Psicopatología: etimología- El término psicopatología está formado por tres palabras griegas: psyké, páthos y lógos. Uno de los significados de páthos es “cambio producido en las cosas” , éste parece ser precisamente el sentido absorbido por el término patología = “rama de la medicina que se ocupa de la naturaleza y de las modificaciones estructurales y/o funcionales producidas por la enfermedad en el organismo” . Pero páthos además de eso, significa “experiencia”, “prueba”, “acontecimiento”, “estado agitado del alma, pasión” , sentidos que describen justamente lo que se produce cuando dos o más cuerpos se afectan en un acontecimiento y se modifican a través de estas afecciones, que pueden alcanzar al cuerpo y/o el espíritu. El término latino affectione generó tanto el término portugués afecção* -que pasó a designar doença cuanto el término afeição- que significa afecto. Entretanto, la afección designa justamente la enfermedad cuyo origen fue olvidado y descartado: “proceso mórbido considerado en sus manifestaciones actuales, con abstracción de su causa primordial; enfermedad” . O sea, el término remite a un estado final (=enfermedad), proveniente de transformaciones producidas por el encuentro de cuerpos en el acto de afectarse, pero en un momento en que ya se separó ese acto de su efecto. Afección, a su vez, pasó a designar afecto, pero abstrayéndolo también de su origen: el acto de afectar y ser afectado. Luego de estas consideraciones inspiradas en las enseñanzas de Spinoza –puedo, finalmente, definir psicopatología como el relato (lógos) de las afecciones y de los cambios afectivos (páthos) producidos en los seres vivos (psyké) y provenientes de los encuentros, de los acontecimientos (páthos) en que se afectaron mutuamente. Podría agregar –‘spinozianamente’ hablando- que el carácter doloroso de esas afecciones consiste en el hecho de generar una disminución o impedimento en la potencia de acción del/os cuerpo(s)/espíritu(s) afectado(s), siendo éste el cambio afectivo básico producido. Creo que esta definición podría servir bien a los propósitos de la genealogía nietzscheana.
Salud, dolencia, nobleza, esclavitud y liberación
6
Salud y liberación- En el prefacio al primer volumen de Humano, demasiado humano, escrito en 1886, Nietzsche describe lo que él denomina “gran liberación”, proceso a través del cual un espíritu se torna libre, rompiendo con sus raíces, con la tradición que lo nutrió y albergó e imponiéndose un “aislamiento doliente” hasta alcanzar una “descomunal seguridad y salud transbordante” . Esa salud la define como: “aquella madura libertad del espíritu que es también autodominio y disciplina del corazón y permite los caminos hacia muchos y opuestos modos de pensar, (…) aquella interior envergadura y MIMO del exceso de riqueza, que excluye de sí el peligro de que el espíritu por ventura se pierda en su propio camino y se enamore de sí y en algún lugar quede INEBRIADO (…) aquel excedente de fuerzas plásticas, regeneradoras, conformadoras y restauradoras, que es justamente la señal de la gran salud, aquel excedente que da al espíritu la peligrosa prerrogativa de vivir para el ensayo y poder ofrecerse a la aventura: la prerrogativa de maestría del espíritu libre” . Salud, significa, pues, autodominio y disciplina capaces de permitir al espíritu habitar la multiplicidad; envergadura interior para contornear los narcisismos paralizantes a medio camino; exceso de fuerzas plásticas que dan forma a la vida y la regeneran, lanzándola al ensayo, a la aventura. A través de la gran liberación el espíritu se transforma inicialmente en un extranjero en su propia tierra, nómade iconoclasta que que REVIRA todo de lo contrario, ESTRALHAÇA lo que lo atrae, actúa por puro arbitrio. “En el fondo de su agitación y errancia – pues él está intranquilo y sin rumbo en su andar como en un desierto – está el punto de interrogación de una curiosidad cada vez más peligrosa: ‘¿No se puede DESVIRAR todos los valores? ¿Es bueno y también es malo? ¿Y Dios sólo una invención y refinamiento del diablo? Es tal vez todo, en lo más profundo, falso? Y si somos engañados, no somos por eso mismo también engañadores? no hemos de ser engañadores?’ – tales pensamientos conducen y seducen, cada vez más adelante, cada vez más allá. La soledad lo rodea y ENRODILHA cada vez más amenazadora, más sofocante, alejando más el corazón…” El segundo momento de la metamorfosis puede llevar largos años de convalescencia, “un estado intermediario (…), una pálida, refinada felicidad de sol y luz que le es propia, un sentimiento de libertad de pájaro, panorama de pájaro, desenvoltura de pájaro, (…) en que curiosidad y delicado desprecio se conectaron (…) Se vive, ya no en las cadenas del amor y el odio, sin sí, sin no, voluntariamente cerca, voluntariamente lejos, y de preferencia esquivándose, desviándose, vaciándose, otra vez allá, otra vez volando hacia lo alto; se está mal acostumbrado, como todo aquel que vio una vez una descomunal multiplicidad debajo de sí – se-es ahora el reverso de aquellos que se afligen con cosas que nada le dicen al respecto. De hecho, al espíritu libre se refieren solamente cosas – ¡y cuántas cosas! – que ya no lo afligen…” La tercera y última etapa de la transmutación es una lenta reconciliación con la vida, con el mundo: “Queda más caliente a su alrededor, más amarillo, por así decir; sentimiento y simpatía adquieren profundidad, brisas de deshielo de toda especie pasan por sobre él (…) Él mira con gratitud hacia atrás – grato a su andanza, a su dureza y extrañamiento de sí, a su mirada a la distancia y a su vuelo de pájaro en frías altitudes. Qué bueno que él no permaneció, como alguien delicado, embotado, que queda anclado en su rincón, siempre ‘en casa’, siempre ‘junto de sí’ ! (…) ¡Qué felicidad también en el cansancio, en la vieja dolencia, en la recaída del convalesciente! Cómo le agrada sentarse quieto sufriendo, urdir paciencia, estar echado al sol!
Traducción: Andrea Álvarez Contreras