En 1967 el Dr. Kesselman, a quien conocía de nombre por su prestigio como grupalista, me llamó por teléfono para saludarme a raíz de mi dedicatoria del libro “Psicoterapia de Grupo de Niños y Adolescentes”, a Mimi Langer y a Ernesto Guevara Lynch.
Nuestra relación comenzó con la política y por ella hemos transitado juntos nuestras mejores horas y nuestros años de destierro y posteriormente de des-exilio.
Hemos desarrollado juntos treinta años de trabajo-amistad-lecturas compartidas y conversaciones terapéuticas semanales que no hemos interrumpido hasta hoy.
Terapia de la amistad. Multiplicaciones literarias de libros antropofágicamente devorados semanalmente.
Yo estoy muy contento de que Hernán haya podido producir este complejo y completo libro, que contiene los mejores años de su actividad como militante político del peronismo, y su producción psiquiátrica-psicoanalítica y psicodramática hasta hoy.
Pionero siempre en todos los campos donde batalló, es un batallador incansable en todo lo que hace y ha convertido cierta austeridad sedentaria en un movimiento de inquietud cultural permanente.
¿Como desrostrizar a Hernán tan cercano como hermano?
Se lo puede escuchar sin embargo solo como una voz que clama ser escuchada en el país del olvido y de los currículums diarios.
Una de las tantas voces desaparecidas por años en el destierro, hasta el regreso siempre tan difícil, y cuando el tablero de la Psicología apareció tan cambiado en pocos años.
Muchas de las labores que comenta Hernán en el libro son desconocidas por gran parte de las nuevas generaciones -que desconocen un período excepcionalmente creativo y complejo de la articulación entre el Psicoanálisis y lo social.
En el año ´82, al volver de España, realicé una supervisión en un Servicio de Psicopatología y me asombró que desconocieran todos (eran quince) la multidisciplinaria actividad del Servicio de Goldenberg en Lanús.
Sólo tres episodios bastan para ubicarlo a Hernán como uno de los pioneros del movimiento psiquiátrico psicoanalítico.
1) Su protagónico rol en el Servicio de Goldenberg en Lanús.
2) El haber sido junto a mi otro hermano, Armando Bauleo, los verdaderos fundadores de Plataforma Internacional (es importantísimo leer en el libro el encuentro con Lacan durante la fundación de Plataforma).
3) Su amistad con PichonRiviére y el desarrollo personal de las ideas de Enrique en Europa.
Pensó la política en el Psicoanálisis y el Psicoanálisis en la política.
Habría que volver a leer ese desaparecido y excepcional libro de Robert Castel “El Psicoanalismo” para comprender qué Psicoanálisis investigaba Hernán y a qué Psicoanálisis se opuso siempre.
En realidad todavía no se ha escrito sobre lo que ocurrió con el desarrollo del Psicoanálisis durante el Proceso. Pero con todo, hoy podemos ir pensando que durante ese período, muchos movimientos psiquiátricos psicoanalíticos- interdisciplinarios fueron borrados por la dictadura, por su fuerte connotación política y social.
Pero no sólo fueron borrados por el aparato represor, sino también por la represión que un sector del Psicoanálisis institucional ejerció durante ese período tan marcadamente a-social.
No fue casual la represión concreta que se ejerció en el Servicio de Goldenberg, ni tampoco es casual la suerte de exilio, allanamientos y torturas que sufrieron algunos plataformistas durante ese período.
Existe una ética del cuerpo de los intelectuales en Latinoamérica y cuando esa ética se cumple, el cuerpo corre riesgos concretos, no castraciones simbólicas. Hernán con sus actividades corrió ese riesgo.
Un libro aparecido en Francia y cuyos textos son alemanes, refiere la historia de las Instituciones Psicoanalíticas durante el Tercer Reich (“Les annes brunes” Ed. Confrontación 1984).
Allí se habla de quienes aceptaron continuar analizando a condición de rechazar al paciente alemán o extranjero que fuera judío.
Se menciona también el silencio de un debate a fondo de esta compleja temática después de la caída del nazismo.
Espero que en la Argentina podamos comenzar a debatir alguna vez las articulaciones del Proceso y las complicidades civiles institucionales del Psicoanálisis. ¡Cuánto creció en esa época silenciosamente el Psicoanálisis!
Yo creo para terminar que todas las actividades de Hernán han sido siempre políticas. Una micropolítica permanente.
Su vasta cultura, su gran sensibilidad artística, sus conocimientos clínicos y psiquiátricos, su formación en Psicoanálisis y Psicodrama, lo ubican como una de las personalidades más atractivas de los últimos 30 años de la Psicología. Una Ética de la práctica. Un creador incansable.
Un párrafo aparte: en el libro se trasluce el gran amor por su mujer y compañera de siempre, Susana, y por sus hijos. Y eso hoy también es admirable.
Eduardo Pavlovsky
Buenos Aires, marzo de 1998
Del libro de Hernán Kesselman, “La Psicoterapia Operativa” (dos volúmenes) I. “Crónicas de un psicoargonauta” y II. “El Goce Estético en el de Curar.”, Editorial Lumen-Hvmanitas, Buenos Aires 1999.