su coordinador en torno a la resolución de las dificultades que impiden realizar esta tarea, que es, fundamentalmente, el aprender y reaprender a pensar. En el grupo operativo se desarrolla el drama humano y se representan y expresan las síntesis y contradicciones entre individuo y sociedad. Otros aportes son: el concepto de vínculo, que incluye las vicisitudes de las 3 D (Depositario, Depositante, Depositado); el concepto de tareas que, como dije anteriormente, es el eje alrededor del cual gira todo lo operativo; el de divalencia, que critica y aclara los tempranos caminos del aprendizaje señalados por la psicología analítica kleiniana; el concepto de liderazgo, portavoz y chivo emisario, como resultado a su vez de los conceptos de horizontalidad y verticalidad grupal y que configura la noción de emergente. | 16/05/2012
Lo complementario es distinto de lo contradictorio así como lo convergente es distinto de la imitación o de la falta de originalidad. Las ganas de hacer o decir cosas contradictorias a las que hace o dice nuestro compañero de coordinación, surge -la mayoría de las veces- por un brote de rivalidad con él, frente a las miradas de los coordinados, de los pacientes. Para ser individualizado, distinguido y diferenciado del compañero de coordinación y respondiendo -a veces sin proponérselo -a las fantasías celosas y envidiosas de los pacientes que desean hacer pelear y rivalizar a los coordinadores como los hijos le hacen con la pareja de los padres, generalmente. | 16/05/2012
Hemos encontrado la necesidad de lograr un equilibrio del trabajo para que éste no promueva situaciones caóticas aunque, de hecho, esta tarea es movilizante y por tanto conflictiva, lo cual debe ser aceptado de antemano como un riesgo inevitable. Para solucionar estos riesgos no nos satisfacen ciertas soluciones técnicas que nos parecen más bien divisiones ilusorias como por ejemplo: “En un grupo de estudios, para que no se confunda con un grupo terapéutico debe separarse lo personal de lo profesional”. Escenas temidas es un ejemplo práctico de que no debe evitarse lo personal para que no se contamine con lo profesional sino poder realizar una integración instrumental y operativa de ambas vertientes en tanto es ridículo pensar en un terapeuta que niega lo profesional con su vida cotidiana o a un profesional que es distinto como terapeuta en su consulta que como persona en la calle. Pasarse obsesionado con el pánico a que un grupo de estudios se convierta en terapéutico es también esterilizante y, como toda relación humana pasada por el autoclave, se esterilizan las pasiones pero se cae en el aburrimiento lo cual, para aprender, es mortal. Por eso creemos que la cupla no es grupo de estudios vs. grupo terapéutico sino el aprendizaje que ayuda a curar vs. la enfermedad que impide aprender. Sin embargo no podemos dejar de tomar en cuenta que esta situación, para ser lograda requiere encuadrar el trabajo de escenas temidas en un adecuado marco de seguridad psicológica. Eso lo hemos aprendido de nuestros propios coordinados que, a la hora de reflexionar acerca de los conflictos que acarreaba la tarea de desarrollar un grupo de escenas temidas, a la hora de las evaluaciones, han sugerido en su mayoría la necesidad dé ajustar al máximo el criterio de selección de los participantes; tomar todo el tiempo necesario al comienzo de la experiencia para esclarecer las motivaciones para realizar este trabajo, por parte de cada uno de los participantes. Conservar desde la coordinación una línea de conducción de la experiencia que tienda a permitir recuperarla pertinencia, es decir, reconociendo los saboteos o los trastornos de cooperación grupal que tienden a desviar la tarea de su eje fundamental. Es por ello que nos parece elemental el tiempo invertido en seleccionar los integrantes hasta lograr un grupo de trabajo que arranque desde el comienzo con una clara pertenencia, es decir, con una identidad lo menos ambigua posible, con la tarea propuesta. Desde ese encuadre adecuado es posible animarse por parte de la conducción de la experiencia a realizar todos los juegos movilizadores que necesita este tipo de trabajo para ser fructífero. Un buen encuadre esclarecido, con evaluaciones periódicas da tanta seguridad para movilizar las ansiedades regresivas de un grupo como una olla de fuertes y sólidas paredes permite al cocinero revolver el guiso con vigor sin temor que el contenido salga volando por los aires. En cuanto a la revisión de las ansiedades del terapeuta, pensamos, por lo visto en este trabajo, que no solamente seremos capaces de ayudar a cada uno a descubrir el personaje que está representando de la novela de su propia vida. También lo vuelve accesible al estudio de que quizá cada uno de nosotros somos varios personajes de una estructura o novela. Todo ser humano es capaz de escribir por lo menos un libro: el de su propia vida y en ese argumento en ocasiones somos los héroes, en ocasiones los villanos, a veces padres autoritarios o madres mártires que representamos desde el papel profesional. La escena temida nos lleva así a otro tema de futura profundización: la estructura temida. | 16/05/2012
Ponerse a trabajar en “escenas temidas” requiere tomar en cuenta la posibilidad de responderse a ciertos planteamientos teórico-técnicos elementales. Hay que mantener con claridad el objetivo central del trabajo: estudiar los conflictos personales que condicionan las tareas de los profesionales. Sabemos que, según el enfoque psicoanalítico, la dinámica vincular exige el esclarecimiento de las proyecciones que el o los pacientes realizan sobre los coordinadores o terapeutas, esto es, la transferencia; por otra parte las proyecciones objetivadas que los coordinadores o terapeutas realizan sobre sus coordinados o pacientes, esto es, la contratransferencia. Por ello decimos que este trabajo, al centrar el foco sobre la persona del terapeuta o coordinador tiende a arrojar luz fundamentalmente sobre la contratransferencia. Aquí queda un camino a recorrer, ya que, como es sabido los trabajos sobre el tema suelen hablar más de las resistencias al cambio y al tratamiento de los paciente que de los terapeutas. En este sentido vemos el trabajó de escenas temidas como complementando y enriqueciendo el conocimiento de sí mismo que el terapeuta pueda tener a través de su propio tratamiento y de las supervisiones clínicas y cursos que haya realizado. | 16/05/2012
Pichon Rivière, considera dos tipos de obstáculos en el aprendizaje a) obstáculo epistemológico, proveniente de las dificultades inherentes a la naturaleza misma del objeto de conocimiento (por ejemplo, el develar lecturas crípticas desconocidas que requieren determinada información). b) obstáculo epistemofílico, proveniente de las dificultades que aportan los conflictos personales del sujeto que intenta aprehender el objeto de estudio y por lo tanto aprender. | 16/05/2012
La teoría de una psicopatología vincular permite al terapeuta revisar su propia psicopatología que consuena en su interior, y resuena (“escenas temidas” del psicoterapeuta) con la del paciente, obligándolo a reflexionar con cuáles pacientes puede trabajar mejor, es decir, a cuáles les podría hacer un bien mayor y con cuáles trabajaría peor, a quienes les podría hacer poco o dañarlos (iatrogenia negativa; para diferenciarlo de la positiva que él ayuda a generar con la creación de la transferencia). Como dijimos, con la gestación de la transferencia, el terapeuta contribuye a crear un vinculo enfermizo con su paciente (tal como las vacunas, para producir un mal menor que genera anticuerpos y se resuelve en lo actual), que es lo que se trata de curar, y es por ello que si hay cura (o se puede hablar tímidamente de ella) la habrá por el encuentro operativo, en el vinculo terapeuta-paciente, de los núcleos psicóticos de ambos. Por ello se dice que lo que impide a un psicoterapeuta (que trabaja en un trabajo tan aparentemente insalubre como el psiquiátrico) enloquecer con su tarea, es que sus propios conflictos se van elaborando junto con los conflictos de sus pacientes. Si puede enfermarse, también es cierto que puede curarse trabajando. | 16/05/2012
La aceptación del psicoterapeuta de su propia psicopatología vincular, no sólo lo vuelve “persona” para relacionarse humanamente con sus pacientes, sino que permite a su vez que se oriente hacia una selección adecuada de los mismos, o a buscar los coterapeutas complementarios que le hacen falta para completar sus propias ausencias, criterios para la selección de pacientes y para formar equipos terapéuticos. Todo esto lo releva del duro papel de representar un personaje sano que lo tiene todo solucionado que es además tan ridículo como pesado. Para todo esto, aunque los seminarios y grupos de estudio sobre este tema le ayuden, nada mejor que el propio psicoterapeuta se someta a un tratamiento psicoterapéutico donde vaya tomando conciencia de sus núcleos psicóticos de base y sus defensas superestructurales. Así plantado el psicoterapeuta deja de ser un mágico exorcista, un omnipotente deificado, parar ejercer sólo una técnica con la que puede ayudar un poco a los demás y otro poco a sí mismo. Nada más que eso ni nada menos. | 16/05/2012
Fragmento del PRÓLOGO JOSÉ BLEGER AL LIBRO “PSICOTERAPIA BREVE” (HERNÁN KESSELMAN). “El primer valor que asigno al libro es el hecho que constituye una aporte para intentar sacar psicoterapias breves de cierto pudor que orienta su práctica como si se tratara de una actividad desnaturalizada o ilícita que se practica algo así como en secreto o con cierta culpa de que se está malgastando el tiempo u ofreciendo sustitutos de lo que se supone debería hacerse a cambio. La psicoterapia breve requiere más que nunca que los que la practican comuniquen sus experiencias, técnicas y teorías, porque ésta será la única manera en que se podrá salir de cierto embotellamiento en el cual se encuentra en la actualidad y de un cierto clima de heterodoxia o de herejía que la tiñe. Creo que para ello debe además aclararse -como lo hace el Dr. Kesselman- infinidad de veces o todas las veces que sea necesario, que no se practica o ‘aplica’ el Psicoanálisis, sino que se utilizan conocimientos derivados del mismo, pero de tal manera que no haya superposición ni confusión de campos, de técnicas ni de conceptos. Un aspecto no menos importante que apunta especialmente este libro es que la Psicoterapia Breve pueda alcanzar a estructurar sus propios marcos conceptuales y su propia teoría de la personalidad, de la enfermedad y de la curación, así como construir sus propios instrumentos y sus propias categorías de diagnóstico y evaluación. […] El camino del Dr. Kesselman es en cierta medida de orden inverso: él emprende o ha emprendido la psicoterapia breve después de cursar su formación como psicoanalista en el Instituto de Psicoanálisis y después de años y experiencia en el psicoanálisis. Me pregunto si la vía seguida por el Dr. Kesselman puede ser sistematizada como la vía de formación de los psicoterapeutas que trabajen con técnicas breves […] ya que se pueden tentar con plasticidad y rigor científico distintos caminos una vez que se tiene uno ya formado y sólido. No sé quién ha dicho, refiriéndose a la psicoterapia, ha dicho en cierta oportunidad que para conducir un coche a alta velocidad es necesario haber adquirido un dominio muy grande a baja velocidad. […] El Dr. Kesselman y su libro pueden ser representantes de un nuevo contingente de psicoanalistas que se sienten tentados de abarcar esos caminos en la forma y con la preparación con que él lo hace. Los caminos alternativos y relaciones entre Psicoanálisis, psicoanalistas y terapias breves en nuestro país, resultan aún mucho más complejos de los hasta aquí señalado, ya que en buena parte de las técnicas breves que se han difundido y en cierta proporción consolidado en la práctica y en la teoría han sido impulsadas en nuestro país por psicoanalistas o por […]el psicoanálisis. Así, nos enorgullecemos de la psicoterapia grupal y del psicodrama, de la psicoterapia familiar y las entrevistas operativas y así sucesivamente. Pero como hecho paradójico […] gran parte de los psicoanalistas que hemos intervenido en ellos hemos declinado o renunciado a proseguir en esos campos que hemos promovido […] Al respecto, el Dr. Kesselman ubica a mi entender muy bien el problema cuando señala que la responsabilidad social en el futuro de la psicoterapia breve no debe hacerse recaer sobre el psicoanálisis en sí sino sobre el uso del que seamos capaces de hacer sobre el psicoanálisis. […] El Dr. Kesselman reúne las condiciones para tentar estos nuevos caminos: sólida formación psiquiátrica y psicoanalítica, conocimientos psicológicos y psicosociales, una fuerte sensibilidad frente a los problemas sociales y un gran celo de la responsabilidad profesional e intelectual…” (1969) | 16/05/2012